Manuel Mora Serrano en su monumental obra Postumismo y Vedrinismo. Primeras vanguardias dominicanas (Editora Nacional, 2011) dice que José Joaquín Pérez es el pionero del criollismo en el país, en la postrimería del siglo XIX. Para el premio nacional de literatura (2021), este poeta decimonónico tuvo una notable influencia, en los poetas posteriores, por su llamado a cantar lo criollo, incluso a la mujer negra y mulata. Es consabido que el criollismo es, con todas la de la ley, el antecedente más notable a las vanguardias dominicanas por su esfuerzo de innovación poética, en cuya arenga se establece una especie de proyecto literario diferenciable respecto al ejercicio poético del momento.
En un pasaje que cita Mora Serrano, Pérez dice a los jóvenes poetas lo siguiente: «Hablarle del mundo conocido, de las flores silvestres, de las selvas, de ponerlo en contacto con la pompa virgen (sic) de esta monumental naturaleza, de pintar a golpes de la luz del trópico a la criolla de cutis canela, a describir torrentes y montañas cuanto con vida vigorosa alienta en la fértil región americana ¡en nuestra hermosa, exuberante zona!» (Mora Serrano no refiere la fuente).
Mora Serrano comenta del autor de las Fantasías Indígenas algunos poemas en donde se refleja este ejercicio poético criollista; sobre todo los del folleto La industria agrícola; pero deja de lado otros poemas dignos de análisis no solo en cuanto al criollismo, sino también en cuanto a reflejar la mentalidad de la época, y posterior, sobre algunos tópicos. Es el caso del poema dedicado a Etnaí, el cual transcribo para que sea fácil el acceso a esta joya del mito sexual de la mujer negra en el país, incluso frente a la mulata, que aquí le llama trigueña y a la supuesta india (que aquí no hace referencia al color de la piel, sino a la raza desaparecida). Disfrutar, luego comentamos.
A ETNAÍ
¿Que si es bella Etnaí? ¿No lo es acaso
El violado clavel, al que no igualan
El nítido jazmín, el blanco lirio,
Y ni aún el mismo nardo le aventaja?
Y ¿quién es Etnaí? Joven oriunda
De las salvajes tribus africanas
Nacida en el Maniel. Graciosa perla
Que en belleza compite con la garza.
De abierto tulipán el tinte negro
Su bello rostro de azabache esmalta,
Y asoma tras la risa de sus labios
De ricas perlas, primorosa sarta.
Verdad que sus cabellos no se extienden
En luengos rizos por ebúrnea espalda;
La cabeza orgullosa ostenta altiva
Bucles rizados por candente lava.
En la curva turgente de su seno
Los dos globos artísticos resaltan
Cual en las negras sombras de la noche
Las radiaciones de la Vía Láctea.
No es la bella Etnaí tímida corza,
Humilde oveja, ni paloma mansa,
¡sino altiva leona de Numidia
Y de Guinea indómita jirafa!
Se suele deleitar la joven india
Oyendo el dulce susurrar del agua,
Y la linda trigueña se enamora
Del erguido penacho de la palma;
Mientras que sólo a mi Etnaí conmueven
El ciclón que los árboles desgaja,
El turbulento mar que brama airado
Y el trueno que retumba en la montaña.
Y…¿me ama Etnaí? Cuando sus ojos
Se fijan en los míos…cuando estalla
En súbita explosión su amor sublime…
!a la incógnita región vuela mi alma!
No contienen sus besos el almíbar
Que en blanda cera las abejas labran,
Sino el fluido eléctrico que enciende
Del cráter de un volcán la hirviente lava.
¿Comprendéis a Etnaí? No es la criolla
Sierva del hombre y del amante esclava;
¡Es la reina de Saba que domina
Al más sabio de todos los monarcas!
Nutren su corazón dignas virtudes;
Su ideal es pura democracia.
¡Poetas, saludad a la joven negra,
Oriunda de las castas africanas!
(José Joaquín Pérez, 1883)