Su desgracia congénita fue la ascendencia judía. Cuando murió era un angelito todavía, dieciséis años mal cumplidos. Y mal vividos. Su nombre de pila era Annelies Marie Frank (Alemania, 1929-1945). Escondida en su casa junto a su familia de la aterradora cacería nazi, la niña escribió en su diario íntimo sus reflexiones, sentimientos, miedos y esperanzas. El Diario de Ana Frank (1947) resultó ser un potente y vívido testimonio de la grande humanidad y coraje que supo sostener en las circunstancias adversas de la guerra.

Ana Frank vivió en carne propia y la de los suyos la intensidad de la discriminación, la persecución, el odio, el pánico, la tristeza. Tras cosa de dos años y medio en escondite, la familia fue descubierta y capturada en septiembre de 1944. A ella la encerraron en el campo de concentración nazi de Auschwitz, Alemania, donde murió. El tifus la mató en febrero de 1945, par de meses antes de que el campo fuese liberado. La suerte (para nosotros) es que escribió, pues a diferencia de su padre, el único sobreviviente de la familia capturada, no vivió para contarlo.

Como adolescente al fin, se hizo preguntas: “¡Qué días, Dios mío! ¿Será posible que no haya un fin nunca? ¿No habrá nunca más, calma y seguridad para nosotros? ¿Será siempre así, el sonido de botas en la escalera, las voces de hombres gritando, puertas que se abren a golpes y luego la reclusión? ¿Habrá todavía más hogares destrozados, más personas inocentes asesinadas y heridas, más niños huérfanos y madres afligidas? No puedo soportar pensar en ello y, sin embargo, he aquí que lo pienso”.

Ana Frank concibe que, en la guerra, el sufrimiento humano es universal, infinito, denso. “Los hombres matan, mueren, se desesperan y sufren de dolor, … ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué se empeñan los hombres en causar sufrimientos y heridas a los demás, en lugar de tratar de vivir juntos en paz y amistad?”. Fácil, se nota la profundidad del dolor encarnado en esta chica. Reflexiva, no entiende tanto horror humano causado por la guerra en las personas; cuestiona a necesidad de la violencia y la falta de compasión en el mundo. Y aún en medio de tanta oscuridad e ignominia, empuña la idea de que se pueda establecer la paz y la amistad como objetivo de la gran comunidad humana. El mundo entero.

El mensaje. Contra los horrores de la discriminación y la persecución y el miedo, Ana Frank enarbola, en y para los aciagos tiempos de la guerra y la vida en general, el humilde pendón de valores tan profundamente humanos como la tolerancia, la compasión y la empatía de los unos con los otros. Son los fundamentos de la paz.

El testimonio legado en su Diario es una especie de invitación insistida a todos los humanos, a ser más comprensivos, empáticos y tolerantes con las diferencias. Como si soñara con un mundo en que los hombres volvieran a ser humanos. En su Diario de Ana Frank, la chica muestra ser templada y resiliente, fuerte de espíritu. Inspira e invita a la valentía y la esperanza, incluso en las más condiciones más adversas.

Otro que vivió para contar el drama humano de la guerra fue Isaac Babel (Ucrania, 1984-1940). Se basó en sus trabajos como corresponsal en la Primera Guerra Mundial y en la Guerra Civil rusa para escribir y publicar la colección de relatos "Historias de Odessa" (1924).

En su obra, Babel logra relatar con alta precisión, fuerza y claridad su experiencia de la guerra. Ofrece una imagen detallada y realista de los hombres en lucha en campo de batalla, mostrando la brutalidad y la crueldad que la guerra trae consigo. Esto, al tiempo que destaca la experiencia humana de valores como la valentía y la solidaridad vista entre los que luchan por una causa muy concreta, la sobrevivencia.

Y allí, en el campo de batalla, vi a los hombres como nunca antes los había visto: vi sus rostros lívidos, ensangrentados, sus ojos llenos de miedo y de esperanza, vi sus cuerpos destrozados por las balas y las bombas, vi a los que morían sin decir palabras y a los que agonizaban pidiendo ayuda. Vi la brutalidad y la crueldad de la guerra, pero también vi la valentía y la solidaridad de los hombres que luchaban juntos por sobrevivir. Vi la muerte de cerca pero también vi la vida en su forma más intensa y vibrante. Y me di cuenta de que la guerra es una locura, una tragedia, pero también una experiencia humana única e inolvidable”.

El mensaje. Un gran empeño de Babel es mostrar la complejidad, la inhumanidad, la brutalidad y la crueldad de los hombres en la guerra; y las consecuencias físicas, de salud mental y conductuales que deja como lastre. La guerra destruye lazos sociales, rompe estructuras familiares, y trastorna la conducta de las personas de todas las edades, géneros y clases.

En estos tiempos raros, el matarse de hombre a hombre en el campo de batalle es cada vez más, normalidad. Es la guerra, que pica y crecientemente tiende a extenderse, a interiorizarse e intensificarse. Con el paso de los días, las noticias de la guerra importan menos. La indiferencia ante la atrocidad habida y por haber se extiende más. La humanidad del ser humano se disipa. Son estos, tiempos bárbaros. ¡Nos libre Dios!