Los flujos migratorios que recorren el Caribe, Suramérica y Centroamérica para llegar al norte están generando escenarios complejos de supervivencia humana. Miles de personas en movimiento, por factores políticos, sociales, económicos, ambientales y de cambio climático, huyen de esa triste situación en busca de una mejor vida.

En los últimos años miles de personas atraviesan los espesos bosques de esas zonas. Organizados en hileras humanas y desabrigados enfrentan la inclemencia del clima y el ambiente. Cruzan lugares inhóspitos y peligrosos dentro de las selvas de los países que componen esas regiones.

Grupos de personas que desafían las barreras naturales de bosques, selvas y malezas. Gente que corre el riesgo entre una montaña y otra, las cuales se destacan por sus empinadas superficies y especies de animales salvajes que aterran. Insectos peligrosos que pican y muerden a los viajeros narran la historia de sufrimiento vivida.

El impacto de eventos relacionados con el cambio climático ha generado movilidad humana en la región, y no solo los cambios políticos y sociales están ocasionando esos desplazamientos migratorios en estos continentes, sino también los acontecimientos hidrometeorológicos con sus efectos destructores que estimulan ese flujo humano.

Participé en el taller regional sobre crisis migratorias y movilidad humana en contextos de desastres y cambio climático, y los datos sobre las personas que hacen esas travesías por las selvas que unen a Suramérica y Centroamérica con Norteamérica, es un acontecimiento doloroso. Durante el primer año del Covid-19, unas 2,500 personas quedaron varadas en centros de acogidas de la frontera de Panamá, procedentes de diferentes países, como medidas para reducir el auge del virus.

Las sequias, tormentas e inundaciones, como consecuencia del cambio climático, están devastando producciones y afectando a las poblaciones en riesgo de inseguridad alimentaria, las cuales se ven forzadas a moverse de lugar, y se observa en Centroamérica un aumento de esa práctica.

El evento se realizó los días 28 y 29 de junio, organizado por la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas y el Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres en América Central y República Dominicana.

La formación busca fortalecer las capacidades del personal competente de gobiernos y organismos regionales en aspectos relacionados a la migración impulsada por el cambio climático. Incorpora a las personas migrantes en la preparación y respuesta ante emergencias.

Entre las personas que componen esos grupos migratorios, se encuentran mujeres, envejecientes, niños y adolescentes; en condiciones de vulnerabilidad. Seres humanos víctimas de los más diversos riesgos existentes durante la trayectoria selvática. Embarazadas, bandas que tratan y trafican con personas, niños “sin padres”, y actividades ilícitas hacen partes del tortuoso recorrido.

Pero para aliviar la pesada carga que llevan esas poblaciones en movimiento, y que conforman esos flujos migratorios o de movilidad humana, las autoridades de Colombia, Panamá, Costa Rica y otros países están implementando protocolos de actuación para ayudar a mitigar el sufrimiento; sobre todo para apoyar con ayuda humanitaria el desplazamiento masivo interno y transfronterizo.

Están fortaleciendo las capacidades de respuesta integral de los actores de emergencias ante estos acontecimientos, a través de la coordinación interinstitucional que garantiza la asistencia y protección de los flujos migratorios mixtos.

Los planes definen los pasos a dar para el recibimiento, registros estadísticos, controles e identificación de casos especiales. La atención inmediata con agua potable, alimentos, salud, cuidado especial a víctimas, y finalmente, garantizar el desplazamiento hacia el lugar de destino. Todas esas atenciones ocurren en lugares de acogidas instalados en las fronteras de Colombia, Panamá y Costa Rica.

Las ayudas humanitarias dadas a esos flujos migratorios mixtos es un derecho fundamental que las entidades de protección civil de esos países hermanos cumplen sin discriminar en género, raza y otros temas. No se estigmatiza a esa población en movimiento, de la cual un reducido número se queda asentada en esos territorios, pues la meta para ellos es llegar al norte.