Según sabemos los especialistas en higiene y salud mental, “la desesperanza, sobre todo, cuando viene acompañada de pensamientos suicidas reiterados,  es el sentimiento más suicidógeno conocido hasta ahora, ya que esta estar acompañada de desesperanza, ira, rabia y/o deseos de venganza” (DSM-V, 2028).

Asimismo se sabe que, “si una persona sufre de un trastorno mental grave o está atravesando por un evento adverso de gran intensidad, existe la probabilidad de que esta situación se convierta en un factor de riesgo de alta letalidad, si la persona tiene una baja autoestima y consume alcohol en exceso y uso sustancias prohibidas” (Ayuso-Mateos, 2012).

No obstante, la persona con predisposición a suicidarse, ha vividos o sufrido, sucesos traumáticos en la infancia y/o existe una historia previa de intento de suicidio en la familia. Además, otro factor de riesgo para que una persona se suicide es su inestabilidad psicoemocional, para afrontar los problemas o eventos que, le afectaron o le afectan.

En tal sentido, la predisposición a la que hicimos referencia el párrafo anterior, “interactúa con ciertos factores precipitantes, tales como la bipolaridad, la esquizofrenia y el trastorno de ansiedad, así como el acceso a métodos letales o ésta ha vivido humillación, un  rechazo amoroso o, la quiebra de una actividad comercial o de negocio importante” (Mann, 2005).

Por su parte, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, “la vulnerabilidad psicológica de una persona con idea suicida se acentúa aún más, cuando ésta está separada o no tiene novia, novio o pareja y, al mismo tiempo, es incapaz de hacer frente a las situaciones que le están generando estrés y trastorno de ansiedad” (Blasco-Fontecilla, 2010).

Además se sabe que, “existen  factores generadores de conductas suicidas que son modificables, tales el estrés, la depresión, el miedo, el pánico y el aislamiento social; mientras que, existen otros factores que no son inmodificables, como es el caso del sexo, la edad, su historia familiar y una salud física y mental deteriorada” (Bobes, 2011 y WHO, 2014).

Otros de los factores de riesgos hacia el suicidio es la anorexia en mujeres en las fases avanzadas del trastorno, cuando las féminas adultas-jóvenes han fracasado en su ideal de perfección física. Asimismo, en el caso de las pacientes con anorexia, suele haber además, una depresión aguda, lo que agrava su cuadro clínico.

Según sabemos los especialistas en higiene y salud mental, “los factores predisponentes al suicidio detectados en las consultas, le permite al terapeuta alertar a los familiares del paciente con ideas suicidas, el retiro del arma de fuego que hay en el hogar y algunas estrategias para acompañar y vigilar al paciente 24/7” (David Kung, 2011).

De su lado, “el Trastorno Límite de la personalidad (TLP), caracterizado por impulsividad e inestabilidad emocional, está muy relacionado con los intentos de suicidios, ya que alrededor de un 10% de las personas con TLP se suicidan; mientras que, el otro 90% ha intentado suicidarse, sin lograr consumar el hecho” (Blasco- Echevarría, 2014).

No obstante, “la Psicología y la Psiquiatría saben que, existen alternativas para disminuir los factores predisponentes al suicidio, como es el caso de los animales domésticos (los perros y los gatos), animales estos que se constituyen en escudos protectores en favor de sus dueños, ya que estos animales son cercanos, expresivos, acompañan y les alegran las vidas a sus respectivos dueños” (DSM-V, 2018).

Asimismo, otro protector para “disminuir los factores de riesgos y predisposición al suicidio, consiste en tratar a tiempo la depresión, el  trastorno bipolar, los trastornos adictivos (alcohol y sustancias prohibidas), controlar la anorexia e involucrar al paciente con ideas suicidas para que practiquen natación, baile, actuación, teatro, aprendan a tocar un instrumento musical y la practiquen el deporte de preferencia” (Franko, 2013).

Como hemos visto en el cuerpo de este artículo, el terapeuta, con el apoyo de los familiares de los pacientes con ideas suicidas, deben evitar el aislamiento de éstos/as e involucrarlos/as en actividades u oficios que, los mantengan ocupados la mayor parte del tiempo que éstos/as estén activos/as.

Además, los familiares de la persona con ideas suicidas, deben estar atentos a cualquier comentario o verbalización expresadas por ésta sobre la agudización de sus problemas psicoemocionales, incluyendo la apatía a ingerir alimentos, asearse, la cantidad y la calidad del sueño, si ésta está tomando alcohol en exceso o sustancias prohibidas, ya que la mayoría de los factores predisponentes al suicidio, están comuflagiados en un entramado psicopatológico extremadamente complejo.

Finalmente, el suicidio sigue siendo un tema difícil de analizar y discutir públicamente, dado su estigma, su incomprensión y, la falta de conocimiento de la mayoría de las personas, sobre cómo manejar y/o tratar las enfermedades mentales que afectan entre el 10 y 15 por ciento de la población mundial.

“Si usted conoce a una persona que tiene pensamientos o ideas suicidas o ha intentado suicidarse, escúchele con atención, pues la escucha es un antídoto poderosísimo para prevenir el suicidio” (DTGM, 2023)