Se imagina querido-da lector-ra que en lugar de personas hubiéramos nacido otras especies de animales. No es tan loco pensarlo, en la lotería de la evolución de la vida algunos seres les tocó hacer de leones, otros de tiburones, otros más, sapos, otros halcones, otros mariposas… y así hasta llegar al 1,5 o 2 millones de especies e incluso muchos más que según la ciencia pululan actualmente en nuestro planeta.

Algunos beneficiosos para lo humanos, otros peligrosos, los hay comestibles de tenedor y cuchara y otros que se nos pueden indigestar y hasta fagocitarnos y llevarnos de vacaciones perpetuas al cementerio. Imagínese lector-ra que hubiéramos nacido escarabajo pelotero siempre esperando que el caballo o el elefante suelte sus abundantes y olorosos excrementos para hacer una bola más menos compacta y llevarla trabajosamente por montículos o barrancos hasta el nido para allí alimentarse y reproducir sus crías ¡qué asco de vida, quizás hasta peor que pagar impuestos!

O que fuéramos una hiena de esas del National Geographic medio encorvada de poderosas fauces siempre peleando, buscando, robando, matando presas para comerlas crudas y sangrantes, sin una salsa o un sofrito de compaña, o aprovechar cualquier cadáver en descomposición encuentren por ahí y bajárselo sin siquiera echarle un poco de cátchup !Puagg casi peor que tragarse un discurso político de campaña.

O nacer pollo o gallina y ver como un señor con sombrero campesino nos dice tita, tita, tita, le echa maíz tras maíz para que engorde lo más rápido posible y después nos mate un tablajero desaseado con barba de tres días de un tremendo puñetazo en la espalda, y aun moribundo lo metan en una lata con agua hirviendo y acabar frito en un pica pollo chino con muchos tostones, o en el guiso de doña Tatica en la clásica bandera gastronómica dominicana de arroz, habichuelas y usted guisado en muslo o pechuga, y además pensar dónde iríamos a parar después de pasar por los intestinos y el inodoro. Tiriquitos es poco, calambres de recibo de luz dan a uno-a de solo pensarlo.

O que fuéramos una lombriz de tierra ciega retorciéndose siempre sin poder ver una serie de Netflix, comiendo tierra y materias descompuestas, nada de llevarse a la boca una bolsa de aire con Doritos, y a expensas de que se la coma un topo, un ave, o un tejón que tanto les gustan, o que un gracioso pescador nos ensarte, nos traspase en un afilado anzuelo y nos tenga horas y horas ahogándonos en agua salada esperando atrapar un voraz mero, o irse a su casa muchas horas sin pez alguno con mal humor dejándonos por ahí muertos y destrozados. ¡Ayyy mamá, que por ahí viene la temporada escolar!

Y si nos tocara ser una bacteria de esas que entran por la nariz o boca de la gente y que reproduciéndose por millones causan una gastritis galopante de ida y vuelta, de vuelta e ida al baño, con tantos alimentos que andan por en ese órgano de digestión, de comida, hasta el terrible ácido sulfúrico, y acaba su ciclo vital por la acción de una cara y poderosa medicina porque baratas ya no quedan ni en las farmacias populares. ¡zafa, zafa y zafa!

Y si hubiéramos nacido avestruz, siempre corriendo y peleando para que no nos quitaran las plumas en vida para adornar ridículos sombreros de señoronas ricachas en los desfiles de modas, dejando peladas nuestras nalgas pues las plumas traseras son las más cotizadas, y sobre todo cuidando los huevos tan enormes para que no los vendan o frían, que si los de gallina dan brega para ponerlos y cacarean tanto, los de las pobres avestruzas deben dooooolllleeeeeeeeerrrrr lo suyo, eso sin contar los leones, panteras, perros licaones y otras fieras que las persiguen para darse un festín porque su carne según dicen los gourmets que la han probado es exquisita, superior al pollo y al faisán. Solo de pensarlo entra un hip, hip, hip, hip, hipo permanente.

Bueno, podríamos continuar por años poniendo ejemplos, y mucho peores como ser tenia o solitaria, piojo de vagabundo, ladilla, sanguijuela, garrapata, virus de la lepra, o un ñu cruzando un río lleno de cocodrilos.

Así que si a usted le ha tocado el premio gordo de ser persona, alégrese aunque sea feo-a, pobre-a, tonto-a, la hipoteca de la casa lo esté asfixiando, el carro de veinte años se averíe semana tras semana, o tenga una suegra o suegro sacados de una selva profunda. Sí, eso de nacer con todo lo bueno o malo que nos pueda suceder es un billete de lotería que nos ha tocado, aunque sea solo la colita.