Millones de ciudadanos estadounidenses y naturalizados completaron el pasado 29 de octubre su proceso de votación de forma anticipada, o por adelantado, en los estados que así lo permitían.

Cerca de 60 millones de votantes cumplieron ese proceso para indicar a quien quieren como presidente y vicepresidente de los Estados Unidos para el período 2025-2029, teniendo como principales rivales al republicano Donald Trump y a la demócrata Kamala Harris, actual vicepresidente.

El proceso masivo de votación será el martes 5 de noviembre para completar los 244 millones de personas hábiles para votar.

Pero no será hasta el miércoles 11 de diciembre, cuando los delegados de los colegios electorales, amparados por los votos mayoritarios emitidos en cada estado, decidan de forma directa a favor del expresidente Trump, de 78 años, o la vicepresidente Harris, de 60 años.

De ganar Trump sería su segundo mandato presidencial. De lograrlo Kamala, sería la primera mujer, de raza negra e hija de inmigrantes que llega a dirigir los destinos de EE.UU.

Trump ha centrado su campaña contra los grupos étnicos de origen hispano y afroamericano con comentarios xenófobos y racistas, atrayendo como todo un imán a favor de su candidatura a una élite de conservadores blancos no hispanos, de gran poder económico e influencia política.

Igualmente, a supremacistas radicales blancos, a los anti feministas, anti inmigrantes y machistas que se oponen a que una mujer sea presidente de EEUU.

Para romper el bipartidismo, aparecerán en la boleta de los electores Jill Stein, de 74 años, oriunda de Chicago, Illinois, representando el Partido Verde, y quien seleccionó como compañero de boleta a la vicepresidencia al historiador Rudolph "Butch" T. Ware, un musulmán de 50 años, con orígenes en África Occidental.

Un cuarto candidato presidencial es el activista Chase Oliver, de 39 años, nativo de Nashville, Tennessee, quien representa al Partido Libertario.

Estas elecciones presidenciales y congresuales han generado muchas expectativas a nivel mundial debido a que, según las encuestas de reputadas firmas de opinión, hay un empate técnico entre los dos principales contendores.

Al finalizar octubre, con respecto al voto popular, las firmas encuestadoras FiveThirtyEight, CNN Poll of Polls, The New York Times y Siena College, revelaron por separado un empate técnico: Kamala 48% y Trump 47%, con una diferencia de +/- 2.2%.

Pero, como el voto popular indirecto y mayoritario no establece el triunfo de candidato alguno, ya que son los votos de los delegados de los colegios electorales que definen el ganador, es que la lucha entre Trump y Harris se centra en conquistar los siete estados claves, y que mayor número de delegados aportan los electores el 5 de noviembre.

En las elecciones presidenciales de 2016, la candidata por el Partido Demócrata, Hilary Clinton, ganó el voto mayoritario, pero perdió en los votos emitidos en los colegios electorales, dando el triunfo a Trump.

Para estas elecciones, los llamados estados-bisagra son: Nevada (6 votos electorales), Arizona (11), Wisconsin (10), Michigan (15), Pensilvania (19), Georgia (16) y Carolina del Norte (16), sumando en conjunto 93 de los 270 votos electorales necesarios para ganar la presidencia.

Para aumentar la distancia sobre Trump, los demócratas intentaron sacar ventaja de un chiste racista que pronunciara el comediante Tony Hinchcliffe en un evento político celebrado en el Madison Square Garden de Nueva York, la semana pasada.

Su expresión de considerar a Puerto Rico como “una isla flotante de basura en el medio del océano”, levantó la mayor de las críticas contra el candidato republicano por parte de la comunidad puertorriqueña dentro y fuera de la isla.

Lo peor de Trump es que aún no se ha disculpado por lo ocurrido ni ha recriminado a Hinchcliffe por esas expresiones, dando visos de su aprobación.

Prueba de ello es que en su propio discurso, Trump repitió algunos de sus comentarios contra la migración hispana, la que califica como la enemiga a lo interno de EEUU.

Persiste en convencer a la población estadounidense de que detendrá la guerra entre Rusia y Ucrania y la escalada militar entre Israel, Hezbolah, Hamás, Siria y el Líbano si llega a ser electo presidente.

Ha denunciado que ha sido con el visto bueno de la administración demócrata que las escaladas militares en Oriente Medio, Rusia y Ucrania se ha incrementado, llegando al borde de una posible tercera guerra mundial.

Sin embargo, ambos candidatos han manifestado que mantendrán el apoyo económico y militar a Israel, nación que muestra con orgullo al mundo la destrucción total de la Franja de Gaza con sus bombardeos indiscriminados, en la que han matado a millares de hombres, mujeres y niños palestinos inocentes.