En Haití 5,601 personas murieron en 2024 a causa de la violencia generalizada, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Este país que comparte la isla La Española con la República Dominicana hace años que se desangra por la crisis económica, política y social.
El caos se ha agravado tras el asesinato a tiros del presidente Juvenel Moise mientras dormía en su residencia de Petion Ville, la madrugada del 7 de julio de 2021, a manos de 28 mercenarios contratados en Miami, Estados Unidos.
Pandillas apadrinadas por políticos y empresarios mafiosos y narcotraficantes dominan calles. Allí, la autoridad se perdió hace mucho.
La última vez que celebraron elecciones fue el 20 de noviembre de 2016 cuando eligieron como presidente a Moise para un período de cinco años, desde el 7 de febrero de 2017 hasta el 7 de febrero de 2022.
De 6 millones 189 mil 253 votantes, sufragó 1 millón 120 mil 662. Del total de votantes, 590 mil 927 (55.60%) favorecieron a Moise, mientras que 207 mil 988 lo hicieron por Jude Celestine (19.57%), su más cercano contendor. Participación 18%.
La población haitiana se estima en 11 millones 772 mil 557, un incremento de 41.8% respecto de 2020 (8.3 millones), la mayoría deambulando por el mundo para sobrevivir, especialmente en la República Dominicana. La superficie territorial es de 27, 750 kilómetros cuadrados.
En medio de la anarquía sueñan con elecciones para este año. “Haití anuncia elecciones para 2025 en medio de una situación agónica”, tituló el 21 de septiembre de 2024 el medio periodístico frances24.com una nota atribuida al experto de la ONU sobre derechos humanos, William O Neill, quien ha advertido que la situación se agrava.
Haití, en su condición actual, representa un grave peligro para la existencia de la República Dominicana y la estabilidad del resto del continente, coinciden expertos y organizaciones internacionales.
La ONU tuvo una misión fallida en ese país (2004-2017), a través de la Misión Internacional para la Estabilización de Haití o Minustah.
Entró en acción luego de la “intervención militar” que reemplazó al presidente Jean Bertrand Aristide por Boniface Alexandre. Y gastó 346 millones de dólares por año. En cuanto a su desempeño hubo resonantes denuncias sobre violación de menores y de haber llevado el cólera causante de una epidemia que alcanzó a la RD y mató decenas de personas.
Desde 2024, fuerzas kenianas actúan allí para tratar de contener a las pandillas que aterrorizan en las calles.
Al noroeste de La Española, la nuestra, está la isla mayor del archipiélago de las Antillas, Cuba, en paz y con innegables logros educativos, culturales y en salud, pero agobiada por un brutal bloqueo económico protagonizado por Estados Unidos desde 1962, luego que se decantara por el socialismo. Tiene una población de poco más de 11 millones habitantes en una superficie de 109,884 kilómetros cuadrado.
La ONU ha sido consistente desde 1992 con su rechazo masivo al bloqueo porque viola la Carta de las Naciones Unidas e impide el desarrollo sostenible de la patria de José Martí.
En su Asamblea General, realizada en octubre 2024, 187 países rechazaron el bloqueo, dos estuvieron en contra (Estados Unidos e Israel) y se registró una abstención (Moldavia).
El representante del organismo en la isla, Francisco Pichón, comentó recientemente: “Compartimos el criterio de que el bloqueo, las restricciones unilaterales externas, la exclusión de Cuba de mecanismos e instrumentos financieros internacionales, son un gran obstáculo para su desarrollo sostenible”.
En la práctica, nadie ha hecho caso a las reiteradas resoluciones de la ONU avaladas por votaciones masivas favorables.
Ahora, de repente, expresidentes agrupados en Iniciativa Democrática de España y las Américas (Idea) exhiben un ímpetu inusual por instalar en el palacio de Miraflores de Venezuela a un candidato presidencial que se declaró ganador de las elecciones del 28 de julio de 2024, Edmundo González Urrutia; sin embargo, optó por abandonar el país para hospedarse en España el 8 de agosto.
El Consejo Nacional Electoral declaró ganador al actual presidente Nicolás Maduro (51.2%) frente a González Urrutia (44.2%).
Desde entonces, la oposición venezolana, con el apoyo protagónico de Estados Unidos, ha intensificado los ataques internos y desde sus tribunas internacionales con miras a disuadir a las autoridades actuales del país sudamericano con la mayor reserva petrolera del mundo (303,800 millones de barriles), seguido por Arabia Saudita (258,600 millones) e Irán (208,600 millones). Venezuela también cuenta con grandes yacimientos de oro, hierro, carbón, bauxita, níquel, diamante, litio, entre otros. La patria de Simón Bolívar, en 2024, verificó 28.4 millones de habitantes. La oposición política sostiene que 9 millones de ellos han emigrado.
Laura Chinchilla (Costa Rica), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Mireya Moscoso (Panamá), Andrés Pastrana (Colombia), Jorge Quiroga (Bolivia), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Jamil Mahuad (Ecuador), Felipe Calderón y Vicente Fox (México) han sesionado en Santo Domingo en víspera de la toma de posesión de Maduro, el 10 de enero de 2025.
Se justifican en la defensa de los valores democráticos, pero la izquierda y analistas sostienen que se trata de una intromisión en los asuntos internos.
La beligerancia exhibida ahora por los citados expresidentes de Latinoamérica a favor de la oposición venezolana resulta inversamente proporcional a su inercia y su silencio tenebroso respecto de las 32 resoluciones consecutivas de la ONU exigiendo el levantamiento del embargo de 62 años contra Cuba y, sobre todo, frente al matadero de humanos en que las mafias han convertido a Haití, donde el 40% de su población está en pobreza extrema (en AL es cerca de 6%) y la única democracia que conocen es la de las balas, tirarles a los aviones cargados de pasajeros, quemar hospitales públicos y poner el “collar del suplicio”.
Las personalidades que nos han visitado con fines políticos no dejaron en sus respectivos países un legado que les eternizara cuando les tocó ejercer la presidencia, pero –aun en el otoño de sus vidas- pueden construirlo en honor a la democracia pregonada.
Ahí están las disposiciones del centro emblemático de democracia que es la ONU, y el infierno representado por Haití.