Según el Manual de Diagnóstico Estadístico de los Trastornos Mentales, “una buena espiritualidad es garante de una vida interior plena”. No obstante, las expresiones y prácticas de espiritualidad son únicas y personales (DMS, V).
Como se sabe, la espiritualidad no tiene nada que ver con la religiosidad, pues la mayoría de las personas expresan su espiritualidad, sin que sus vivencias guarden vínculos con la religión. No obstante, la mayoría de las personas confundimos espiritualidad con religiosidad.
Según la Psicología Social, una persona con buena espiritualidad, es portadora de un Oasis de esclarecimientos espiritual extraordinario, liberándose así de las Taras y los Tabúes que aprendieron y/o les fueron impuestos en sus respectivos procesos de aprendizajes y socialización (DMS-III y IV).
Por su parte, la intuición da paso a la reflexión profunda sobre las cosas que hemos hechos o debemos hacer y, al mismo tiempo, nos guía a dar pasos seguros hacia donde nos debemos dirigir, sin importar la complejidades de los eventos o circunstancias.
Según se conoce, las personas que hacen uso racional de su intuición, viven alborozadas y jubilosas y, al mismo tiempo, disfrutan de un éxtasis a plenitud e, irradian paz y seguridad fuera de lo común.
En tal sentido, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que la Vida consiste en tomar opciones y decidir, ya que el fracaso o el éxito, dependen de las opciones y las decisiones que tomamos según nuestra intuición, el contexto y cada circunstancia en particular (DMS-V).
Además se sabe que, la intuición y la espiritualidad, son mancuernas que nos dan luz y nos guían a tomar decisiones sobrias, sin importar la complejidad de los eventos y los procesos en los que nos involucramos, conscientes o inconscientemente los seres humanos (DMS-IV).
No obstante, la Neuropsicología y la Psicología Social han constatado que, el desarrollo de la espiritualidad y la intuición no tiene relación directa con los atributos técnicos, profesionales e intelectuales de los que somos portadores los seres humanos, sin importar nuestro estatus social, económico y cultural (DMS-IV).
En tal sentido, los estudios realizados hasta ahora sobre espiritualidad e intuición refieren que ambas cualidades innatas, indicando que las mismas se adquieren según hayan sido los procesos de aprendizajes y socialización de los seres humanos, según sus vivencias sociales, educativas, laborales, comunitarias y culturales (DMS-IV y V).
Otros estudios realizados por psicólogos sociales, neuropsicólogos, sociólogos, antropólogos y psiquiatras en varios países desarrollados y en vías de desarrollo, período 1989-2014 encontraron que, el sesenta y dos (62) por ciento de las personas entrevistadas, presentaban serios problemas de espiritualidad e intuición (Sociedad de Psiquiatría Reino Unido, 2014).
Los estudios referidos en el párrafo anterior indican que, las personas con poco carácter, autoestima baja y escasa espiritualidad e intuición, están viviendo permanentemente el Cuento de Hadas y, como tales, son empujadas a asumir prácticas no sanas que afectan significativamente su salud física y mental (Sociedad de Psiquiatría Reino Unido, 2014, ONU, 2021 y DMS-V).
Como se sabe, el consumo patológico, el lujo desmedido y la lujuria en lo moral y sexual, ha ensordecido la espiritualidad y la intuición de millones de hombres, mujeres y jóvenes, cuyas prioridades son consumir, aparentar y depredar emocional y sexualmente, sin escrúpulos.
En tal sentido, la Psicología Social ha constatado que, los cambios de valores y paradigmas promovidos por la sociedad de consumo, están induciendo a jóvenes y adultos de todos los estratos sociales, a asumir prácticas insanas que están lacerando la moral y convivencia civilizada que debe de existir entre los seres humanos (Reportes ONU, 1980-2019).
No obstante y según la Evolución de la Humanidad, cada cierto tiempo se producen cambios de paradigmas sociales, políticos y culturales que han sido aprovechados por hombres y mujeres visionarios que, han cambiado el curso de las historias de sus respectivos pueblos (INF. ONU, 2021).
Desde nuestro punto de vista, el año 2023 es una oportunidad brillante para que los dominicanos nos involucremos en la política y asumamos el compromiso de cambiar, la forma como se han venido manejando los grandes temas sociopolíticos, económicos, educativos, ambientales y culturales en nuestro país en los últimos cincuenta y siete (57) años.
El ajusticiamiento del Tirano Rafael LeonidasTrujillo, la Revolución de Abril del año 1965, las luchas por el 4% del PIB para la educación, La Marcha Verde, los encuentros en la Plaza de la Banderas, entre otros eventos relevantes más, son algunos de los ejemplos de los aguerridos que somos los dominicanos, cuando nos lo hemos propuesto.
Soñador y preñado de utopías, Sí. Pesimista, NO, pues los dominicanos hemos demostrado que llevamos sangre de guerreros en nuestro ADN, según las circunstancias que hemos tenido que enfrentar en el devenir de nuestra historia.
Los sueños de los grandes pensadores jamás llegan a cumplirse, siempre son superados (ALFRED LORD W.)