Algo que me motivó a escribir sobre el tema de la esquizofrenia es el hecho de que estuve leyendo sobre el caso de Ana Josefa García Cuello, quien asesinó a su hija de seis años y quien supuestamente padece de esquizofrenia. Entiendo que se menciona el trastorno psicótico con la finalidad de lograr que se le declare inimputable, a pesar de que el artículo 64 del Código Penal dominicano hace referencia a la demencia como eximente de responsabilidad penal, siendo un trastorno completamente distinto al de los trastornos psicóticos, dentro de los que se ubica la esquizofrenia. Otro supuesto sería lograr la atenuación de la pena. Más allá de esto, es importante hacer referencia a lo que indican los expertos sobre este trastorno.
Para iniciar es importante aclarar que el hecho de que una persona padezca de esquizofrenia, no lo convierte automáticamente en una amenaza para la sociedad, en especial, si lleva de manera adecuada un tratamiento. En este sentido, Echeburúa y Esbec (2015), enfatizan que “las personas con esquizofrenia, excepto un pequeño subgrupo, no son pacientes especialmente violentos. En todo caso, es más probable que el paciente tienda a hacerse daño a sí mismo.” Más adelante establecen que “debe quedar claro que la enfermedad mental grave explica tan solo un pequeño porcentaje de la criminalidad violenta, que con aplastante frecuencia se asocia al consumo de sustancias psicoactivas, a la psicopatía y a otros trastornos de la personalidad. Se puede afirmar por ello que la violencia per se no es un síntoma de la esquizofrenia”.
Según los expertos y el Manual de Diagnósticos DSM-5, la esquizofrenia inicia desde la adolescencia; es decir, no es un trastorno que de manera súbita aparece en la adultez. Tomando en cuenta que Ana Josefa García Cuello tiene 44 años, los síntomas más graves debían presentarse a los 25 años, aproximadamente.
Una de las características de los esquizofrénicos, cuando no llevan un tratamiento psicofarmacológico, es su imposibilidad de adaptarse al medio y ser funcionales, por lo que tienden a aislarse, puede exhibir falta de cuidado en su higiene personal, y tienen pensamientos y un discurso ininteligible, provocado por los delirios y alucinaciones que acompañan este tipo de trastorno.
Para Echeburúa (2018) “La esquizofrenia, que puede afectar a cerca del 1 por 100 de la población, supone una pérdida del sentido de la realidad e incluye entre sus síntomas las alucinaciones -los afectados perciben imágenes y voces irreales-, los delirios -ideas fijas de algún modo amenazantes-, el pensamiento desorganizado y las alteraciones de la conducta. Estos síntomas están presentes en el paciente por un período superior a 6 meses.”
En otro orden, el DSM-5, establece los criterios y síntomas para el diagnóstico de la esquizofrenia. En este sentido, procedo a señalar alguno de los criterios:
A. Dos (o más) de los síntomas siguientes:
-
- Delirios
- Alucionaciones
- Discurso desorganizado.
- Comportamiento muy desorganizado o catatónico.
- Síntomas negativos.
B. Durante una parte significativa del tiempo desde el inicio del trastorno, el nivel de funcionamiento en uno o más ámbitos principales, como el trabajo, las relaciones interpersonales o el cuidado personal, está muy por debajo del nivel alcanzado antes del inicio (o cuando comienza en la infancia o la adolescencia, fracasa la consecución del nivel esperado de funcionamiento interpersonal, académico o laboral).
C. Los signos continuos del trastorno persisten durante un mínimo de seis meses.
Echeburúa (2018) manifiesta que “respecto a la edad de inicio, la esquizofrenia es un trastorno que suele comenzar en la adolescencia, lo que le lleva al sujeto a volverse más introvertido, pero los síntomas floridos no suelen aparecer hasta los 20 años (25 en el caso de las mujeres)”.
Si bien el trastorno mental grave solo explica un pequeño porcentaje de la delincuencia violenta, como resaltan Echeburúa y Esbec, cuando son cometidos por personas con trastornos psicóticos tienden a ser brutales y completamente incomprensibles. Por ejemplo, el caso de Richard Trenton Chase, cuyos asesinatos eran atroces, argüía, entre otras irracionalidades, que mataba porque su sangre se estaba envenenando, por lo que bebía las sangres de sus víctimas y se llevaba sus órganos para no morir.
En síntesis, estos casos resultan evidentes para las personas cercanas al paciente, quienes pueden notar el poco interés o preocupación por la imagen e higiene personal del que padece esquizofrenia, un discurso desorganizado, la inadaptación, posible aislamiento, y los demás aspectos que han sido abordados. De manera que, ante la gravedad del hecho, como es el de un filicidio, para determinar si Ana Josefa García Cuello padece un trastorno psicótico, es pertinente que la misma sea evaluada por un psiquiatra que revise su historial personal y realice las pruebas correspondientes.