Irán e Irak son dos países cargados de privilegios y glorias compartidas en tiempos idos. Respectivamente, fueron cunas de dos civilizaciones tan antiguas como señeras: la Elamita y la Sumeria, cuyas contribuciones a la escritura, la arquitectura y las artes fueron colosales. Sus historias son impresionantes por la creación de riqueza cultural, ciencia y desarrollo tecnológico; legados que beneficiaron de múltiples maneras el progreso de la civilización.
Sin embargo, factores geopolíticos, sectarios, religiosos, territoriales y regionales explican que, por siglos, la constante de sus relaciones haya sido una extensa cadena de tensiones, a veces turbulentas. ¡Dos países tan ´cerca de Dios y tan lejos de la convivencia en paz´! Son ironías y paradojas de la historia de los reinos de este mundo.
De un lado está Irán, hogar del antiguo Imperio Persa, uno de los más grandes y poderosos de su tiempo, que desempeñó un rol crucial en la propagación de la cultura y la tecnología en la región y el mundo. Sus rasgos culturales, tan antiguos como deslumbrantes y complejos, fueron forjados al son de guerras y más guerras, centenarias confrontaciones, sucesiones de imperios, y amargas derrotas bélicas. A base de intensos y extendidos tiempos bárbaros. Sumando a su formación haberes de múltiples civilizaciones que contribuyeron, en mayor o menor medida, a fraguar una sólida identidad cultural y resiliencia nacional.
Entre las influencias antiguas y modernas que dejaron huellas estructurantes del actual Irán resaltan: i) la Civilización Elamita (alrededor del 3500 a.C.): habitaron la región que hoy es Irán, dejando una influencia temprana definitoria del carácter y la cultura iraní; ii) el Imperio Persa, particularmente el Imperio Aqueménida (s. VI a.C.): fundado por Ciro el Grande, fue una de las civilizaciones más influyentes en la historia de Irán, destacando valores como la eficiencia administrativa, la promoción de la cultura y la tecnología, así como la promoción de la tolerancia religiosa; y iii) el Imperio Parto (alrededor del 247 a.C.): reflejó una marcada influencia en la historia y cultura iraní, especialmente después de la caída del Imperio Aqueménida.
Asimismo, iv) el Imperio Sasánida (s. III – VII d.C.): marcó un período descollante en la historia de Irán. Contribuyeron al desarrollo del zoroastrismo, una de las religiones más antiguas del mundo, y tuvieron un impacto duradero en la arquitectura y en la poesía; y v) el Imperio Islámico (s. VII d.C. – s. XIII d.C.): en que, Persia se convirtió al islam, oficiando desde entonces como un extendido centro cultural y religioso de la mayor relevancia en el mundo islámico, con rica tradición de poesía, filosofía y arte.
Además, vi) dinastías posteriores: en que, varias dinastías islámicas (los samánidas, los safávidas y los qayar, principalmente) gobernaron Irán en diferentes momentos, dejando cada una huellas duraderas en la formación de la cultura e identidad iraní; y vii) la época contemporánea: en que, Irán ha experimentado influencias occidentales, especialmente durante la dinastía Muhammad Reza Shah Pahlavi (1925-1979), el último Sha de Irán, caracterizado por la intensa intervención de potencias occidentales (Estados Unidos y Reino Unido, principalmente); así como la Revolución Islámica (1979+), liderada inicialmente por el Ayatolá Ruhollah Musavi Jomeini, que transformó a Irán en una república islámica.
De su lado, Irak. Es un país situado la región de Mesopotamia, el corazón de Oriente Medio. Fue cuna de un conjunto de civilizaciones antiguas que forjaron su carácter, su historia y su cultura. Destacan principalmente, i) los sumerios (3500-2000 a.C.): una de las civilizaciones más antiguas y avanzadas de la historia humana que se estableció en Mesopotamia (“tierra entre dos ríos”: Tigris y Éufrates), localizada en partes de Irak y Kuwait, respectivamente. Entre sus legados está la escritura cuneiforme, una de las primeras formas de escritura de la humanidad; la construcción de ciudades avanzadas; y otros desarrollos culturales y tecnológicos; y ii) el Imperio de los Acadios (alrededor de 2334 a.C.): conquistaron a los sumerios, y fundaron uno de los primeros imperios conocidos en la historia; dejó una marca duradera en la cultura y la administración mesopotámica.
Asimismo, iii) los babilonios (1792-1750 a.C.): en que, bajo el reinado de Hammurabi, la Ciudad de Babilonia fue un importante centro cultural y político; quedó como legado el Código de Hammurabi, uno de los primeros conjuntos de leyes y reglas escritas para el funcionamiento de la sociedad babilónica; y iv) el Imperio Asirio Neoasirio (desde alrededor del 911 a.C. hasta el 609 a.C.): establecieron un imperio militarmente poderoso en Mesopotamia, con Nínive como capital. Son conocidos por sus conquistas territoriales y su eficiencia en la buena gobernanza del Imperio.
Además, v) los Persas Aqueménidas (finales del s. VI a.C. – principios del s. IV a.C.): en que, bajo el control de Ciro el Grande, los persas establecieron el Imperio Aqueménida, que abarcaba gran parte de Mesopotamia, con Babilonia como centro cultural y administrativo del imperio; vi) el Imperio Islámico (a partir del s. VII d.C.): en que, la conquista islámica y la conversión al islam tuvo un impacto significativo en Irak; Bagdad se tornó en un importante centro de la civilización islámica; vii) el Imperio Otomano (s. XVI-principios del s. XX): en que, por varios siglos, Irak estuvo bajo control de los otomanos, lo que influyó sensiblemente en la cultura y la administración de la región; y viii) Época Contemporánea (1925 hasta acá): en que, Irak ha experimentado la influencia de las potencias occidentales, especialmente durante la era colonial y la ocupación posterior a la I Guerra Mundial.
En definitiva, ¡dos países y dos tradiciones históricas y culturales tan hermosas y robustas!; dotados de legados en términos de ciencia, medicina, arquitectura, arte islámico, literatura, filosofía, poesía, danza, música… ¡tan impresionantes, recios, valiosos y diversos! Y, sin embargo, con una relación histórica tan conflictiva, y un potencial sin fin para la gestación de horrorosos tiempos bárbaros.
Fue el caso del conflicto armado que se desató entre, de un lado: la República Islámica de Irán, bajo el liderazgo de Ayatolá Ruholah Jomeini; y del otro lado: Irak, bajo el liderazgo de Saddam Hussein: La Guerra entre Irán e Irak (1980-1988). El que ha sido el conflicto bélico más largo, devastador, ruinoso y cruento entre los dos países, detonó con la invasión de Irak a Irán, dejando profundas cicatrices en la historia de Oriente Medio y en la conciencia global.
La narrativa justificatoria fue compleja. Sustentaron la confrontación bélica, las tensiones territoriales y las creencias religiosas. De su lado, Irak argüía que invadió para defenderse de la influencia revolucionaria del régimen iraní; y, además, proteger sus intereses territoriales. Mientras que, del bando de Irán, se planteaba la defensa contra la agresión iraquí, y en pro de salvaguardar y defender los ideales islámicos.
En concreto, intersecciones de un conjunto de factores configuraron el entorno para el estallido de la guerra. Principalmente, i) disputas fronterizas y territoriales: ambos países sostenían tensiones relativas a la delimitación de sus fronteras, especialmente en la región de Shatt al-Aarab; y ii) dinámicas religiosas y étnicas, rivalidades sectarias: en que, Irak (mezcla de chiitas y sunitas) mostraba preocupación y recelos por la influencia religiosa proveniente de Irán (predominantemente chiita) sobre la población iraquí.
Asimismo, iii) ambiciones regionales: en que, ambos países buscaban consolidar sus influencias y liderazgo político y económico en la región; y iv) control del Golfo Pérsico: Irán e Irak comparten costas en el Golfo Pérsico y tenían interés en controlar la navegación y los recursos petroleros en la zona.
Además, v) el apoyo internacional: ambos bandos fueron respaldados por diferentes actores internacionales. De un lado, Irak: recibió apoyo de naciones árabes y occidentales; en tanto que, Irán tuvo el respaldo de Siria y grupos libaneses como Hezbolá; finalmente, vi) la inestabilidad interna: tanto Irán como Irak enfrentaban desafíos internos. Algunos líderes vieron en la guerra una oportunidad de concitar el apoyo nacional al desviar la atención hacia un enemigo externo.
El drama humano
Por su larga duración, más el empleo de tácticas de aniquilamiento y armamento brutales, la guerra Irán-Irak causó una gran devastación enorme, dejando huellas duraderas en términos de i) pérdida de vidas humanas: mal contados, se estima que murieron entre 500 mil y 1 millón de combatientes y civiles, de lado y lado; a los que se sumaron cientos de miles más, que sufrieron en carne viva y espíritus propios los combates, ataques aéreos y terrestres, así como las condiciones precarias que sobrevivieron. Complicó la cosa el uso de armas de destrucción masiva, causando daños a largo plazo en la salud de la población; y ii) destrucción y desplazamientos: en que, ciudades, aldeas e infraestructuras sufrieron daños catastróficos ocasionados por los bombardeos y enfrentamientos.
Asimismo, iii) sufrimiento humano: cientos de miles de familias fueron desgarradas, comunidades enteras fueron devastadas, y muchas personas fueron afectadas por traumas físicos y emocionales persistentes a lo largo de sus vidas; v) costo de oportunidad: el impacto fue devastador en las economías de ambos bandos; visto que, recursos ingentes que podrían haberse empleado para el desarrollo y el bienestar de la población fueron destinados a sostener la maquinaria bélica y el esfuerzo de la guerra; y v) secuelas sicológicas: la guerra dejó cicatrices profundas y duraderas en quienes sobrevivieron a los enfrentamientos, incluidos no combatientes que fueron afectados. Los traumas, la ansiedad y la depresión fueron una realidad común entre iraníes e iraquíes que vivieron de cerca la vorágine de la violencia y la destrucción.
Además, vi) división social y política: la guerra exacerbó divisiones sociales y políticas preexistentes a lo interno de los países. Muchas lealtades se fragmentaron, y las tensiones internas se intensificaron; al tiempo que, las personas luchaban por sobrevivir en medio de un conflicto tan desgastante y destructivo; y vii) consecuencias a largo plazo: tales como, problemas de salud derivados de las armas químicas empleadas, alteración en las relaciones internacionales, y una región atrapada por la desconfianza, la inestabilidad y las tensiones geopolíticas.
Mahmoud Dowlatabadi (Irán, n.1940-), escritor influyente, en: “Kelidar”; Hasam Blasim (Irak, n.1973-), director de cine y escritor, en: “The Corpse Exhibition”; Mahmoud Saeed (Irak, n.1939-), novelista, en: “The World Through the Eyes of Angels”; Shahrnush Parsipur (Irán, n.1946-), escritora, en: “Women Without Man”; y Sinan Antoon (Irak, n.1967-), poeta, en: “The Corpse Washer”. Son muestras de los muchos autores y sus obras literarias (novelas, cuentos, poesías, guiones) que ofrecen perspectivas conmovedoras y humanas sobre el impacto de la guerra Irán-Irak en la vida de las personas en la región en su conjunto, abordado el drama humano desde perspectivas y estilos propios.
Con poderosos y vívidos relatos, ofrecen una visión profunda de las consecuencias devastadoras de la guerra en la vida de las personas y en la sociedad (Dowtalabadi); o bien, relatos de historias oscuras y conmovedoras que exploran las consecuencias de la guerra y la vida de los comunes en medio del conflicto bélico (Blasim). Asimismo, historias de niños que vivieron el drama de la guerra y la opresión bajo el régimen de Saddam Hussein (Saeed).
O bien, narran la vida de mujeres en Irán: cómo se ven afectadas por la política y la sociedad, incluida la guerra (Parsipur); o la vida de un iraquí que trabaja como lavador de cadáveres, una profesión que cobra la mayor relevancia y significado en medio de la guerra (Antoon).
En nota común, reflejan la atmósfera de incertidumbre, sufrimiento y desgarres humanos experimentados en medio de la guerra, mostrando cómo la esperanza, la compasión y la empatía perduran, incluso en circunstancias tan extremas.
“La guerra, un monstruo hambriento de almas, devoraba la tierra que una vez fue fértil y ahora se manchaba de sangre y luto. Los campos de batalla, antes verdes y apacibles, se convirtieron en cementerios de sueños rotos. Las lágrimas y los gritos de las madres y las esposas resonaban como un lamento constante en el aire viciado por el humo y la pólvora. Hombres jóvenes, con miradas endurecidas por el horror, marchaban al frente, donde la muerte acechaba en cada rincón. En medio de la oscuridad de la guerra, la humanidad se veía atrapada en un torbellino de destrucción y desesperación, y la pregunta desgarradora que persistía era: ¿cuántas vidas más se llevaría esta voraz bestia de la irascibilidad?” (CHATGPT; un descriptivo vívido de la guerra Irán-Irak).
Enseñanzas
La Guerra Irán-Irak fue un capítulo oscuro en la historia de la región Oriente Medio que dejó lecciones dolorosas sobre los horrores causados, y la importancia de diligenciar soluciones pacíficas a los conflictos. Subrayó el valor de la diplomacia y la cooperación internacional como herramientas para prevenir conflictos bélicos. Entre las lecciones aprendidas del drama humano que significó, resaltan las siguientes:
1ro. El valor de procurar el diálogo. Años de lucha, destrucción, sufrimiento y muertes mostraron que la guerra no era la vía eficaz para resolver las diferencias y tensiones preexistentes, y que el diálogo y la negociación eran fundamentales para evitar un mayor derramamiento de sangre. La guerra Irán-Irak quedó como un recordatorio trágico del horror causado por los conflictos armados, y de sus abrumadores impactos en las vidas de las personas, de las comunidades y de los países participantes.
2do. Del costo humano y económico. Fue uno de los conflictos más largos y sangrientos del s. XX. Los cientos de miles que murieron, los muchos más que salieron heridos y lisiados, los huérfanos, las personas viudas, los padres y madres que perdieron a sus hijos, los hermanos perdidos o caídos, … son el testimonio triste del inenarrable sufrimiento causado. Una demostración incontestable del inmenso humano que conllevan los conflictos bélicos, así como la devastación económica que impone en los países involucrados. Costos que nunca se reponen.
3ro. La futilidad de la violencia. La guerra no resolvió las tensiones subyacentes. A pesar de la duración, la ferocidad del conflicto, las vidas perdidas, el sufrimiento humano causado y el desgaste mutuo, no hubo un ganador claro. El estado de cosas preexistente persistió. La guerra fue como si no hubiera sido. Es un ejemplo trágico que sugiere que, tantas veces, la guerra no conduce a soluciones duraderas.
4to. Papel de las potencias regionales y globales. Ambos bandos recibieron apoyo de actores regionales y globales. Irak contó con el respaldo de Estados Unidos y varias naciones árabes, mientras que Irán tuvo apoyo de países como Siria y la Unión Soviética. Se puso de relieve cómo las rivalidades geopolíticas y los intereses estratégicos pueden exacerbar los conflictos locales, prolongar la violencia, y complicar aún más las soluciones.
¿Qué sentido tiene la búsqueda de poder y dominio a través de las guerras, visto que la historia muestra repetidas veces que, los conflictos armados a menudo resultan en sufrimiento humano y destrucción inútiles?