En la República Dominicana es prácticamente una regla que no falla que cuándo nuestros políticos o sus partidos están fuera del poder actúan y critican de una forma muy distinta que cuando llegan a ocupar una función pública. El actual gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) no ha sido la excepción y hemos visto cómo funcionarios y legisladores de ese partido han cambiado por completo su discurso y su forma de actuar causando grandes decepciones en la sociedad. En este breve artículo me voy a referir a dos casos que me han llamado poderosamente la atención, ya que se trata de dos personas que promovían en todo momento la transparencia y un cambio en la forma de hacer política.

El primer caso es del ministro de Industria Comercio, Víctor (Ito) Bisonó, quien ha tenido grandes logros al frente de dicha institución, pero que el tema de los combustibles ha sido una asignatura que ha reprobado. Principalmente, porque cuando el actual ministro se encontraba en campaña electoral, en principio de forma independiente y luego de la mano del hoy presidente, Luis Abinader, uno de los temas que más criticaba del anterior gobierno era el de los combustibles. Incluso todo recordamos aquel video en el cual Ito nos hablaba de una fórmula que les demostraba a los dominicanos el alto precio que pagábamos por este concepto. Sin embargo, luego de casi un año y medio desde que Ito llegó al Ministerio de Industria y Comercio han sido pocas las veces que se ha referido de manera directa al alto precio de los combustibles. Peor aún, en numerosas ocasiones se le ha exigido una explicación respecto de la famosa fórmula para el cálculo de los precios y en momento alguno hemos recibido una respuesta satisfactoria. Desde ese Ministerio los planteamientos siempre han sido en que sería necesaria una modificación a la ley de hidrocarburos, sin embargo, ya estamos en el año 2022 y lo único que tenemos es que cada viernes los dominicanos ven cómo su capacidad económica se disminuye al tener que disponer cada día de una mayor cantidad de dinero para pagar los combustibles.

El otro caso que nos llama la atención es el de la senadora por el Distrito Nacional, Faride Raful, quien durante los últimos cuatro años del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) fue diputada al Congreso Nacional, siendo elegida senadora en el año 2020. Faride, durante su labor como diputada se convirtió en una verdadera fiscalizadora de las acciones del gobierno del PLD, denunciando en múltiples ocasiones la cantidad de préstamos que eran aprobados en el Congreso a solicitud de dicho gobierno, comprometiendo con ello la capacidad de endeudamiento de nuestro país y el futuro de nuestros hijos. Por igual, en cualquier tema que tuviera que ver con corrupción, la en ese entonces diputada Raful era la primera en levantar su voz haciendo las denuncias correspondientes, sin paños tibios ni rodeos. En la actualidad, aparentemente es otra la Faride que elegimos senadora, la cual no solamente ya no se ve realizando denuncias de actos de presumible corrupción, sino que hasta defiende y justifica el festival de prestamos que le ha aprobado este Congreso al gobierno del presidente Abinader. Es justo por situaciones como estas que he planteado que se ha hecho popular el refrán que reza: “una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”.

Si bien aquí solo me refiero a dos ejemplos, son múltiples las situaciones similares que podemos identificar, siendo esto no una conducta únicamente del PRM. Esto es algo que aparentemente está en el ADN del político dominicano. Precisamente es esta una de las razones por las que existe este nivel de hartazgo y de decepción de la clase política de nuestro país. Es lamentable, pero el dominicano no se siente identificado con esas dos caras, con esa hipocresía que muestran nuestros políticos. El gobierno del presidente Abinader en sentido general, hasta ahora, podríamos calificarlo como positivo, sin embargo, el tan anhelado cambio que se nos prometió no es tan cierto como tal vez algunos pudieron haber pensado. Aún seguimos arrastrando viejas conductas dañinas que son muy criticadas cuando se encuentran fuera del poder, pero que se adueñan de ellas una vez toman posesión. En resumidas cuentas, el político dominicano es especialista en hacer lo que tanto criticó.