Los partidos políticos, ansiosos por conquistar la simpatía popular en este año pre-electoral, arrancaron desde que entró enero realizando masivas actividades proselitistas. Y con una guerra de encuestas para atraer el voto silente, de los no comprometidos, disgustados e indecisos.
El oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM), los opositores Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y Fuerza del Pueblo (FUPU) publican encuestas que revelan la simpatía de la mayoría de los dominicanos con respecto a los aspirantes presidenciales y congresuales.
El presidente Luis Abinader, del PRM, Leonel Fernández, de FUPU y Abel Martínez del PLD, siguen rompiendo el termómetro del optimismo al dar a conocer que encabezan los primeros lugares de la intención del voto. Pero esto según encuestas pagadas por ellos y/o su organización política.
Otras firmas encuestadoras independientes publican mediciones en la que el presidente Abinader sale favorecido sobre los otros aspirantes.
La firma ABC Marketing recientemente informó que el 60.5% de la población dominicana valora de forma positiva la gestión de Abinader, y que este ganaría con el 51.3% frente a cualquier candidato de la oposición en el 2024.
Por su parte, Markestrategia RD, reveló en otra medición que Abinader ganaba con 47.7 % en la primera vuelta; Leonel un 27 % y Abel con 18.4 %. Y en una segunda vuelta, Abinader ganaría con el 55.1 %.
En Santiago, la firma Herrera Almonte y Asociados reveló hace poco que en un escenario entre Abinader y el alcalde de Santiago, Abel Martínez, el mandatario lograría el 48.51% contra el 48.09% reflejando un virtual empate técnico.
Muchas son las firmas encuestadoras que realizan estudios de campo. Las más conocidas son Gallup, Centro Económico del Cibao, Insight, Asisa, Greenber, Hamilton, Penn-Schoen and Berland, entre otras.
Para realizar sus investigaciones, estas empresas requieren de muchos recursos económicos, por la cantidad de empleados capacitados que utilizan, como encuestadores, analistas y procesadores de datos.
Los estudios de opinión no son solo un gasto de dinero. Los hacen por encomiendas pagadas de empresas e instituciones comerciales interesadas en poner en el mercado nuevos productos, descubrir potenciales consumidores, o conocer posicionamiento de una marca específica.
Son firmas especializadas en estudios de opinión en procesos electorales para conocer la intención de voto, preferencias partidarias y posiciones de los candidatos, asegurando que sus resultados de investigación son cien por ciento creíbles.
Los líderes políticos no financian con sus bolsillos -aún siendo millonarios- el costo económico que genera una campaña proselitista para conquistar una posición electiva.
La Junta Central Electoral (JCE), financia en gran medida a los partidos políticos asignándoles proporcionalmente millones de pesos para que estos cubran sus actividades. Pero estos alegan es los montos asignados son insuficientes.
El nuevo régimen electoral aprobado por el Congreso Nacional sobre el tope de gastos de campaña de los partidos políticos facilita a estas organizaciones buscar mas fondos con financistas y grupos económicos los cuales, por los montos millonarios que facilitan, comprometen hasta el tuétano a los dirigentes y partidos que participan en una contienda electoral.
Estos grupos económicos, con sus “donaciones” de campaña, tienen la oportunidad de ser el poder detrás del trono tan pronto el candidato y el partido financiado llegan al poder. Tienen miles de formas para recuperar su inversión.
Realmente, se termina eligiendo a grupos económicos para que gobiernen, pero representados por partidos políticos.
Controlan los dueños de los medios de comunicación tradicionales, pero aún no logran controlar las redes sociales, la nueva modalidad de comunicación global que usan los internautas del mundo expresando sus opiniones, sus emociones e inquietudes, con textos y videos muy raras veces censurados.
Al controlar financieramente a partidos y líderes políticos, utilizan las encuestas en los procesos electorales como medio de propaganda para acomodar opiniones e influir la intención de voto.
La lucha no es entre partidos políticos que aglutinan cientos de miles de seguidores de hombres y mujeres esperanzados por un mejor porvenir, es la batalla de diversos grupos de poder económico por alcanzar el control del Estado.
Antes de invertir sumas millonarias, se valen de firmas encuestadoras que les suministren información precisa de posibilidades reales de triunfo para garantizar su inversión.
Diversifican su portafolio repartiendo sus “donaciones” entre las mejores opciones de triunfo, conscientes de que también pueden perder.
Con lo invertido en el triunfador, recuperan lo perdido con el perdedor, al triplicar los beneficios de sus negociaciones directas e indirectas con el Estado.
El PLD y la FuPu no necesitan inversionistas de campañas. Se pueden autofinanciar luego de disfrutar de 20 años de gobierno (12 Leonel y ocho Danilo Medina), donde prevaleció con impunidad la corrupción administrativa del Estado.
Los hechos delictivos revelados en ese sentido por la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa, (Pepca), así lo demuestra.
El PLD y la FuPu tienen la fuerza de poder movilizar a miles de militantes y simpatizantes con recursos económicos propios, y crear costosas campañas negativas que afecten al gobierno de Abinader y su partido.
Aun así, no han logrado superar la simpatía y el apoyo a la gestión de gobierno del presidente Abinader como lo revelan las encuestas.