Entre la corrupción y el fanatismo la sociedad dominicana tiende a degenerar sin importar cuanto bienestar económico genere. Se ha vuelto cuestión cotidiana el racismo, la misoginia, la homofobia, el odio a los pobres y las apelaciones a la magia. La educación pública, la de las mayorías, sigue en el piso y hasta los mismos estudiantes están conscientes de sus falencias. Un abusador golpea a una mujer y es grabado y casi termina siendo un héroe. Se inaugura el absurdo de una valla en la frontera y hasta los mismos hechos económicos demuestran que no es capaz de continuar. La violencia contra las mujeres sigue en las noticias y encuestan demuestran que tiene el respaldo de muchos de los hombres, y peor aún, de los jóvenes. Se intenta justificar legalmente el abuso contra los niños y brindar impunidad a quienes lo hacen. Son tantas las señales de descomposición de nuestra sociedad que los ejemplos apabullan.
No hay forma de construir una sociedad decente sin no es sobre la base de la racionalidad y el reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos que habitan en nuestro territorio. Todas las formas de discriminación son medularmente inaceptables. Cualquier apelación a la magia o el destino denigra el espíritu de quienes son sumidos en el oscurantismo y bloquea el acceso a la ciencia y la tecnología que son las formas humanas más dignas de resolver los graves problemas de la humanidad, además del diálogo y la fraternidad. Que tengan tanta difusión el rechazo a las vacunas nos muestra cuan atrasados estamos.
El acceso a la racionalidad, a la ciencia, a la tolerancia y el reconocimiento de la igualdad debe ocurrir en la escuela, si fuera posible desde el hogar, pero es inaceptable que la escolaridad no forme en esos elementos y valores. Los maestros con perfiles de fanatismo religioso, con actitudes racistas y homofóbicos, sin olvidar la baja calidad de su formación profesional, son abundantes en nuestro sistema y constantemente recibimos testimonios de estudiantes que les enseñan disparates.
Otro factor que contribuye a la irracionalidad es la producción de material en las redes sociales que son descargas de los sentimientos más nocivos y la propagación de falsedades. La mayor parte de los jóvenes y adultos carecen de criterios para filtrar lo que leen en las redes sociales y por eso es tan fácil manipular a la mayoría. La democracia está contantemente en riesgo en la actualidad con tantas mentiras que se dicen, basta pensar en un Trump, Bolsonaro y hasta lo que se miente sobre el caso Ucrania-OTAN-Rusia.