Con una extensión territorial de 331 mil K2 y una población en torno a 100 millones, el Vietnam de hoy en día es un país unificado, soberano y libre. Independiente. Antes no fue así. Cuando terminó la II Guerra Mundial, ocho décadas atrás, la población vietnamita era 33 millones; políticamente, el territorio fue dividido entre, de un lado, el Vietnam del Norte: con el 38% del territorio y algo menos de la mitad de la población; y el Vietnam del Sur: con el 62% del territorio y algo más de la mitad de la población.
En Vietnam del Sur estaba la Conchinchina, región que incluía a la capital política de Vietnam: Saigón, o Ciudad Ho Chi Minh. Antes, era usual escuchar la expresión ´eso queda allá, por la Conchinchina´; o sea, bien lejos. Por decir algo, la distancia entre Washington y Vietnam, es cosa de 14 mil kilómetros. Más lejos que el carajo.
El vietnamita es gente de raíces milenarias. Registros históricos y arqueológicos de asentamientos humanos sugieren que, la formación y desarrollo de esa civilización (su historia, identidad, tradiciones, creencias y, en general: su cultura) inició varios milenios atrás. Cuatro mil años, poco más o menos.
Transcurrieron los siglos con sus decenios y sus años hasta que, mediados del s. XX: el siglo de los siglos más violento, Vietnam se auto determinó como nación libre, soberana, independiente. ¡Les costó tremenda guerra! Cruzaron horrorosos tiempos bárbaros.
Fue aterrador.
Se desató la Guerra de Vietnam (1945 – 1975), un conflicto bélico altamente complejo, con múltiples intervenciones de potencias imperiales. Los bandos enfrentados fueron, de un lado, la República Popular de Vietnam del Norte, inspirada en el comunismo e impulsada por una aspiración, la liberación del dominio colonial: era el bloque revolucionario, liderado por el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur (el Viet Cong), y el gobierno comunista, bajo el mando de Ho Chi Minh, y otros. Rusia y China, por detrás; y del otro lado, la República de Vietnam del Sur, nacionalista: inicialmente liderada por el presidente Ngo Dinh Diem y, luego, otros líderes sucesivos en el gobierno, respaldados por Estados Unidos y otros países occidentales.
La cosa inició como un conflicto de guerrilla. Con los años, se tornó en la mayor demostración de fuego convencional; en la guerra a gran escala más larga, feroz, aterradora, infernal e inhumana de la historia moderna. “La guerra de los 10,000 días”. El empleo de una diversidad de caza bombarderos, incluido el aterrador B52, dotado de una enorme capacidad de carga útil; de temibles helicópteros, tanques y navíos, artillados de ametralladoras, bombas, municiones, morteros y toda clase de herramientas, confirieron al bando de Vietnam del Sur un arsenal de guerra, nivel de potencia de fuego táctico masivo y una movilidad devastadora sin precedentes, que elevó exponencialmente la magnitud de las matanzas.
El marco previo a que se desataran los demonios del apocalipsis de Vietnam fue extremadamente complejo, intenso, enmarañado. Un lío feo, y no de ropa. Exacerbado por condiciones estructurales de hondo calado histórico-cultural y geopolítico. De un lado, la alta y genuina aspiración de ser nación libre y soberana, independiente; y del otro, las siempre oscuras apetencias de dominación imperial. De uno u otro lado, todo daba una cosa, antagonismo. Guerra. Otra vez, la dialéctica; esas fuerzas motrices de la historia (las “cosas que no se ven”) haciendo de las suyas.
En el curso del conflicto incidieron las potencias, ávidas de explotación de los recursos naturales (poblaciones humanas incluidas) a beneficio de los propios intereses; dejando tras cada intervención una marca duradera en la historia de Vietnam y en las relaciones internacionales.
Fue el caso de i) la intervención colonial francesa. Tras el fin de la II Guerra Mundial, cesó el dominio japonés en Vietnam, una de las colonias más prósperas de Indochina. En la nueva coyuntura, se reavivó la contienda siempre latente por la independencia de Vietnam; al tiempo que, Francia intentó recuperar su dominio colonial. La guerra, que entonces se libró entre franceses colonialistas versus revolucionarios independentistas, dio por resultado los Acuerdos de Ginebra (1954). Vietnam quedó dividida dos en el paralelo 17: el Norte, bajo control de las fuerzas revolucionarias, y el Sur, bajo control occidental. Francia perdió.
Luego, ii) la intervención estadounidense (1955-1973). Eran los mejores tiempos bárbaros de la Guerra Fría. El objetivo estratégico de la unificación del país latía efervescente en el bando Norte. Estados Unidos entró en el conflicto para contener el despliegue del comunismo más allá del Paralelo 17. Su apoyo militar y financiero a Vietnam del Sur aumentó gradualmente, hasta sumar en el frente de las batallas a 453 mil soldados (1969), implicando una hemorragia insostenible para el fisco. La devastación humana y material causada fue enorme. Perdieron Vietnam y Estados Unidos.
Asimismo, iii) la Ofensiva del Test (1968). En que, una serie de ataques coordinados, lanzados por las fuerzas de Viet Cong y el Ejército de Vietnam del Norte contra ciudades y bases militares en Vietnam del Sur, si bien no lograron el objetivo de derrocar el gobierno enemigo, significaron un punto de inflexión psicológica. La confianza popular estadounidense en la posibilidad de ganar la guerra en Vietnam se desplomó, lo que incidió sensiblemente en las decisiones estratégicas adoptadas. La viabilidad política de mantener las tropas en Vietnam se vino abajo. Ganó el pueblo estadounidense.
Entonces, vino iv) la Retirada de las tropas estadounidenses y la caída de Saigón (1975). En que, el costo fiscal, militar y político de la Guerra era ya insostenible. Era más la sal que el chivo. Tras el retiro de las tropas (1973), Vietnam del Sur quedó más vulnerable y expuesto. Vino la ofensiva final. La captura de Saigón fue inevitable. Se cantó victoria. El objetivo estratégico de las fuerzas revolucionarias e independentistas quedó logrado. Se terminó la guerra. Vietnam quedó unificada bajo un solo régimen. Ganó el eje comunista. Perdió Estados Unidos.
También, v) la intervención soviética y china (1945-1975). De principio a fin, las potencias comunistas brindaron apoyo material y logístico enorme a las fuerzas revolucionarias, incluyendo armamento y asistencia financiera. Fortalecieron la capacidad militar de Vietnam del Norte, permitiéndole sostener el esfuerzo bélico. Ganaron Vietnam, China y Rusia.
Estuvo también vi) tras la Guerra, la invasión china (1979). En que, tensiones por disputas territoriales y otras cuestiones subsistentes llevaron a la materialización de una invasión limitada de China a Vietnam. China logró sus objetivos inmediatos; temporalmente, retuvo territorios en disputa. Después, los devolvió. Se retiró. Por así decirlo, ganaron China y Vietnam.
El drama humano
En cuanto al drama humano, la Guerra de Vietnam causó estragos en pérdida de vidas humanas, heridos y mutilados, y devastación sicológica generalizada; asimismo, pérdidas materiales, naturales y ambientales incuantificables. Más de 2 millones de vietnamitas, civiles y militares murieron en las batallas, y una cantidad mucho mayor quedaron lisiados. Las tácticas devastadoras, como el agente naranja y bombardeos indiscriminados, causaron sufrimiento masivo que perduró por décadas. Soldados y jóvenes, mayormente, sufrieron traumas emocionales duraderos. La guerra causó destrozo familiar y conflictos sociales enormes.
Asimismo, del lado estadounidense, ´algo más de 57 mil soldados fueron regresados en ataúdes cubiertos por banderas; otros 150 mil los trajeron en camillas; y alrededor de medio millón registró serios y duraderos problemas emocionales. Cosa de 2 millones no mostró cicatrices emocionales visibles. Eso sí, todos fueron afectados por la impopularidad de la guerra. Su servicio y sacrificios no fueron apreciados´.
Fue traumático.
Específicamente i) en términos del enfrentamiento ideológico: de un lado, el Norte independentista-comunista; y del otro, el Sur nacionalista. Estas diferencias desgarraron a la sociedad vietnamita, causando tensiones, divisiones y separación de las familias, entre bandos antagónicos.
Asimismo, ii) el efecto de movilización masiva. Tanto en el Norte como en el Sur, miles de jóvenes fueron reclutados y obligados a luchar en una guerra que muchos, ni entendían. Luchaban a duras penas. Centenas de miles de vidas jóvenes quedaron truncadas en la guerra de Vietnam.
También, iii) el efecto de desplazamiento y refugiados. Millones de personas fueron desplazadas; huyeron de la violencia y el peligro, y buscaron refugio en campos y ciudades superpobladas, generando sufrimiento y desesperación. Asimismo, iv) los ataques y bombardeos; que causaron destrucción masiva de infraestructuras, comunidades y medios de vida. A menudo, decenas de miles de civiles indefensos quedaron atrapados en el fuego cruzado entre los bandos.
Además, v) el efecto de los agentes químicos. En que, el uso del “Agente Naranja” por parte de las fuerzas estadounidenses causó daños irreparables a la salud y al medio ambiente, dejando una generación de víctimas con problemas de salud y discapacidades; y, finalmente, vi) efecto del daño psicológico y traumas. La violencia y las atrocidades de la guerra dejaron cicatrices profundas en la psique de los sobrevivientes, muchos de los cuales quedaron marcados con traumas emocionales duraderos.
Después de la guerra la reconstrucción fue harto difícil. El legado de la contienda bélica continuó afectando a la sociedad vietnamita, la economía y la salud de Vietnam durante décadas.
Carson McCullers (1917-1967), en: “El corazón de un cazador solitario”; Robert de Niro (1943-), basándose en el guion de Deric Washbur, en: “El cazador”; Bárbara Kingsolver (1955 –), en: “Un largo cálido verano”; y Tim O´Brien (1946 -), en: “El susurro de las olas”. Asimismo, Duong Thu Huong (1947 -), en: "Paradise of the Blind" (Paraíso de los ciegos); Hoàng Ấu Phương (1952 -), o Bao Ninh (pseudónimo), veterano de guerra, en: "The Sorrow of War" (El dolor de la guerra); y Le Ly Hayslip (1949 -), mujer vietnamita que vivió y peleó en la guerra, en: "When Heaven and Earth Changed Places" (Cuando el cielo y la tierra cambiaron de lugar).
Son estadounidenses y vietnamitas que plasmaron en sus obras y personajes las huellas indelebles del drama humano de la Guerra de Vietnam. Con estilo vívido y perspicaz, cuentan las propias experiencias; o narran magistral y conmovedoramente a través de los personajes ficticios la vida cotidiana los involucrados en el conflicto. Son exploradores de las luchas personales y familiares en medio de los desafíos políticos y sociales de aquellos tiempos bárbaros; dejando entrever su pérdida de inocencia, su amor y su dolor ante los recuerdos salvajes de la contienda.
En sus obras, los autores bucean con crudeza, intensidad y emotividad en los episodios salvajes, ofreciendo una visión desgarradora de los horrores y los traumas que enfrentaron los combatientes y la sociedad, en general. Enfocan al detalle la lucha por la sobrevivencia en medio del conflicto, proporcionando perspectivas valiosas y profundas sobre el drama humano: las emociones, las dificultades y los dilemas enfrentados por los involucrados en tiempos tan tumultuosos.
“…me asombró advertir que su historia encerraba ideas, sentimientos y hasta situaciones mías. Era como si, por una coincidencia de palabras y argumentos, mi propia vida y la del autor se vieran inesperadamente entrelazadas, enredadas. … me fui dando cuenta de que mis sospechas previas no eran infundadas: lo había conocido en la guerra. Sí, estaba muy cambiado, pero lo reconocí de todas formas. … Nos conocimos un día, camino de la guerra. Nos arrastramos por la tierra roja, por el fango, con una ametralladora al hombro o una mochila a cuestas. A veces descalzos. … compartimos un destino… las vicisitudes, las derrotas y las victorias, la dicha y el sufrimiento, las pérdidas y las ganancias. Pero la contienda sacudió a cada uno de una manera distinta. Todos llevábamos en el corazón una guerra propia que en muchos aspectos era completamente diferente, pese a nuestra causa común. … La única semejanza después del conflicto se reducía a que todos habíamos conocido una suerte difícil, dolorosa y distinta. También compartimos un mismo dolor, el inmenso dolor de la guerra. Se trataba de un dolor sublime, más sublime que la dicha, que superaba cualquier sufrimiento. Gracias a ese dolor fuimos capaces de escapar de la matanza y la lucha continuas, de las terribles condiciones del combate y la infelicidad de los hombres que habían de vérselas en el encarnizado y violento teatro de la guerra. También gracias a ese dolor compartido hemos sido capaces de seguir de nuevo nuestro camino. Es probable que nuestra vida no sea muy feliz, incluso que sea pecaminosa, pero ahora llevamos la existencia más hermosa que jamás hayamos esperado, ya que es una existencia en paz” (Bao Ninh, El dolor de la Guerra, PP. 159-160).
Reflexiones o aprendizajes claves
Primero. El poder de la claridad de propósito, la relevancia de los valores. En estos tiempos bárbaros, los nuestros: inciertos, huecos y tan huérfanos de ideales, valores y causas genuinas, resulta edificante remitirse a los sustanciosos aprendizajes destilados del conflicto de Vietnam. El contacto con esas claridades de objetivos y valores fundamentales es esencial para crear o consolidar cohesión y resiliencia a favor de las causas (personales, familiares, nacionales) y de los resultados. Sin valores e ideales, sin sentido de causa o propósito, no se da la resiliencia. Cunde la ambigüedad, la confusión, las divisiones internas y la debilidad del apoyo social. Se caen los resultados deseados.
Segundo. Fundamental, a calidad del liderazgo. Sin liderazgos de calidad no hay cohesión ni resiliencia. Sólo líderes genuinos: informados y formados, con convicciones, comprometidos; dotados de valor e inteligencia emocional habilitantes para su adaptación a situaciones cambiantes. Sólo líderes íntegros, hábiles y visionarios pueden inspirar la confianza necesaria y mover voluntades para superar los desafíos y enfrentar adversidades. Ho Chi Ming, figura clave en la lucha por la autodeterminación e independencia de Vietnam, encarnó en gran medida la claridad de objetivos y valores fundamentales. Personificó y honró esos principios. Mostró la trascendencia de la calidad del liderazgo en el logro de las causas. Honró la vida.
Tercero. Respeto por los valores culturales y sociales. Sólo en consideración a los propios valores culturales y sociales se construye resiliencia colectiva, nacional. El ideal (la causa) del Vietnam unificado, independiente, soberano y libre fue el elíxir que, al final, definió el resultado. La enseñanza es que, sólo los acuerdos entre las distintas fuerzas vivas, creencias y perspectivas nacionales hacen la unidad y reúnen las fuerzas necesarias para consolidar y concretar proyectos esenciales de nación, y alcanzar los resultados.
Los recuerdos tristes de aquellos tiempos bárbaros de la Guerra de Vietnam reavivan la importancia de la paz, la promoción de la empatía y la necesidad de siempre y, ante todo, procurar soluciones pacíficas a los conflictos entre las partes. Resulta más negocio que las guerras.