1.- Un poeta peruano apellido Moreno Jimeno

Manuel Moreno Jimeno (1912-1993), nació en Lima, hijo de Ignacio Moreno Montes y Agripina Jimeno Romero, por lo tanto, no es un seudónimo sino su verdadero nombre. Mientras, Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), nació en Santo Domingo,  hijo de Domingo Moreno Arriaga y María Josefa Jimenes.

Es poco menos que imposible que uno supiera de la existencia del otro a pesar de otra coincidencia curiosa: Ambos pertenecen a la vanguardia de sus países.

Y siguen las coincidencias: El Moreno nuestro publica en 1916 sus dos primeros libros: Promesa y Vuelos y duelos, a sus 22 años y el peruano debuta con Así bajaron los perros, en 1934, a esa misma edad. Aunque con temáticas diferentes. El criollo es un poco romántico y el limeño tan político, al extremo de padecer persecuciones y cárcel en 1935 y en su segundo: Los malditos, 1937, insiste en el tema, siendo encarcelado nuevamente, y en 1939.

El nuestro nunca fue condenado, aunque recibiera una tanda de golpes que le propinaron los invasores yanquis en 1920 por atreverse a formar parte de un grupo de periodistas y escritores que se opusieron a esa invasión.

Manuel Moreno Jimeno.
  1. Poetas Vanguardistas

Mientras el peruano se gradúa en la Universidad Mayor de San Marcos en Letras y Educación, el nuestro  estudió para maestro.. Ambos ejercieron el magisterio: Otra coincidencia.

Moreno Jimenes  en su tercer libro,  Psalmos, 1921,  se inicia en las vanguardias creando el postumismo. Moreno Jimeno  participa de la vanguardia peruana, suprimiendo signos de puntuación  y usando espacios para señalar las pausas.

Lamentando  no poder mostrar ejemplos de ellos, salvo en algunas negritas.

  1. Poemas de Manuel Moreno Jimeno

¿Qué tan  distintos son estos dos poetas con apellidos tan parecidos?

Empecemos con el peruano.

Hoy el tiempo

Hoy el tiempo no cambia
ya no pasa más
tiene un solo color
el color violento de la sangre.

Su boca
sus ojos crueles
sus manos duras
aún se abren
para arrojar del espacio
de la noche crispada
todo su cieno.

Hoy el tiempo arde
y detenido muere
deshaciéndose.

 

 

 Cae la hora

 

Cae la hora
de confundir nuestros rayos
con la noche que se abate.

Con el grito esplendoroso de los hombres
acaba su oro macabro
vierte interminable el líquido infando
doquiera remonta a los ojos
vulnera la simiente.

Nada escapa al loco ocaso
de la noche sangrienta.

Tras la hora que cae
abren brecha nuestras llamas.

En los vacíos abiertos
toda la muerte violada.

En los vacíos abiertos
levanta el día
lucientes fuegos.

 

      Esta inmolación es la tuya

 

Llega hasta ti frenética
la voz del día,
su persistente látigo inflamado.

Torna tenaz el odio enloquecido,
su relámpago negro.

No hay noche virgen que no treme;
sombra alada.

Esta inmolación es la tuya.

Te encaminas tras el cortejo del día desierto.

A la sombra tras el cortejo del día desierto.

A sombra traviesa
te envuelve la ráfaga hiriente de la tempestad.

Se abate allí a ciegas
tu cabeza errante.

 

En los días abiertos

 

Al fondo de tus ojos
todos los fuegos de la tierra.

El aire la luz el agua
la misma piedra dura
se enardecen con tu sangre.

Bajo las albas
en la ardiente tempestad
de tus desvelados ojos
con su hermosura
de rayos y de llamas.

 

Vemos, que el tocayo peruano es un poeta que aquí llamarían “interiorista”, por lo menos en estos 4 poemas que es cuanto hemos podido encontrar del peruano, donde apenas podríamos encontrar vestigios vanguadistas, con versos “libres” a veces asonantados y algunos signos.

 

4.- Cinco poemas de Moreno Jimenes

Domingo Moreno Jimenes, joven

 

A Rubén Darío

Después de haber leído “Prosas Profanas”

 

Aún no te conocía, poeta de los cisnes;

Y no debe extrañarte, pues no conozco a nadie:

Entré solo en el Arte, y aquí solo me tienes

¡Alzándome en la cumbre mirífica del Arte!

 

Soy una fuente seca que agua no vierto ahora,

Porque para verterla de extraños manantiales

Prefiero ser estéril toda mi larga vida

Siempre que siga nívea la albura del plumaje…

 

¡Poeta! Yo he sabido que se ocultan feroces

Críticos estupendos detrás de los juncales

De gramáticas torpes, de retóricas ruines

Pretendiendo cerrarnos el paso; mas, los vates

(Nosotros) perseguimos con las frentes erguidas

Adelante en la senda que marcó en el combate

De nuestros interiores espíritus sublimes

Ese faro altanero, nuestro instinto. ¡Adelante!

 

Que haya espinas ¿qué importa si los rosales tienen?

¿Y quién teniendo espinas huye de los rosales?

Si gozamos los dones de la sacra belleza

¿Qué importa que nos hieran, que importa que nos claven?

 

Que mientras grazna el cuervo, la chicharra revienta.

Revolotean los buitres esperando el desastre,

Con fe en los ideales escalamos la cumbre

¡Y seremos estrella–fe de los ideales!

De Promesa, 1914

 

La cita

 

Llevaba una caléndula en la mano, entreabierta.

Sus ojos parecían dos soles negros. Toda

ella temblaba muda de pasión y de miedo.

En su semblante pálido florecían dos rosas.

 

Un estremecimiento su ser ya casi exánime

recorrió. Yo sentía su corazón ardiente

latir. Nos separamos sin hablar. Un reloj

que sonaba a esa hora me recordó la muerte.

De Psalmos  1917 

 

Resumen

 

La vieja y el niño en la cocina

discuten.

Yo me pongo a soñar con las brumas

de la tarde.

De improviso de un labio,

hecho a exhalar simplezas y vulgaridades,

salió esta encantadora frase:

El humo no es blanco sino azul.

Si, niña, el humo es azul.

¿Y hoy es cuando lo sabes?

Del fogón brinca una lluvia

de estrellas.

Por la esquina pasan dos pequeñuelas

[con galán pálido.

Dos solteronas cruzan una mirada

de lince.

El astuto del padre,

ríe,

y su risa es cruel y es aguda como una saeta.

El vecino mar se divisa una goleta que parte.

Si a continuar pensara hablaría

[de la petulancia de unos senos.

(Aíslarse,

no hay para ser feliz como aislarse).

De Psalmos, 1921

 

Beatriz

 

Nos servían helados

candorosas niñas

vestidas de blanco.

 

Las señoras sonrientes

hablaban de  sus peregrinaciones

a un país lejano.

 

Un ramillete de galanas rosas

se marchitaban por olvido

sobre una consola de mármol.

Rondaban por el tranquilo cielo

una paloma con su palomo al lado.

 

El parque  y el vergel se estremecían…

Entonaba el ambiente

como un aroma vago…

Unas muchachas desvaídas

en una charla que se desvanecía en la confidencia

turbaban la monotonía del ocaso…

De improvisó llegó una joven

que debió tener luto fresco

pues hasta tenía húmedas las manos.

 

Parecía un personaje de novela

y era sólo una virgen de veinte años,

que al decir de sus demás amigas,

nunca había amado.

De Decrecer  1919

 

Maestra

 

Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,

su humo de sol,

su organillo de pájaro…

Háblanos del plátano que rezaba a la sombra

y del guineo que amarillaba junto al oreganito.

Del maizal que nos confirma que en América

no es exótico ni lo rubio ni lo negro.

Maestra, no te muestres tan distraída ante

[tus parroquianos hombres…

Piensa que ser mujer,

y mujer con m minúscula,

es de todas las cosas lo que en verdad te importa.

Trocar los sexos, ¿y con qué objeto

siendo como eres en realidad,

[de un sentir prolijo y tierno?

Así: minuciosa, sensible y sumisa

te soñó mi egoísmo,

y te anhelan mis hijos que están

[en gestación desde la infancia.

La religión de América, 1941

 

Escogimos esos poemas no “tan interioristas”, que los hay muchos en  Moreno  Jimenes, claramente postumistas por demás en la absoluta libertad de la versificación.

Al encontrarme con ese poeta peruano con unos apellidos casi iguales a los del nuestro, de lo que nadie hasta ahora se había dado cuenta, sentimos una vez más la demostración de que, aparte de la hermandad de la lengua española, pocas cosas nos unen y siguen siendo grandes las distancias culturales y físicas que nos dividen, a pesar de las facilidades actuales para interactuar por la Web que están al alcance de la mayoría.