Continuamente vemos en los medios tradicionales, así como en las redes sociales, informaciones respecto de diferentes procesos judiciales de tipos penales que van desde coalición de funcionarios, prevaricación, asociación de malhechores, estafa contra el Estado, sobornos, crímenes y delitos de alta tecnología, lavado de activos, incluso casos de asesinato con ribetes dignos de un documental o serie de televisión.

Observamos que diferentes medios de comunicación y personalidades realizan cobertura informativa de los procesos investigativos y juicios, dentro de una alta competencia, asumiendo roles muy activos, cuestionando al inculpado, a la víctima, a los testigos, entrevistando abogados, haciendo uso del rumor público y formulando opiniones y conclusiones, construyendo lo que pudiéramos calificar de “juicios paralelos”.

Por otro lado, vemos a los abogados de los inculpados, con una estrategia de defensa oportuna para un tribunal, pero carente de la mínima estrategia de comunicación para manejar esta información en torno al caso o su cliente ante la prensa y opinión pública.

Una estrategia de defensa y una estrategia de comunicación en torno a un caso penal, tendrán lugar en dos escenarios totalmente distintos, con públicos disimiles,  porque mientras en el juicio ante un tribunal, una estrategia de defensa implicará abordar una serie de aspectos técnicos legales que van desde la mediación o negociación, hasta el cuestionar las pruebas o procedimientos, incidentes, entre otros; en la estrategia de comunicación deberá estructurarse  el mensaje que queremos transmitir en torno al caso,  analizarse las respuestas a los continuos cuestionamientos de los que será objeto nuestro cliente en ese proceso, definirse claramente un vocero o portavoz, pues todo lo que se ventilará   atacará la  reputación del acusado, e implicará la formación de una percepción general de los diferentes públicos.

Es preocupante observar abogados en los medios, con procesos judiciales  en curso, muchos de ellos excelentes penalistas, manejar ante la opinión pública su teoría del caso, sin contar con ningún conocimiento o asesoría en materia comunicacional. Y, además, sin saber que se tiene en las manos, no solo la libertad y los intereses de su cliente imputado, sino, que se tiene la reputación de ese individuo, que repercutirá incluso en su entorno familiar.

De ahí la vital importancia de un manejo estratégico a nivel de comunicación de toda la información, tanto de la persona, como del caso y eventual y oportunamente de los medios de defensa que se ventilarán, todo dentro de una marco coordinado y establecido, para abordar en las diferentes etapas procesales las informaciones pertinentes.

Desde nuestro punto de vista, como profesionales del derecho y de la comunicación, un juicio implicará indefectiblemente en sí, un manejo de crisis.

Una estrategia de comunicación podemos definirla, como un conjunto de acciones comunicativas a realizarse para lograr los objetivos, por esto, lo primero debe ser estructurar estos objetivos claramente, analizando los tecnicismos legales de manera objetiva para que pueda transmitirse un mensaje coherente, claro, preciso y oportuno en la fase procesal que se encuentre.

Asimismo, se debe comprender e identificar los públicos a los que se dirigirá esta comunicación, para que se adapte a estos, pues la realidad es que los abogados resultan ser muy técnicos al momento de abordar los temas legales, pero este lenguaje jurídico no es conocido por todos los públicos, incluso, muchos comunicadores desconocen estos aspectos, razón por la cual, debe elaborarse un mensaje comprensible para la mayoría.

Los objetivos definidos, serán comunicados por medio de diferentes estrategias de comunicación, que deberán ser elaborados de acuerdo con una serie de factores a ser analizados dentro del caso legal. Generalmente los abogados penalistas suelen tener dominio de la oratoria forense, que es el tipo de oratoria implementada en los tribunales de justicia, pero esto no necesariamente implica un manejo a nivel de comunicación estratégica, por lo que la asesoría de un profesional de esta área resultará de vital importancia para lograr los objetivos ante la opinión pública.

Un juicio puede o no perderse ante los tribunales y esto implicará unas consecuencias desde el punto de vista legal, pero la condena, muchas veces anticipada, de los medios de comunicación y la opinión pública, sepultarán moralmente y sin atenuantes, la reputación y vida del inculpado y su familia, incluso antes de la sentencia definitiva, y es por esta razón que una estrategia de comunicación es indispensable, juntamente con la estrategia de defensa.

La autora es Abogada Penalista con Maestría en Comunicación Corporativa. evelynrojaspereyra@gmail.com