Todos hemos sido testigos del debate que se ha suscitado en algunos interactivos y programas de la radio y la televisión nacional con relación a  ¿qué es más importante a la hora de ser favorecido con el voto: la estructura partidaria o el liderazgo político?

 

Podríamos abundar con muchos más ejemplos, pero por asunto de tiempo y espacio, solo tomaremos los emblemáticos casos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y Nayib Armando Bukele Ortez (Nayib Bukele). El primero, llevó a la presidencia de México un movimiento de reciente creación, “Movimiento de Regeneración Nacional” (MORENA); y el segundo, en peores condiciones, tuvo que cambiar, seis meses antes de las elecciones, el emblema de un relegado grupo electoral, para competir con los dos partidos tradicionales y mayoritarios del sistema. Hablamos de la “Gran Alianza por la Unidad Nacional” (GANA), que llevó Bukele a la presidencia de El Salvador, resultando elegido con el 53.10%, sin necesidad de una segunda vuelta.

 

Con solo comprobar lo dicho en el párrafo anterior, podemos inferir que, la “gran pregunta”, ya ha sido contestada.

 

MORENA obtuvo su registro ante el Instituto Nacional Electoral en julio de 2014, bajo el nombre “Movimiento de Regeneración Nacional”, con Andrés Manuel López Obrador como fundador, quien, cuatro años después, lo llevó al poder, enfrentándose a los “Partido Revolucionario Institucional” (PRI), fundado en 1929, el cual había gobernado México durante 70 años consecutivos (1930-2000) y, “Partido Acción Nacional” (PAN), fundado en 1939, mediante el cual, Vicente Fox 2000-2006 y Felipe Calderón 2006-2012, llegaron a la presidencia de la república.

 

GANA nació en la década de 2010 como “partido bisagra”, bajo el nombre “Gran Alianza por la Unidad Nacional”, quedando eliminado en su primera contienda electoral del 2 de febrero de 2014, en coalición con el “Partido de Concertación Nacional” (PCN), y el “Partido Demócrata Cristiano” (PDC), al quedar en un lejano tercer lugar en el número de votos obtenidos frente a los candidatos presidenciales del “Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional” (FMLN) y, la “Alianza Republicana Nacionalista” (ARENA).

 

GANA, cuatro años después, 3 de febrero 2019, logra llegar al poder bajo el liderazgo político de Nayib Bukele. Sin este liderazgo, nunca lo habría logrado.

 

Es pertinente resaltar que, tanto López Obrador como Nayib Bukele, eran figuras ampliamente conocidas en sus respectivos países por haber ocupado cargos relevantes de elección popular, lo que constituye la base de su ya reconocido liderazgo político.

 

Afirmar que la estructura es lo determinante en el éxito de una organización, es desconocer los rudimentos de la “Nueva Gerencia Pública” (NPM), por sus siglas en inglés, y el papel que esta le asigna al liderazgo. Tanto la estructura, organización y funcionamiento de cualquier empresa u organización, pública o privada, asicomo su plan estratégico institucional, son el resultado de la visión del líder y los objetivos, metas y resultados trazados por éste.

 

“El liderazgo es lo esencial para el desarrollo y supervivencia de cualquier tipo de organización” (Koontz, Harold, 2004). Si no fuese así, tanto el “Partido Revolucionario Dominicano” (PRD), como el “Partido Reformista Social Cristiano” (PRSC), se hubiesen estado disputando el primer lugar, no sólo en ésta, sino en las pasadas elecciones.

 

Históricamente, el liderazgo ha tenido múltiples formas de manifestarse. Es uno de los atributos fundamentales y objeto de estudio de la Ciencia Política. Sin considerar superada la definición de carisma planteada por Max Weber, el líder político actual no tiene características, rasgos o atributos especiales. Posee un grado mayor de habilidades políticas y personales que el resto de los miembros de una sociedad. El liderazgo político obedece más bien a la trayectoria de vida, a los rasgos personales, al entorno, proyecto, agenda y, contar con seguidores que compartan su propuesta. Sin seguidores no puede haber liderazgo.

 

Para hacer más preciso el objeto de nuestro análisis, tomaremos como modelo a Leonel Fernández. El líder político, el estadista más acabado (para muchos el único), con que cuenta la República Dominicana. Su carisma, el cual surge de su personalidad y de su formación, ejerce una atracción especial sobre las masas que lo siguen. Sus características de personalidad son las que muestran un control absoluto de sus emociones, estabilidad, seguridad y don de convencimiento, tanto por la claridad de sus argumentos como por la confianza que le otorgan sus seguidores.

 

La Ciencia Política ha prestado más atención al estudio de los actores colectivos del sistema político, como los partidos, sindicatos, grupos de interés, grupos de presión, movimientos sociales, etcétera, y poco al papel que juega el liderazgo. El liderazgo consiste en la influencia que tiene el líder en sus seguidores. Su autoridad se basa en el reconocimiento que los miembros de una comunidad le tienen, tanto a su rol como a su persona.

 

Leonel Fernández ha venido armando cuidadosamente sus redes de lealtad para mostrar no solo su arrastre y popularidad, sino también la aceptación y el apoyo de una buena parte de la ciudadanía, más allá de la organización política en que haya participado, teniendo cualidades propias de un liderazgo de tipo carismático. La fuerza de su liderazgo radica en que suma y capitaliza la indignación social. Su base social ya no la conforman solo los pobres, sino los indignados. Aquí se encuentra su potencial político.

 

Leonel Fernández refuerza diariamente su papel de referente político mediante su capacidad de hacerse ver o, lo que es igual, llamando la atención de los profesionales de la comunicación y hacerlo de tal modo que sirva a los intereses de la imagen pública personal y la del partido al que representa.

 

El hecho de crear su propio partido ha sido positivo para el liderazgo político de Leonel Fernández, al dejar de coexistir con las corrientes y grupos que le eran adversos en el PLD. En el caso de la “Fuerza del Pueblo” (FP), ejerce una enorme influencia entre sus miembros, a grado tal que no cuestionan su proyecto ni sus decisiones. Con esta visión ha ofrecido a sus seguidores objetivos comunes con los que se identifican sin reservas.

 

Las propuestas políticas de Leonel Fernández son atractivas para sus adeptos, los indecisos y los que habrán de seguirle. Con su discurso logra comunicar ideas, transmitir sus objetivos y justificar sus decisiones. Tiene un estilo propio que le imprime a sus acciones y, cuando lo considera necesario, llama a sus seguidores a la movilización.

 

La visión política de Leonel Fernández es el resultado de combinar su formación y su biografía personal con el contexto histórico y social en que ha desarrollado su carrera.

 

¡Leonel Fernández, un líder auténtico que tiene referentes políticos e históricos propios!