El descenso a Cabo Rojo, Pedernales, hecho el sábado 4 de noviembre por el presidente de Iberostar Hotel y Resorts, Miguel Fluxá, para ver el avance en la construcción del hotel que operará la cadena dentro del Proyecto de Desarrollo Turístico, manda una buena señal, que celebro.

La compañía española, 32 años de experiencia en el país, y la estadounidense Hyatt, con inicio de su periplo por el turismo en 1957 con la compra del hotel Hyatt House, en el aeropuerto internacional de Los Ángeles, son las que han evidenciado en la práctica más interés en operar algunos de los 10 hoteles contemplados en el proyecto. Al menos, eso percibo.

Los dos primeros complejos, ya bien encaminados, serán administrados por ellas.

Su voto de confianza al proyecto de destino turístico cuando otros miran con ojeriza, merece el espaldarazo de los pedernalenses, aunque la visita de Fluxá luzca una respuesta oficialista indirecta a la denuncia del principal diario en español de Europa, El País, a mediados de octubre, sobre el presunto retiro de varias cadenas por falta de garantías en los plazos de ejecución del aeropuerto internacional y de infraestructuras básicas. Le acompañó el titular de la Dirección General de Alianzas Público-Privadas, Sigmund Freund.

El periodista de la sección Empresas del medio extranjero, Carlos Molina, citó como ejemplos de retiro a las cadenas Riú, Meliá y Piñero, entre las que se habían retirado y afirmó que sólo Iberostar participa y operará el primer hotel.

Antes, la misma DGAPP había enviado notas de prensa desmintiendo la denuncia sobre retiro de las empresas anunciadas por el Gobierno para operar los hoteles, y aseguraba que las obras en cuestión están avanzadas.

Cierta o no, la denuncia representa un ruido cuyo eco tal vez no se apague con la respuesta gubernamental. Algo de duda quedará en el imaginario colectivo nacional e internacional. Y no basta con el desmentido.

Las autoridades, por tanto, deben afinar la puntería con las coordinaciones interinstitucionales, de modo que se reduzcan al mínimo las disonancias en discursos de funcionarios respecto del proyecto Cabro Rojo y los privados que el mismísimo Palacio ha animado, como el Bucanyé, en el municipio cabecera, ahora contra la pared por parte de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

El desarrollo hotelero en proceso resulta plausible. Los pedernalenses debemos pujar por su concreción definitiva bajo los criterios de turismo sostenible, como han prometido las autoridades. Velar porque aquello no se convierta en un apiñamiento de gente que, al final, arruine atractivos y todo signo de vida. Debemos ser veedores críticos. Actuar como colectivo, por la sana existencia de la provincia.

Los dueños de Iberostar han garantizado una oferta de turismo cónsona con los parámetros medioambientales establecidos. Adelantan que será modelo.

Les compro la idea.

Ojalá extrapolen sus inversiones más hacia el oeste, a 23 kilómetros, en el municipio cabecera: Pedernales.

Esa comarca está ávida de obras públicas y privadas que animen la economía y la cotidianeidad. Algo hay que hacer ya, porque, si el asunto sigue como va, será fatal el resultado del desbalance entre el desarrollo de Cabo Rojo y las pobres inversiones en los municipios Pedernales y Oviedo, los únicos de la provincia del extremo sudoeste del territorio nacional.

El Gobierno ha sido más que tímido en modernizar las zonas urbanas de estos pueblos de la frontera. No haría mal si abriera el camino a inversores privados, más allá de Cabo Rojo.