En nuestra Constitución política existe un Estado de Derecho que está directamente vinculado con la forma de gobierno civil y republicano que la misma establece como democracia representativa. Según algunos académicos para que exista Estado de Derecho no es necesario la democracia, lo cual entra en contradicción con nuestro estándar de convivencia establecido en la Carta Magna como pacto social. Esta concepción de Estado de Derecho sin democracia ha venido siendo defendida en las últimas décadas a partir del éxito económico de grandes autocracias.

 

No obstante, debemos tener presente que, lo que hoy estamos presenciando son fenómenos políticos macros que derivan de relaciones económicas, donde algunos sostienen que la economía es más importante que la política, es decir, la política debe estar subordinada a la economía. Sin embargo, al leer las Constituciones de los países de mayor tradición liberal y desarrollo económico, lo más importante no es la economía, sino la función y las garantías que el Estado presta a ciertos valores fundamentales de la persona humana, donde las relaciones sociales son esencialmente políticas. La Constitución privilegia lo político sobre todo lo demás, independientemente de lo que un determinado discurso pueda coyunturalmente contener en el ámbito ideológico.

 

La democracia es un conjunto de prioridades en relación con el Estado, no con el mercado o la economía, entendiéndose aquel como la sociedad políticamente organizada. La posición privilegiada que algunos querían atribuir al mercado sobre el Estado, quedó desvanecida por la crisis financiera de 2008, donde el "salvador del mercado" fue precisamente el Estado. Este surge cuando la sociedad primitiva se dio cuenta que para poder convivir en armonía debía establecer normas, reglas, es decir: la ley o voluntad general manifestada y aceptada por todos los miembros de la comunidad política.

 

Cuando hablamos de democracia nos referimos propiamente a las garantías de las libertades (derechos) fundamentales, donde la libertad de expresión adquiere primacía. Al socavar por cualquier medio la libertad de expresión, el resto de las libertades también sufre las consecuencias. Se trata de un sistema. Un sistema político. Las dictaduras, tanto de derecha como de izquierda, asicomo los regímenes autocráticos, nada tienen que ver con la democracia. No existe democracia sin libertad de expresión: sin libertad de hablar contra aquel o aquellos que detentan el poder político. Hablar contra el que no tiene poder no acarrea ningún tipo de riesgo o amenaza, eso lo hace cualquiera.

 

“Hay visos de tragedia para la democracia en el continente americano debido al irrespeto a las libertades de prensa y expresión, que corroe los derechos humanos, debilita las instituciones y mata la esperanza de una vida digna”. Esta fue la aseveración, ante las múltiples violaciones de la mayoría de los gobiernos del continente, del presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Michael Greenspon, expuesta en la inauguración de la reunión de Medio Año de dicha organización, celebrada del 25 al 27 de abril de este año, la cual agrupa a más de 1,300 medios.

 

Del lado positivo, la Sociedad Interamericana de Prensa, instó a los gobiernos a imitar la postura del Presidente de República Dominicana, Luis Abinader, quien anunció sanciones en contra de aquellas entidades públicas que no cumplan con brindar información a los solicitantes en forma rápida y oportuna.

 

La inevitabilidad del Estado es una realidad y, es el Estado el que necesita una política exterior al servicio de los intereses comunes, incluso en un mundo tan absurdo, complejo y contradictorio como el actual, pues no hay otro modelo. No existe otra forma. Al abordar la actual Sociedad Internacional, debemos, dejando de lado tradicionales abstracciones y tomando como punto de inflexión los recientes acontecimientos militares y económicos,  construir, mediante el pensamiento crítico, silogismos lógicos que nos conduzcan al conocimiento de la nueva realidad que impera en el mundo. Verbigracia, hoy no podemos hablar de Soberanía Nacional, sino más bien, de soberanía relativa, porque ya no existe como principio absoluto en las Relaciones Internacionales, RRII.

 

La Soberanía es un concepto derivado del Tratado de Westfalia en el siglo XVII, donde las naciones europeas en aras de evitar los conflictos y a la vez preservarse, convinieron en establecer reglas. La primera fue la Soberanía. Cada Estado es soberano dentro de su territorio y las relaciones entre Estados las rigen otra regla: el Derecho Internacional Público. Este conjunto de normas y su articulación con las instituciones públicas y privadas genera seguridad jurídica: base o fundamento de todo Estado de Derecho. República Dominicana tiene que velar por una política exterior al servicio de sus intereses comunes que ya fueron establecidos en su Constitución, el mayor manual de políticas públicas.