Entre el tiranicidio de Lilís y el violento ascenso de Trujillo como presidente, muchos autores dominicanos señalaron que las causas del atraso de nuestra sociedad se debían a que la inmensa mayoría de nuestro pueblo estaba formado por campesinos pobres y analfabetos, y sumaban temas raciales y hasta la alimentación de los mismos. Autores como José Ramón López emite juicios como los siguientes sobre la mezcla étnica que dio origen a nuestro pueblo: “La población que encontraron en la isla los Descubridores era mentalmente de una inferioridad desesperante”; sobre los españoles que llegaron indica que: “…era(n), salvo las honrosísimas excepciones que registra la Historia, el soldado ignorante y el vicioso holgazán licenciado de presidio”; sobre los africanos traídos como esclavos por los europeos señala que: “…eran miembros de tribus salvajes, absolutamente ignorante, incapaz de comprender una organización social elevada y de sostenerla (…) la idea de la justicia estaba aún amorfa en su cerebro. La de libertad era una niebla”. Interpretaciones de esa naturaleza y otras igual de fantásticas condujeron a lo que denominamos el pesimismo dominicano. Los pobladores urbanos echaban la culpa de las calamidades que sufría nuestra sociedad a la población rural.

En 1940, ya ubicado en Cuba desde inicios del año anterior, Bosch prologa el libro de Juan Isidro Jimenes Grullón titulado La República Dominicana. Análisis de su pasado y su presente. (La Habana, Arellano y Cía. Impresores, 1940, el prólogo de Bosch es de las páginas 7 a la 15). La tesis de Bosch va en sentido contrario de los pesimistas. Los responsables de nuestro atraso no son los campesinos, sino sus explotadores.

El amor a la patria que Bosch observa en casi todos los dominicanos lo clasifica en tres grupos: 1) “Del amor que pueda tenerle la minoría que a lo largo de su historia se ha beneficiado a sus expensas, nada hay que decir; se comprende ese interesado y hasta cierto punto lógico amor”; 2) “Por ignorancia la ama esa nutrida masa campesina donde se han mantenido sin mengua las virtudes nacionales”; y 3) “…por deber la ama el escaso número de hombres puros y conscientes que desearían hacer de ella lo que sus fundadores pretendieron que fuera: una patria próspera, culta y feliz, de la cual se sintieran orgullosos sus hijos”.

En sintonía con las tesis del libro de Jimenes Grullón, Juan Bosch señala como posibles responsables del atraso de nuestro pueblo a la minoría explotadora, a los que llama pueblitas. Esa minoría se vale de la política para esquilmar la riqueza que producen los campesinos. “…la política pasó a ser industria de la cual vivieron —y viven— aquellos que por ocuparse en ella abandonaron toda labor productiva Esos fueron, fatalmente, los habitantes de las ciudades y pueblos, quienes, más astutos y más preparados, capitalizaron en su provecho el respeto que el campesino tenía al burgués de la ciudad”. Los causantes del atraso dominicano no eran la mayoría campesina (según la tesis pesimista) sino la minoría que los explotaba (tesis Jimenes Grullón y Bosch).

¿Quiénes son parte de ese grupo explotador que Bosch llama pueblitas? “…esa minoría ha estado encabezada por un hombre de garra sostenido por la tropa, y los profesionales de la política (…) una nueva fuerza se unió a ésas. Fue el imperialismo extranjero (en cambio) el intelectual corrompido y el cura no son sino politicastros. En cuanto al ejército, que en una sociedad de normal desarrollo dentro del régimen capitalista es un instrumento de la burguesía, debe ser considerado en nuestro país como un hecho aislado, porque su desenvolvimiento histórico ha hecho de él un cuerpo independiente, y algo así como el vientre malaventurado donde se gesta siempre el hombre de garra que ha de enseñorearse de todo”. Vientre del cual salió Trujillo y que al momento de escribir Bosch este prólogo llevaba su primera década en el poder absoluto del país, como jefe de todos los pueblitas y máximo explotador de todo el pueblo dominicano.

La óptica de nuestro autor sobre los rasgos de esa inmensa mayoría campesina se opone a la postura de casi todos los pensadores dominicanos de su tiempo. Ya en sus cuentos lo percibimos, pero en este prólogo lo detalla con precisión: “…han mantenido sin mengua las virtudes nacionales”; “Puede decirse, sin temor a exagerar, que a la masa campesina se le devuelve en obras útiles sólo una ínfima parte de lo que ella da al Estado en rentas directas e indirectas, y —lo que es peor— que no se la atiende ni remotamente como ella, clase predominante en la producción de la riqueza, merece ser atendida”; “…el campesino vive en la miserable soledad de su bohío, ignorante, enfermo y triste, escasamente algo más que una bestia de trabajo”. Cual Montesinos llamando la atención sobre la población aborigen explotada, así Bosch señala con precisión que los explotados son los campesinos y la causa de todos los males de nuestra sociedad está en los pueblitas.

¿Cuál es la solución? “La República Dominicana está frente a un problema que se resuelve en un círculo vicioso. “Los pueblitas” trajeron el mal, y ese mal degenera cada vez más a “los pueblitas”. No hay más que un camino de salvación: aniquilar a “los pueblitas” como clase dirigente. Planteado el caso en tales términos, surge esta pregunta: ¿Cómo arrebatar el poder a “los pueblitas”? Y la respuesta lógica y espontánea sigue a la pregunta: organizando en partido político a los enemigos naturales de “los pueblitas” a la gran masa campesina”. 32 años más tarde esa inmensa masa campesina votó por Juan Bosch como presidente para precisamente terminar con la explotación de los pueblitas, pero estos maniobraron y lograron derrocar al primer gobierno democrático y justo que tuvo nuestra sociedad.

Tres años después de este texto Bosch tratará el tema de los haitianos. En la próxima entrega lo analizaremos.