“Que unos razonamientos, pues, lo son realmente, y otros, aunque no lo son, lo parecen, es manifiesto(…)Pues también entre los hombres, unos se hallan en buen estado y otros lo aparentan, al modo como las tribus hinchan y aprestan las víctimas de los sacrificios”.(Aristóteles,Refutaciones Sofísticas, 164b)
“La argumentación efectiva emana del hecho de concebir al presunto auditorio lo más posible de la realidad. Una imagen inadecuada del auditorio(…) puede tener las más lamentables consecuencias”( Perelman, Olbrechts-Tyteca, Tratado de la Argumentación, p.56)
Introducción
Las emboscadas, las falacias y las tretas son las armas argumentativas más frecuentes utilizadas por los políticos para derribar a sus oponentes frente a las audiencias en las campañas electorales. Estas audiencias no son homogéneas y tienen posiciones diferentes respecto a lo que dicen los políticos, de los cuales también sacan provecho cuando son visitados por estos. Suelen ser construidas como parte de un trabajo de investigación mercadológica, muchas veces, despreciando sus capacidades críticas para juzgar sus discursos quiméricos. Decía el sofista Gorgias, que si “el público tuviese información y recuerdos correctos de los acontecimientos, la persuasión sería muy difícil”. Por eso, toda argumentación se desarrolla en función de su audiencia en lo que mejor le agrada o desean escuchar, tal y como lo concibieron Aristóteles y Perelman.
En esta ocasión nos proponemos realizar un análisis sumario de las refutaciones suscitadas entre los principales líderes políticos a raíz de los proyectos del fideicomiso de Punta Catalina, la nueva reforma a la Constitución y el manejo de la crisis del alto costo de los productos de consumo masivo en la población[1]. Se hará en claves aristotélicas y perelmianas por sus aportes descriptivos, analíticos y pedagógicos de los usos argumentativos cotidianos. Además, si se hace una analogía entre el sistema político ateniense analizado por Aristóteles, verán que sufría de la misma epidemia del nuestro en cuanto al desgaste de la credibilidad de los que hacen del discurso político una demagogia frente al pueblo.[2]
En el contexto político de esta refutación, el PLD reacciona iracundo contra el gobierno por el combate agresivo en la corrupción y el descrédito de la pasada gestión danilista, provocando la emigración hacia la Fuerza del Pueblo de connotados dirigentes de sus filas, descontento con la cúpula dirigencial. En cambio, Leonel Fernández, se enuncia manso y menos agresivo; trata de utilizar más argumentos, pero no para emboscarlo, sino para exponer que el gobierno ha incurrido en un error que puede enmendar. Ese comportamiento argumentativo se explica porque la administración perremeísta lo ha tratado con mano suave en ese momento en el tema de la corrupción.
En las relaciones entre el Presidente Abinader y Fernández chocan porque el primero ha utilizado epítetos descalificándolo a él y a su homólogo en la oposición sobre la reforma a la Constitución. Decía Aristóteles que el lenguaje se compone más de nombres que de verbos(Libro III, 2, 140ab) porque el sujeto es lo más importante en el discurso.
El uso de más epítetos indica en este caso una muestra clara de una reacción airada del mandatario para desacreditar a la oposición y restar validez a sus argumentos. Mordió el anzuelo de Fernández, que ha sido reiterativo en los ataques frontales para colocarse en la primera posición como opositor. Le saca el jugo al descontento social, económico y de inseguridad ciudadana que vive el país, a juicio de Fernández por incapacidad del gobierno. Aunque en la oposición coincide con las declaraciones del PLD, subjetivamente se muestra muy distante de Medina, como islas separadas por el ancho mar. No hay marcas discursivas en sus refutaciones que los acerquen, sino más bien la distancia, la cruel distancia, aunque no ideológica.
El expresidente Danilo Medina resurge, Sumando Estrellas moradas entre los jóvenes para evitar que vengan depredadores y se lo sigan robando. Como un “Cristo resucitado” propugna por la paz y no por las peleas entre los políticos. No obstante, le echa en cara al Presidente en Azua, con un juego anafórico de etc, etc, etc…, sin emboscar al Presidente, aunque resalta que su gestión fue la mejor y que no es suficiente el tiempo para nombrar tantas obras.
En esta última refutación se perfila la polarización electoral que vendrá. Esperemos que haya más argumentos y menos ideologías partidarias para que pueda enriquecerse el debate. Con la expresión, no mires pa’tras, el Presidente busca pegarse en el lenguaje popular como lo habían hecho las pegadas mercadológicas de Fernández en las campañas electorales con genial acierto: e pa fueran que van, e pa lante que vamos; y la otra del ícono del merenguero popular, el fenecido Johnny Ventura que resonó en la campaña pasada como una especie de himno espiritual exorcizado: Se van, se van…
Concluyo con tres hipótesis:
- Los partidos de oposición juegan al descrédito del mandatario y de su partido como si nunca hubiesen pasado por el capitolio. Eso es peligroso, pues le dan la pala al gobierno para que caven su fosa, hablando en términos de debate. Sus observaciones críticas a los desatinos del gobierno son necesarias y deberían ser más parte de un reclamo del brazo poderoso de la ciudadanía, que luce con los brazos caídos. Sin embargo, me parece que la oposición juega una estrategia peligrosa, sino cambia sus formas tradicionales de hacer política mediática con una audiencia juvenil tan crítica y severa en los juicios a los políticos.
- El presidente Luis Abinader logró zafarse de algunas de las emboscadas con un discurso más sincero y transparente, pero no lo hace calar con profundidad en la cultura popular, donde Fernández tiene mucha simpatía, por más que lo quieran negar. No pudo imponer su voluntad sobre el fideicomiso de Punta Catalina y la reforma a la Constitución, por ahora. ¿Le hará caso al consejo de Hipólito Mejía de usar la mandarria para imponer su voluntad? Está por verse si rompe con su estilo.
- Las refutaciones del Presidente siguen apostando que quiere doblar el pulso a la cultura tradicional corrupta, aunque la población espera más firmeza en su combate, atrapando los pejes gordos, muy a pesar de los ingentes esfuerzos que hace en construir una gestión de cambio, diferente a los anteriores. Hay un choque de cultura política: de un lado de la tradicional que ve el Estado como un botín y un lado de moderna que quiere inaugural el Presidente, aunque este también convive con parte de la cultura tradicional que atribuye poderes extraordinarios al mandatario como único responsable de los males que azotan el país y quien debe resolverlo. Hemos visto a un mandatario anunciar obras monumentales como si los recursos no fueran inagotables.
[1] Para este análisis se han consultado las alocuciones orales y escritas del gobierno y de la oposición en los diarios digitales e impresos dominicanos, canales de You Tube, así como las web oficiales los partidos y el gobierno, primer semestre de este año 2022.
[2] Cfr.Constitución de los Atenienses: 28.
[3] Perelman, et al. Tratado de la argumentación, cap.II: La elección de las cualificaciones.
[4] Crf.Perelman, El Imperio Retórico, Edición de Editorial Norma, Bogotá, Colombia)