1.- Con este escrito no pretendo hacer un catálogo de los vicios que adolece la sociedad dominicana actual, sino exponer algunos fenómenos nocivos que pueden ser tomados como referencia para comprender, por vía de comparación, la existencia de otros de igual naturaleza presentes en nuestro medio social.

 

2.- En el cerebro del ser humano se fijan reglas que le guían en sus actuaciones en el medio social donde desarrolla sus actividades; esa forma de actuar viene a definir no solo su conducta, sino su particularidad, su perfil espiritual.

 

3.- Un hombre o una mujer se manifiesta en uno u otro sentido dependiendo del lugar que ocupa en el ordenamiento social, la influencia ideológica negativa o positiva que ha asimilado; así como los principios y costumbres que pueden influir en su accionar material o espiritual.

 

4.- El cuerpo social dominicano es un terreno adecuado para que predomine el egoísmo sobre el altruismo. Se ve como raro aquel que se comporta con gestos de desprendimiento, sin procurar fines ulteriores; la codicia prima ante la generosidad franca.

 

5.- El individualismo conduce necesariamente a una conducta que cuadra perfectamente bajo un sistema en el cual el egocentrismo es guía de entes sociales que ven en la ausencia de desprendimiento una actitud ética.

 

6.- El ciudadano o la ciudadana que con sus actuaciones lesiona a la comunidad, es el vivo ejemplo de quien ha abrazado la concepción individualista.

 

7.- Es el desaprensivo que dirige sus actos por la línea del atrevido, y en su mente ligera no hay espacio para la prudencia y la reflexión,  es el conductor o chofer que anda por nuestras calles y avenidas guiando su vehículo en forma imprudente.

 

8.- El delivery que se mueve por nuestras calles, manejando su motor sin ningún control ni prudencia, expresa así su sentido de desprecio a la ley, a la vida de los demás, su apego al libertinaje, y el convencimiento que tiene de que está viviendo en un medio social santificado por el desorden y la impunidad.

 

9.- El vecino que escucha su música con decibeles altísimos lesionando los oídos de sus otros vecinos, procede con la creencia de que actúa correctamente porque su nivel de educación, su falta de pupitre, cuaderno, libro y lápiz, lo hacen un hombre tarado por el sistema y, principalmente, por el sistema educativo dominicano que hace creer a muchos que son letrados, cuando en verdad no son más que analfabetos funcionales, y sin educación doméstica.

 

10.- El indecente, prototipo de sociedades dominadas por los vicios sociales, con sus actuaciones sirve de modelo a quienes proceden con descaro contra todo lo que significa delicadeza, dignidad y respeto y, al igual que aquellos que utilizan la politiquería y los negocios sucios para hacer dinero, sirve a nuestro pueblo como referente impúdico, ausente en su conciencia de todo lo que significa hidalguía.

 

11.- Para que el chisme llegara a convertirse en una industria, como bien dijo en su oportunidad el profesor Juan Bosch, la sociedad dominicana tenía que haber llegado, como llegó, a un estado de descomposición social, ético y moral sumamente bajo, lo que se evidencia por la aceptación que se hace del intrigante, mentiroso y vulgar.

 

12.- El que hace uso de los medios de comunicación para lanzar veneno difamatorio contra hombres y mujeres de bien, no ejecuta otra cosa  que poner  su cerebro letrino, como digno ejemplo de un ser humano arropado por la podredumbre de un orden social decadente, sustentado en una moral de cafres; quien daña con su pluma, le repugna el sentido humanitario; disfruta la crueldad y el sufrimiento de los demás. La bestialidad es su divisa.

 

13.- Disfruta con el engaño quien atrapado por un sistema social moribundo como el que impera aquí, carece de decoro y talento para vivir con dignidad ante sus conciudadanos; no resulta difícil vivir del timo. El engañador, con su lenguaje fraudulento, vive de timar a los decentes.

 

14.- Un medio social que respira moral de cafres, cuadra perfectamente con un ordenamiento basado en fuentes de ingresos provenientes del lavado, narcotráfico, juego de azar, tráfico de personas, inmigración ilegal y la prostitución en toda su línea.

 

15.- Los integrantes de la sociedad dominicana, en su generalidad, están perdiendo la capacidad de asombro ante la criminalidad, la delincuencia, el robo de los fondos públicos, y otras acciones delictivas, porque las perciben como formando parte de la cotidianidad, algo que sigue al actual orden social como la sombra al cuerpo.

 

16.- Nuestra sociedad no sanciona moralmente al tramposo porque la moral del actual orden social está acorde con el comportamiento de ese tipo de persona, que tiene como línea de conducta la cultura del estafador y el farsante.

 

17.- En un ordenamiento social que solo sirve para ser lanzado al zafacón de la historia, abundan aquellos que como seres humanos carecen de la más mínima integridad, totalmente contaminados. En esencia son subproductos de la sociedad enferma.

 

18.- En un medio como el nuestro, dominado por la mercancía dinero, la honra, al igual que la honorabilidad, carece de sentido. Aquí se ha olvidado que un ser humano sin honra es peor que un muerto en vida; integridad y honor, para muchos, poco valen ante el dinero.

 

19.- La elasticidad moral que rige bajo el sistema que impera en nuestro país, la misma que se adapta a la conveniencia e interpretación de cada quien, es tan flexible que sirve por igual a honrados y ladrones; es ajustable al comportamiento de serios y sinvergüenzas.

 

20.- En un ordenamiento social agotado, una familia deteriorada, una escuela ineficaz, y un medio social contaminado e insostenible, resulta difícil la existencia del progreso de la ética y la moral ciudadana.