En uno de sus últimos artículos, la antropóloga Tahira Vargas reflexiona sobre el rol que juega el favor en las interacciones sociales de la sociedad dominicana. (https://acento.com.do/opinion/favores-e-interaccion-social-9081073.html).

Tahira afirma que el favor es un garante de la cohesión social en nuestro país. Una sociedad caracterizada por la poca movilidad económica, la exclusión social y la debilidad institucional se encuentra en una situación de precariedad constante. Esta situación promueve el “favor” para obtener un empleo, la “ayuda” para tramitar un expediente incompleto, la “protección” contra un potencial agente dañino o la plegaria para lograr el enchufe en un plan de beneficios sociales.

Como señala Tahira, esta cultura de favores se articula en torno a las complicidades, ocultamientos, simulaciones, mentiras y ausencia de cuestionamiento entre los que son compromisarios de esa red de dádivas.

Se configura un entramado donde se tiene cuidado en “no ofender” al “jefe” con cuestionamientos y donde se asume, por acción u omisión, la complicidad mal sana. Así, el favor se asocia al temor.

No solo existe el miedo a quedar excluido de los potenciales sujetos de favores, si no también, se teme a las características del ejercicio de autoridad de quienes pueden ofrecerlos, quienes, en muchos casos, lo hacen desde una concepción despótica que cubre las relaciones de narcisismo, ira y deshonra. El ejercicio de autoridad se realiza desde un culto exagerado a los agentes que la encarnan y que imponen su voluntad más allá de cualquier principio de razonabilidad.

De este modo, las relaciones sociales se desarrollan de modo autoritario: no hay diálogo, se clausuran las diferencias, se prohíben las disidencias, se marginan las formas alternativas de sentir, de pensar y de vivir.