La gestión del riesgo de desastres, conforme pasa el tiempo, ha mostrado un avance que refleja un adelanto impresionante en estos días. Su progreso ha dejado atrás las ideas que la concebían como algo exclusivo del sector asegurador, cuyo origen se remonta a la Edad Antigua de la civilización griega.

Desde el momento en que nace la gestión del riesgo, la misma es definida como un área dinámica, capaz de transitar un camino apoyada en otras ramas del saber.  En 1960 la contribución de las ciencias a la humanidad se concretó también en aportes notables para el desarrollo de este campo.

A los años 60 se le atribuye el despegue del crecimiento tecnológico de casi todas las áreas, a pesar de las opiniones encontradas, se le reconoce como el tiempo de la proliferación de la invención. Es la etapa en la que se logran los avances relacionados con la exploración espacial, las computaciones, la internet, el rayo láser, entre otras.

La gestión de riesgos de desastres igual experimenta un auge en esa época debido a su relación con la seguridad de los sistemas de ingenierías aeronáutica y nuclear, y de manera especial, por el uso que el sector militar le diera en los países en conflictos bélicos en ese momento.

En el 1970 se incorpora, al ámbito de las calamidades, el término de gestión del riesgo de desastres. Las teorías del desarrollo observan a las poblaciones que aumentaban sus condiciones de vulnerabilidad frente a catástrofes de origen humanas y naturales y se plantean la forma de reducirlas.

La declaración de Estocolmo, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, realizada en Suecia en 1972, adoptó un conjunto de principios que respaldaron el derecho al desarrollo sostenible y a la protección del medio ambiente.  Desde ese instante, se incorpora la relación de los desastres con el medio ambiente y la sostenibilidad.

Una de las proclamas de la Conferencia de Estocolmo expresa: “La protección y mejoramiento del medio ambiente humano es una cuestión fundamental que afecta al bienestar de los pueblos y el desarrollo económico del mundo entero”.

Los escritos expresan también que los 80 y 90 sentaron las bases para el llamado a que se prestara mayor atención a los problemas ambientales de manera integral. Un esfuerzo para contribuir de ese modo a la disminución de los daños que los seres humanos y países industrializados ocasionaban al planeta y que incrementaban el riesgo de desastres.

Como antecedentes existen múltiples manifiestos de 1990 expuestos en eventos internacionales que siguen siendo fuentes de consultas al momento de referirse a la gestión del riesgo de desastres. Las proclamas que hoy podemos consultar se redactaron en los cónclaves que tuvieron lugar en muchas partes del mundo. Por ejemplo, la Declaración del Decenio Internacional para la Reducción de Desastres Naturales (1990-1999) y sus reuniones evaluadoras.

Continuaron la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo y la Agenda XXI, efectuada en Río de Janeiro – Brasil en junio de 1992; y luego en Nueva York en junio de 1997. El Foro del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (DIRDN) en diciembre de 1999. La Conferencia “Más seguro en el Siglo XXI: Reducción de Riesgos y Desastres”.

Las Conferencias de las Partes, conocidas como Conferencias de los Estados, iniciadas en 1995 en Berlín, Alemania, la cuales marcaron la historia al mostrar interés y mayor preocupación por los efectos del cambio climático global.  Le sigue la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible de 2002, en Johannesburgo, Sudáfrica. La Conferencia Mundial sobre Reducción de los Desastres, realizada en Kobe y Hyogo, Japón, durante el mes de enero del 2005-2015.

Hay que subrayar que la Conferencia del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, realizada en la tercera Conferencia Mundial de Naciones Unidas, celebrada en Sendai, Japón, el 18 de marzo de 2015, actualiza las líneas generales de la conferencia de Kobe y Hyogo, y evalúa y monitorea, en la actualidad, las acciones de los Estados y gobiernos partes en la materia.

Los años 1990 al 2000 son para la gestión integral de riesgo de desastres de singular relevancia, ya que en esa etapa son acogidas las llamadas declaratorias del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, impulsadas por Naciones Unidas.

Desde la perspectiva del desarrollo la reducción del riesgo de desastres trasciende a partir del 2000, pasando a contribuir en la actualidad para un futuro equitativo y sostenible. No es casual que República Dominicana promulgara la ley 147-02 en esos años, estableciendo el marco jurídico de la gestión del riesgo de desastres que hoy tenemos.

En todas partes del mundo las diversas áreas del saber están valorando estos temas, y se sienten comprometidos al agregar a los planes estratégicos de desarrollo las temáticas de la gestión integral del riesgo de desastres. En nuestro país, por ejemplo, desde el 2013 se viene hablando de una reforma de la ley 147-02, un marco legal de la prevención, mitigación y respuesta que apenas se encuentra en pañales.

Continuará…

Nota: las fuentes bibliográficas las indicaremos en la parte número 3.