En general, se podría decir que los estadounidenses y los europeos miran nuestra cultura caribeña como algo extraño donde la gente les parece lista para la diversión y la juerga. Según esta visión, los caribeños no somos personas adecuadas para promover el desarrollo económico al estilo occidental. Sin embargo, un vistazo rápido a nuestra historia muestra que en esta región se han producido cambios que han tenido un impacto a nivel internacional. Solo piénsese en la Revolución Haitiana (1791-1804), la que estremeció los cimientos del imperio francés o la Revolución Cubana que ha desafiado al imperio estadounidense por más de 60 años y este no ha logrado doblegarla. Igualmente, de nuestra región han salido grandes escritores, pintores, músicos, economistas, sociólogos, filósofos, etc. que han hecho grandes aportes al conocimiento moderno.

Desde la época colonial el Caribe ha jugado un papel fundamental en la economía y el comercio internacional. Fue, precisamente, a través de las aguas del Caribe que transitó el comercio de Sur, Centro y Norteamérica. Solo piense en la importancia que tuvo Cuba no solo para la invasión al imperio Azteca e incaico sino para el comercio español durante tres siglos. Asimismo, la región del Caribe ha dado lugar al surgimiento de mezclas culturales y lingüistas impresionantes. Aquí se hablan versiones del español, el francés, inglés, holandés y, además, se han formado nuevas lenguas como el Creole de Haití y el papiamento de las Antillas holandesas. Igualmente, se han desarrollo religiones sincréticas como el voodou haitiano, el gagá dominicano y la santería cubana. Asimismo, en la región del Caribe se ha desarrollo una diversidad de géneros musicales que han impactado la música popular a nivel mundial.

En fin, en esta región fantástica también se ha creado un espacio vital, ahora invadido por el capital estadounidense, europeo y, más recientemente por chinos, que se expresan en centros vacacionales, grandes plazas comerciales, grandes bancos, zonas francas de exportación, y supermercados con potentes acondicionadores de aire, donde se puede comprar desde plátanos y guineos hasta tortilla mexicana. Sí, esta es la región del Caribe, una especie de Macondo, que a los ojos de los extranjeros parece algo ficticio por sus costumbres, donde hay una concepción del mundo y de la vida, al parecer, relajado, pero matizado por las fincas cañeras, los campos de golf y los centros turísticos, donde los trabajadores dejan los hilos de sus vidas.

Algunas de las islas del Caribe han pasado de zonas de producción agrícola y minera para la exportación a paraísos vacacionales y fiscales para hombres y mujeres de allende el mar. Entonces, contrariamente, a la versión caricaturesca de los trípticos turísticos, en la región del Caribe se trabaja enormemente, solo que como en la época colonial el producto del trabajo del hombre y la mujer caribeña no se queda en la región, sino que se va a los centros metropolitanos.

Sin lugar a duda, la visión que muchos turistas tienen sobre nuestra región es sol, playa y sexo con negras y mulatas. ¡Ah! ¡También con negros y mulatos! ¡Todo lo que pasa en las playas con los sanquipanquis! Hombres y mujeres que se buscan la vida en las playas del Mar Caribe. Estadounidenses, europeos, chinos y, hasta la reciente guerra en Europa, rusos y ucranios. Todos vienen a nuestra región a divertirse con nuestra gente y la visión que tienen sobre estos pueblos es, claro, muy variada, pero siempre vista desde una mirada extranjera que influye mucho sobre como los caribeños nos vemos a nosotros mismos. Se podría decir que, en cierta forma, esta situación hace que nos veamos a través de los ojos de los extraños que pasan por nuestras islas a toda prisa. Algunos de estos viajeros nos estudian y escriben libros sobre nuestras sociedades y nos brindan otra perspectiva, muchas veces interesantes, pero siempre influidas por el bagaje cultural del que escribe, muchas veces con la mejor intención, pero siempre metropolitana e incluso colonialista, lo cual se aleja de la mirada caribeña. Al expresar esto no quiero decir que tanto europeos como estadounidenses no nos han ayudado a comprender nuestro mundo caribeño, pero nunca podemos obviar que sus miradas no están arraigadas en nuestras culturas y tradiciones. Debido a esto, debemos buscar en nuestras propias tradiciones culturales y en nuestros autores para llegar a comprender nuestro mundo.

Tenemos grandes autores caribeños que nos pueden mostrar la senda a seguir para no solo ver como los extraños miran la región sino como debemos vernos a nosotros mismos. En este sentido, la obra de Juan Bosch, El Caribe: de Cristobal Colon a Fidel Castro y la de Eric Williams titulada From Christopher Colombus to Castro son sumamente útiles. Estas son dos grandes obras de la producción intelectual caribeña. Bosch nos cuenta una historia novelada mientras que Williams se enfoca en el tema económico y como el Caribe era un apéndice de la economía inglesa. Es decir, como la región del Caribe fue un factor clave para el desarrollo de la revolución industrial. No se puede explicar el surgimiento del capitalismo europeo y estadounidense sin el colonialismo en las Américas. En la época colonial el Caribe era un lugar de producción, comercio, navegación y guerras. Bosch retrata esas guerras como una prolongación de las guerras europeas, por eso la subtitula “una frontera imperial.” Por otro lado, Williams nos muestra como la esclavitud fue uno de los motores del capitalismo que nos trajo la revolución industrial. Williams vistió los cementerios en Londres y copio de las lápidas leyendas de familias inglesas que empezaron sus negocios en el Caribe y luego regresaron como “Caribbean Planters” que paseaban por la City of London en coches de lujo tirados por impresionantes caballos para hacer alardes de su riqueza e influir en el Parlamento del Reino Unido. Estas son obras fundamentales que han dejado un legado intelectual que aquellos que nos proponemos pensar con cabeza propia y no imitando lo que nos dicen obras fáciles escritas por personaje que andan de prisa o, simplemente, copiando el comportamiento de turistas que solo se interesan en nuestra región como ave de paso. Hay mucho que aprender de estadounidenses y europeos, pero debemos pensar con nuestra propia cabeza y desde nuestras tradiciones.

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