El legado de McNamara. El término "efecto o falacia de McNamara" nace a partir de la figura de Robert McNamara, quien aplicó con éxito un enfoque cuantitativo y analítico en el mundo empresarial como presidente de Ford Motor Company. Fue reconocido como uno de los “Whiz Kids” de su generación, por su capacidad de usar métricas para optimizar procesos y maximizar la eficiencia. Sin embargo, su legado es más conocido por su rol como secretario de defensa de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, donde lamentablemente trasladó este mismo enfoque cuantitativo para dirigir ese conflicto bélico.

McNamara confiaba en cifras claras y objetivas como el "body count" (conteo de bajas enemigas o muertes) para medir el éxito militar. Esta obsesión con las métricas cuantificables terminó llevando a decisiones mal informadas, ya que ignoró factores cualitativos cruciales, como el apoyo de la población local, la reputación o la moral de las tropas. La guerra no podía ser ganada simplemente con números, y el fracaso norteamericano en Vietnam es una lección clara de los peligros de depender exclusivamente de datos cuantitativos para enfrentar problemas complejos.

El "efecto o falacia de McNamara" describe esta tendencia a enfocar la atención en lo que es fácil de medir, ignorando lo que, aunque difícil de cuantificar, puede ser fundamental. Este concepto tiene importantes aplicaciones en diversos campos, incluyendo en el sector financiero y, por vía de consecuencia, en la protección del usuario de servicios financieros.

Ficciones atractivas. Las mediciones cuantitativas, como las ratios de capital, las tasas de interés o los informes crediticios, a menudo son vistas como indicadores de la seguridad y solidez de productos en el sector financiero. No obstante, al igual que el "body count" no reflejaba la realidad en la guerra de Vietnam, estos indicadores pueden no captar los riesgos más profundos que amenazan la seguridad de los usuarios de servicios financieros.

Como apuntan los analistas del efecto Mcnamara, existe una tendencia a aceptar sin cuestionar los valores numéricos y adoptarlos como realidad irreprochable. Esto crea "ficciones atractivas" que parecen respaldadas por la evidencia pero que no captan toda la complejidad del problema. En los servicios financieros esta concepción puede llevar a productos complejos que cumplen con ciertas métricas numéricas, pero que fallan en proteger a los usuarios de los riesgos ocultos.

Riesgos de ignorar lo que no se puede medir. Una muestra del efecto McNamara en acción es la crisis de las hipotecas subprime que sacudió al mundo en el 2008, donde los productos financieros parecían en teoría seguros debido a parámetros en apariencia sólidos como calificaciones crediticias. Sin embargo, los riesgos cualitativos como la complejidad del producto y la falta de transparencia no se consideraron adecuadamente. Al final, las métricas fallaron en pronosticar el verdadero riesgo, y los usuarios de servicios financieros y la confianza en el sistema fueron obviamente las primeras víctimas de la debacle.

En ese orden, la obsesión con lo cuantificable lleva a los reguladores y a las instituciones financieras a ignorar aspectos más subjetivos, pero igualmente importantes, como la ética en la toma de decisiones o la percepción real que los usuarios tienen de los productos o servicios que se le ofrecen.

La experiencia del usuario y la trampa de los números. El "efecto McNamara" no es solo una cuestión de exceso de dependencia en métricas cuantitativas, sino una expresión de la tendencia humana a buscar certezas en lo medible, muchas veces a expensas de comprender lo que realmente ocurre en niveles más complejos e intangibles. Este fenómeno se hace evidente en la manera en que las instituciones financieras evalúan el “éxito” de sus productos y servicios, basándose en cifras que parecen sólidas pero que no logran capturar cómo sus usuarios experimentan y perciben esas interacciones.

Aquí, la falacia de la "objetividad" cuantitativa no solo despoja a los usuarios de su capacidad de tomar decisiones informadas, sino que invisibiliza el impacto más sutil —y, en muchos casos, negativo— que el sistema financiero tiene sobre su percepción de control, pertenencia y valor en la economía.

Dinámicas invisibles: ¿Usuarios sujetos u objetos? El gran error que subyace en este enfoque es asumir que los usuarios de servicios financieros son elementos pasivos que pueden ser fácilmente representados por modelos predeterminados. En realidad, las interacciones financieras son mucho más dinámicas y constituyen una forma clave de autodefinición y relación con el mundo económico. Al reducir la experiencia de los usuarios a datos estadísticos, se establece una relación asimétrica en la que el usuario deja de ser visto como un actor capaz de tomar decisiones informadas para convertirse en un objeto de medición.

Los indicadores como el riesgo crediticio, el comportamiento de pago o los índices de satisfacción medidos de manera superficial no logran captar las frustraciones subyacentes que acompañan estas interacciones. Para muchos usuarios, especialmente aquellos provenientes de contextos vulnerables o en proceso de ascenso económico, la interacción con el sistema financiero no es solo una transacción, sino un proceso en el cual negocian su identidad y su sentido de control sobre su futuro.

Un ejemplo clave es cómo las personas en situación de precariedad económica pueden percibir una relación de poder con los bancos: desde la desconfianza hasta una resignación casi fatalista, donde sus decisiones financieras no son vistas como parte de una estrategia de crecimiento, sino como movimientos defensivos en un juego donde las reglas son opacas y están diseñadas en su contra.

Estas mediciones tradicionales no pueden capturar la importancia simbólica del acceso a crédito o la bancarización. Para algunos usuarios, el acceso al crédito en condiciones razonables y justas no solo es una herramienta financiera, sino un marcador de su inclusión en la sociedad económica. Este acceso puede percibirse como un reconocimiento de su dignidad financiera, algo que está ausente de las mediciones que suelen realizar los bancos y las entidades del sector en general.

El contraste es pues profundo: mientras el sistema financiero evalúa al usuario según parámetros fríos y cuantificables, éste, en muchos casos, se enfrenta a una narrativa en la que interactuar con un banco puede tener un peso psicológico muy distinto.

Medir más allá de lo medible. La crítica del "efecto McNamara" aplicada a los servicios financieros nos recuerda que las instituciones financieras deben profundizar en las narrativas y percepciones que acompañan la relación de sus usuarios con el sistema.

Al considerar a los usuarios como meros sujetos de medición, las instituciones financieras no solo pierden de vista el impacto cualitativo de sus servicios, sino también la oportunidad de forjar relaciones más sostenibles y beneficiosas. El enfoque que reduce a los usuarios a cifras ignora una oportunidad clave: al ver a los usuarios como agentes activos de su desarrollo financiero, las instituciones pueden ayudarlos a crecer de manera más integral y prosperar con ellos, nutriéndose a la vez de una experiencia que puede ser explotada de manera rentable y utilizada por la entidad con otros clientes.

El desafío es crear sistemas que no solo midan su “éxito” basándose en estadísticas sobre las transacciones con el usuario o el comportamiento financiero, sino que también comprendan y evalúen cómo los usuarios se ven afectados, en su percepción y realidad, por estas interacciones. Solo cuando las instituciones financieras comiencen a ver a los usuarios como socios en lugar de cifras, sujeto y no objeto, podremos hablar de un sistema financiero verdaderamente inclusivo.

Bibliografía y consultas

Blight, James et  Lang, Janes, The Fog of War: Lessons from the Life of Robert S. McNamara (English Edition);

Fischer, David, Historians' fallacies; toward a logic of historical thought, 1970, New York, Harper & Row ;

Collab Blog Collab Fund (Artículo : Does not compute)·

McNamara, Robert S. In Retrospect : The Tragedy and Lessons of Vietnam, Times Books, 1995