The Crowded Room es una serie de Apple TV+, inspirada en el libro de Daniel Keyes The Minds of Billy Milligan. El relato consiste en el estudio de la vida de Danny Sullivan, quien fue arrestado por tentativa de homicidio en contra del padrastro. Tan pronto es apresado, es asistido por una psicóloga que detecta que tiene síntomas de un Trastorno Múltiple de la Personalidad, actualmente conocido como Trastorno de Identidad Disociativo (DSI). En la investigación del historial de vida de Danny, vemos que sale a relucir que fue víctima de abuso sexual infantil por parte del padrastro y cómo va enlazando ese trauma no tratado con el trastorno, lo cual es abordado en el juicio.

Esta serie llamó mi atención por la labor del psicólogo dentro del ámbito penal, y el desafío que enfrenta la perito para demostrar las capacidades limitadas de Danny Sullivan, como para cumplir una condena en prisión. Otro elemento fue cómo el tribunal abordó la cuestión a pesar de que en dicha época ese trastorno no había sido reconocido aun por la comunidad científica.

Según el DSM-5, el TDI lo considera como una perturbación de la identidad que se caracteriza por dos o más estados de la personalidad bien definidos. La perturbación de la identidad implica una discontinuidad importante del sentido del yo y del sentido de entidad, acompañado de alteraciones relacionadas del afecto, el comportamiento, la conciencia, la memoria, la percepción, el conocimiento y/o el funcionamiento sensitivo-motor. Adicionalmente, señala los lapsos recurrentes en la memoria y cómo afectan estos síntomas al que lo padece en cuanto al funcionamiento social, laboral y otras áreas.

Refiriéndose al sentido del yo, Ruiz Fernández y Rodado Martínez sostienen que “la experiencia unificadora del yo consiste en una integración de los pensamientos, sentimientos y acciones dentro de una única personalidad. Aunque esta experiencia unificadora está perturbada en los trastornos disociativos, estos pacientes exhiben diferentes grados de disociación que van de lo normal a lo patológico.” Y prosiguen señalando que “se caracterizan por alteraciones en la organización integrada de: -la identidad; -la memoria; -la percepción; -o la conciencia.”

Quiere esto decir que la persona que lo padece cambia por completo su personalidad, entrando casi en un estado hipnótico, ya que otra identidad asume el control, con todo lo que esto implica.

Teniendo esto en cuenta, fue interesante observar cómo la psicóloga verificó los síntomas y trabajó de cerca con el penalista para lograr que Danny Sullivan fuera declarado inimputable sobre la base del trastorno que padecía. De manera que, juntamente con el defensor, se entregaron a la tarea de demostrar ante el jurado que el procesado no era responsable de los actos ya que no contaba con el dominio de sus facultades.

Tiffon (2008) define el término de imputabilidad como el “concepto jurídico de base psicológica, el cual comprende el conjunto de facultades psíquicas mínimas que debe reunir un sujeto autor de un delito con objeto a ser declarado culpable”. En puridad, se hace una evaluación mental y psicológica para determinar si la persona a la que se le imputa un hecho reúne las características para declararlo penalmente responsable y aplicar una condena en proporción al hecho.

Cuando se evalúa la imputabilidad de un individuo que ha cometido un hecho, se toman en cuenta dos factores: la capacidad volitiva y la capacidad cognitiva. Tiffon (2008), los describe de la siguiente manera: “a) que en el momento de la acción el sujeto posea la inteligencia y el discernimiento de sus actos (capacidad cognitiva); b) que el sujeto goce de la libertad de su voluntad o de su libre albedrío (capacidad volitiva).”

Si se demuestra, a través de la evaluación o Informe de un psiquiatra forense, que dichas condiciones fueron afectadas como consecuencia de un trastorno o enfermedad mental grave, es posible que el juez lo acoja y declare al procesado como inimputable (lo exima completamente de responsabilidad penal) o semiimputable. Sin embargo, si bien es cierto que no se aplica una condena, el deber del psiquiatra es realizar una valoración del riesgo midiendo la peligrosidad de la persona con el objetivo de recomendar el tratamiento que aplicaría. En definitiva, lo que tiende a suceder, en los casos en que la legislación penal lo contemple, es que el Tribunal otorgue una medida de seguridad disponiendo su internamiento en un hospital.

Así concluye la serie, a pesar de que un principio todo parecía indicar que sería condenado, el empeño de la psicóloga, el penalista y Danny Sullivan, pues, mientras era interrogado, se produce un cambio brusco de personalidad, el tribunal acoge los argumentos de la defensa, fallando a favor y le impone una medida de seguridad.

En conclusión, este tipo de casos es una demostración del grado de responsabilidad penal que podría tener una persona que padece un trastorno o enfermedad mental grave, y la participación del psicólogo o psiquiatra forense en el ámbito legal que permita, mediante su conocimiento y experiencia, facilitar y proveer las herramientas necesarias para que el juzgador lo tome en consideración al momento de fallar en uno de estos casos.