Una de mis primeras funciones académicas en la PUCMM fue ser ayudante de profesor. Asimismo miembro de la Unidad de Investigaciones de la Facultad de Ciencias de la Salud. Salí a realizar estudios de postgrado en el exterior por seis años, pero por la buena evaluación académica que me realizaron, el gobierno de Nicaragua de la ministro de Salud, doctora Lea Guido, socióloga y egresada de la Universidad de Lausanne Suiza, me designó en la Dirección de Investigaciones del Viceministerio de Planificación.
Ahí, bajo la orientación del doctor Eduardo de Trinidad Barboza, di los primeros pasos en la gestión organizada de la ciencia y la tecnología de esa nación centroamericana. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) impulsaba para la ocasión políticas de investigación en salud en todo el istmo centroamericano, lo cual fue un capital añadido para mi formación profesional.
Agradezco al gobierno de esa nación haberme designado posteriormente director adjunto de esa unidad, donde tuvimos la oportunidad de impulsar dos jornadas nacionales de investigación en salud y publicar en conjunto con otros técnicos un manual de educación en investigación validado por la OPS. Igualmente, con otros profesionales, una capacitación en metodología de investigación en los 15 departamentos de esa nación.
Ahí aprendí la carpintería de mis comentarios de hoy. Esa es una de las históricas razones de por qué el Plan Estratégico de Santiago 2030, como agenda oficial de este territorio, tiene un componente de ciencia y tecnología en coherencia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pactados en el contexto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La agenda local de Santiago es la única herramienta de planificación territorial que acumula propuestas de impulso de la ciencia y la técnica.
Santiago promueve, como proyecto estructurante, una alianza estratégica Estado, Universidad y Empresa. Este vínculo originalmente conocido como el “Triángulo de Sábato”, en este 2022, cumplió 54 años de haber sido formulado.
En 1968 los investigadores argentinos Jorge Sábato y Natalio Botana plantearon su artículo “La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de América Latina", donde indicaron que “no basta una vigorosa infraestructura científico–tecnológica para asegurar que un país sea capaz de incorporar la ciencia y la técnica a su proceso de desarrollo; es menester, además, transferir a la realidad los resultados de la investigación, acoplar la infraestructura científico-tecnológica a la estructura productiva de la sociedad”.
Concepto sustantivo que luego fue reelaborado por los investigadores Loet Leydesdorff y Henry Etkowitz en la década de 1990 en lo que hoy se conoce como “La Triple Hélice de la innovación”. Debe destacarse que cincuenta y cuatro años más tarde, el concepto planteado originalmente por Sábato y Botana tiene más vigencia que nunca, especialmente en nuestro contexto en el proceso de formulación y desarrollo de un sistema regional en el Cibao en investigación, innovación y desarrollo productivo y social.
El doctor Félix Londoño, director de Investigación de la Universidad Escuela de Administración, Finanzas e Instituto Tecnológico (EAFIT), subraya que este enfoque genera una red enriquecedora de investigaciones, labores y gestiones. En República Dominicana, Santiago para el Cibao propone crear un Consejo Universidad, Empresa y Estado. Órgano que sea promotor equitativo del primer empleo en el sector productivo y que contribuya al aporte de recursos humanos técnicamente capacitados para diferentes organismos del Estado y en las organizaciones de la sociedad y universidades.
En este contexto, esta será nuestra posición en el evento que realizará este sábado, la Universidad Abierta para Adultos (UAPA), especialmente en el panel “investigación como solución a dilemas medioambientales, empresariales y desarrollo”. Los primeros sociólogos de la ciencia, describieron mecanismos para que la comunidad científica, se autorregulara y creciera mediante asignación y reconocimiento del valor. A partir de la atención prestada por los Estados a la ciencia desde la segunda guerra mundial, otras finalidades, propias de la lógica de los intereses públicos y políticos, enredaron/facilitaron el proceso.
En República Dominicana, Nelly Biaggi, Rolando Bodden y Giovanna Riggio, entre otros, han publicado análisis del estado de la ciencia y tecnología. Indican que no obstante, los avances como el Fondo de Innovación (FONDOCYT) y el plan estratégico de ciencia y tecnología, estamos lejos de alcanzar el progreso en este componente que reputan naciones comparables de América.
Los problemas imponen resolver debilidades institucionales y desarticulación de actores. Igualmente superar la baja capacidad de financiamiento privado y público para proyectos de investigación e innovación. Asimismo, ausencia de políticas científicas en varias universidades dominicanas. Entendemos que estos expertos y sus estudios, son referencias para las autoridades del Ministerio Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT). Especialmente para los doctores Franklin García, ministro y Genaro Rodríguez, viceministro.
La alianza estratégica que impulsamos para las universidades del Cibao, es el consorcio, Universidad, Empresa y Estado. Una iniciativa que se utiliza con mucho acierto en comunidades y localidades internacionales creando un significativo capital de investigadores e investigaciones.
Sugerimos que bajo la rectoría del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), en la provincia Santiago y las principales provincias del Cibao, las 15 universidades, con más de 100 mil estudiantes universitarios y cientos de profesores, pueden crear un sistema de investigación e innovación.
Un proyecto que genere un Plan Temático de Innovación e Investigación de problemas a resolver. Un plan de temas objeto de investigación los aporten las empresas y sea financiado por el Estado con la participación de las universidades. Se espera un convenio con el MESCyT para impulsar esta estructura. Igualmente la realización de foros sobre la situación de la ciencia y la tecnología en Santiago y el Cibao.
También se impone recolectar y estudiar propuestas para un Santiago inteligente. Igualmente, la capacitación en herramientas metodológicas de investigación, innovación y desarrollo. Asimismo, un impulsar un concurso regional de investigaciones y la inserción de los resultados de los estudios universitarios en la producción empresarial.
Finalmente, invitamos al MESCyT a organizar primer foro internacional Universidad, Estado y Empresa y visualizar más cinco (5) Foros de Discusión Permanente. También a reestructurar la oferta académica y de investigación de las universidades; y un programa de mejoras de las capacidades y funcionalidades para una investigación en pro del desarrollo productivo a tono con las grandes tendencias sociales y tecnológicas, contenidas en la Estrategia Nacional de Desarrollo (Ley 1-12).