No es más preocupante la noticia del retiro de la propuesta de reforma fiscal que lo que indica que no se someterá otra propuesta; destacar además de la modificación constitucional, ya aprobada, la despersonalización de la continuidad sin límites en el solio presidencial. Pendiente está la reforma laboral, así como los ya anunciados cambios en la estructura orgánica y funcional de ministerios y direcciones generales.
Independientemente de posiciones, acuerdos, desacuerdos, encuentros o desencuentros, hay que reconocer que la República Dominicana vive un especial momento de reformas.
Es entendible que se presenten contradicciones tanto en cuanto al contenido como la forma de las reformas, pero es más que evidente el consenso sobre su necesidad. Con relación a la reforma fiscal no pocos proyectan que de seguir por esa senda el país se dirige en lo económico y más temprano que tarde hacia un colapso.
¿Otra reforma?
Aun ante las dificultades que se han presentado podría estar el Estado dominicano y más que el Estado la sociedad en su conjunto, ante la gran oportunidad de un significativo avance dentro del mismo marco de normativas legales que ya existen.
La Ley 1-12 de la Estrategia Nacional de Desarrollo -END 2030- dispone estructurar una administración pública eficiente que actúe con honestidad, transparencia y rendición de cuentas y se oriente a la obtención de resultados en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional y local.
¡De qué manera ese precepto aplicado en lo más profundo puede impulsar la efectividad del Estado y el desarrollo de la sociedad dominicana!
La otra reforma no se quedaría en ese preciso mandato de la Ley 1-12, sino que se dispone de la Ley 498-06 que crea el Sistema Nacional de Planificación e Inversión Pública aprobado hace 18 años y de lo cual se han derivado los Planes Estratégicos Institucionales-PEI- y Planes Operativos Anuales-POA- de aparente aplicación regular en las distintas instancias del Poder Ejecutivo, pero de muy reducidos alcances y menos aún de efectividad.
La otra reforma a partir de nuevos enfoques de los PEI y POA ofrecería la oportunidad, por ejemplo, de elevar considerablemente desde las áreas correspondientes la recaudación fiscal en más de un 3% del PIB solo reduciendo la evasión.
En esa otra reforma sería imprescindible superar lo burocrático, rutinario y poco efectivo en el abordaje de los PEI y POA mediante nuevos enfoques guiados por la Administración Científica desde cada uno de sus componentes.
Replantear-repensar a partir de lo que se describe en tanto otra reforma, el camino hacia el Estado realmente efectivo. El país lo necesita y mucho que lo merece.