Estamos sin quizás, en un estado de excepción que amerita sea convocado el Congreso Nacional, conforme las disposiciones de los artículos 262 y siguientes de la Constitución de la República, y específicamente el artículo 265 de la Carta Sustantiva, que establece:

¨ESTADO DE EMERGENCIA. El Estado de Emergencia podrá declararse cuando ocurran hechos distintos a los previstos en los artículos 263 y 264 que perturben o amenacen perturbar en forma grave e inminente el orden económico, social, medioambiental del país, o que constituyan calamidad pública.¨

Huelga decir, que la falta de supervisión, la falta de control, la falta de educación al campesinado nacional y foráneo, ha hecho del arbol/bosque su enemigo, como consecuencia de que se ha ido arrinconando, excluyendo y limitando de manera continua y grave sus espacios de cultivo y conuquismo. Por via de consecuencia, entendiéndole su enemigo, responde hiriéndole, matándole, luchando contra quien limita su vida, su productividad, y la posibilidad de llevar el pan a la mesa donde sus hijos lloran hambre y necesidad, proscritos de la sociedad y de los medios de producción.

Se ha hecho del bosque, el enemigo de los campesinos, sin explicarles, sin decirles que pueden vivir de él, sin hacerlos parte de la necesaria protección de este indispensable bien, que produce, sombra, agua y protege a quien le cuida.

Las autoridades también, preocupadas más por aparentar un cambio que, en cambiar la sociedad y los hechos y la narrativa diaria, han hecho un flaco servicio, abandonando a estas personas a su suerte, sin darles otra opción que no sea el hambre y la exclusión.

No existe una política medio ambiental clara, definida y coordinada. Es más, no existe nada respecto a ello.

Para ejemplo un botón. Llega una barcaza a Azua, el Ministro de Medio Ambiente, alega no sabe, que consecuencias medio ambientales tendrá su operación allí, porque el es economista……. 

Todos los días, a pesar de que públicamente el Ministerio de Medio Ambiente y el gobierno han declarado que está prohibida la extracción de materiales, arena y demás de los ríos en la República Dominicana, basta pararse en los alrededores del Puente Lucas Díaz, sobre el rio Nizao, donde, desde horas de la madrugada, salen camiones (sin placa), llenos de arena y botando el agua como si fuera sangre derramada de las venas del rio Nizao, esto se replica hasta horas de la tarde, todos los días, incluyendo fines de semana.

Invito a quien me desmienta me llame,  y nos juntemos para ver esta cruel y diaria realidad, ya que yo soy testigo de esta deleznable práctica, cuya prohibición anunciaron con bombos y platillos, pero que, sin embargo, ha seguido y peor aún, aumentado, y replicándose en muchos otros cursos de agua.

Por lo anterior, la emergencia ambiental, que se define como: ¨como un desastre o accidente repentino causado por factores naturales, tecnológicos o inducidos por el ser humano, o una combinación de estos, que provocan o amenazan con provocar graves daños al medio ambiente así como daños a la salud humana y/o los medios de subsistencia.¨ Debe ser enfrentada como un problema de subsistencia de la sociedad dominicana, como una situación de emergencia, que permita la protección del agua que nos queda.

Que habiliten la limpieza de las presas y el retiro del sedimento que con el paso del tiempo ha ido mermando su capacidad de almacenar agua. Esto puede hacerse por concurso público real, y que el que haga la limpieza asuma su costo a cambio de los materiales extraídos. 

Que se prohíba efectivamente el retiro de arena y otros productos de los ríos, con un régimen de consecuencias claro.

Que se establezcan guardias forestales bien pagos y equipados, y que se entienda que toda la riqueza del mundo, no sirve para saciar la sed. 

Que se haga al campesino amigo del árbol y el bosque. Aún estamos a tiempo.