Cada cierto tiempo surgen acontecimientos que ameritan una inmediata respuesta social, política, gubernamental y estatal para ser afrontados. En el caso de los menores de edad, son tantos, que enumerarlos todos se hace casi imposible y siendo Estados Unidos un país que, pese a los avances en otros aspectos, no ha ratificado la Convención de los Derechos del Niño. 

Provoca más que indignación, porque estos males subsisten por décadas. Por un lado, el malestar que genera el saber que estamos tarde o que a los estadounidenses no les importa abordarlo es penoso, tanto como el problema en sí mismo. Ejemplo de esto son, los abusos y los maltratos a los menores.

Que según el Ministerio de Agricultura en el 2010 registro “que tres millones de niños lo sufren, así como también un 10% ha padecido abuso sexual”. O la reciente investigación del prestigioso periódico The New York Times sobre el escándalo de fábricas que contratan a menores de edad para trabajar empacando alimentos. 

Citando al diario: “La fuerza de trabajo clandestina se extiende por sectores de todos los estados, burlando las leyes de trabajo infantil que están vigentes desde hace casi un siglo”. Se provoca así que estos menores, sean víctimas de todo tipo de vejaciones y trabajo forzado. Por otro lado, EE.UU con uno de los peores indicadores de salud infantil de las naciones desarrolladas y el aumento.

De problemas relacionados con la obesidad, el mal desempeño educativo; la mala situación habitacional de familias negras e hispanas. Todo esto con un solo nombre: pobreza extrema, que continúa siendo un factor relevante para los problemas que se desprenden de esta. 

A esto se agrega el trauma sufrido por los menores de edad que fueron separados de sus padres bajos la administración Trump y que muchos de ellos permanecen aquí bajo el programa “Foster Care”, que da hogar a menores desamparados, que ya para el 2016 el sistema albergaba a más de 400.000.00. Que llegan de hogares disfuncionales. Donde se les abusaba de diversas maneras. 

Y ni dejar de hacer mención aquellos que son víctimas de bullying, incluyendo los que padecen algún tipo de discapacidad física o motora. La crisis, por su parte, ha generado la migración forzada de millones indocumentados, especialmente de menores no acompañados,  provocando que muchos niños sean enviados a esta nación sin acompañamiento y estos ser víctimas del tráfico y trata de personas

Cada situación de estas nos hace llegar a la conclusión de que no solo EE.UU sigue tarde en la implementación de normas y procedimientos que eviten el desencadenamiento de tanto malestar a menores de edad y las vidas de estos sea tan complicada. Y es por eso que expertos aseguran que “el estrés de la pandemia puede haber contribuido a un aumento en los suicidios de adolescentes entre 10 y 19 años”, según un estudio de 14 estados financiado por los Institutos Nacionales de la Salud”. 

Si realmente los niños son el futuro de la sociedad, se  hace tarde para mejorar la calidad de vida en materia de bienes y servicios ofrecidos a estos y sin encarar el problema desde la raíz, seguirán latentes en una nación con fuertes desigualdades. 

Mientras se continúe evadiendo una problemática que crece, la nación seguirá ofreciendo insensatez política y administrativa en un tema que crece y preocupa a un gran segmento de las personas que vivimos aquí y cuyos mandatarios no han estado a la altura de la situación y desafortunadamente, continúan estando tarde para solucionar la misma.