Cada mes en nuestro país hay un motivo para que las tiendas nos bombardeen con su publicidad en los escaparates.

En el mes de octubre comienzan las exhibiciones de los adornos navideños, a mediados de diciembre ya son los juguetes hasta el día de reyes. No bien han pasado los reyes nos dan un descansito para prepararnos para San Valentín, los adornos propios son corazones, cupidos y el color rojo predomina. Pasado este, las vitrinas están adornadas con las banderas y los colores patrios entrelazando las máscaras del carnaval.

El próximo lunes 14 se celebra San Valentín, es  la fiesta más especial para las mujeres. Hablo de antes, pues en realidad no sé si ahora reviste tanta importancia entre los jóvenes.

Dice la leyenda, que San Valentín fue un cura que casaba a las parejas en secreto, ya que estaban prohibidas las bodas católicas para que los jóvenes pudieran ir a la guerra. Este cura fue decapitado un 14 de febrero por lo que se celebra ese día su santo, aunque su festividad  fue retirada del santoral católico.

En cuanto a Cupido, según la mitología romana, es el dios del deseo amoroso, hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra. Se representa como un niño desnudo y alado con los ojos vendados y armado con arco, flechas y aljaba. En la mitología griega se conoce como Eros.

Cupido es ciego, porque el amor no ve con los ojos, sino con el alma y mientras dura la pasión no se ven los defectos del ser amado.

En mi época, la mujer que no recibía un ramo de flores ese día podía considerarse desdichada, era una afrenta frente a sus amigas quienes hacían alarde de las flores, los chocolates, incluso de las serenatas.

Hoy, no tengo mucha información sobre los jóvenes en este día. Enamorarse tampoco es como antes, hablo de cuando “Cuca bailaba”, porque hace ya mucho que mi carnaval pasó.

Era emocionante escuchar serenatas. Yo tuve muy buenas experiencias, con flauta, con guitarra, con violín e incluso, alguien  paró su carro frente a mi casa, puso la radio a todo volumen para que escuchara la canción “Hay noches” interpretada por Francis Santana.

Recuerdo una época en que fui de vacaciones a mi casa, cuando estudiaba aquí en la Capital, que noche tras noche era sorprendida por una serenata. Fueron treinta días en que mi papá peleaba y decía “otra vez con la misma vaina” ya que lo despertaban y no podía dormir.

Como era costumbre muchas veces se daban las gracias. Una noche me habían dado una hermosa serenata con flauta y violín, como no se agradeció, desde fuera dijo el trovador irónicamente, “gracias”, pero mi hermana muy graciosa contestó, “siempre” a lo que el otro dijo, “oye esa desgraciada”, era mi gran amigo.

Otra de las cosas que los jóvenes de hoy no conocen es el “hacer esquina”. Mi casa estaba en una calle perpendicular a otra, en esa había un palo de luz y ahí hasta altas horas de la noche se paraba un enamorado que, como Pedro Navaja, con un sombrero de ala ancha y de medio lao, que le quedaba chulísimo, se ponía a pitar y yo me encaramaba en mi cama solo por verlo de lejos.

¡Qué tiempos esos!

No sé tampoco si a los jóvenes de hoy se les quiere salir el corazón cuando ven a la persona amada. Si se les va el hambre o les da por comer, si saben de cartas, si se emocionan con un atardecer y si las canciones les hacen soñar y si no… ¡Cuántas cosas hermosas se están perdiendo!

Este mes además del amor está dedicado a la Patria, pero en lo menos que piensan los jóvenes y los no tan jóvenes, es en ella.

La Patria está asociada a las fiestas de carnaval. Todos están pensando en las comparsas, los disfraces, los tours, los diablos cojuelos, los “tijnaos’, los robalagallinas, los califés y todos los personajes propios de nuestro carnaval, que a diferencia del mundo entero en que este se celebra el día antes del miércoles de ceniza, nosotros lo celebramos todo el mes de febrero y muchas veces en plena cuaresma.

Pero todas estas celebraciones son las que le dan sabor a la vida.

¡Qué viva el mes de febrero, con todas estas fiestas!