Un tema de vital valor en una sociedad en crecimiento como la nuestra, con una densidad poblacional que demanda servicios educativos esenciales, es el relacionado con espacios de educación y seguridad en entornos escolares.

En el Foro Mundial de Educación de Dakar, en Senegal África, realizado hace 24 años, se planteó el compromiso de fomentar una estrategia de educación en situaciones de emergencias. Ese mismo año, el grupo se reencontró en Ginebra con la intención de consolidar los esfuerzos existentes de escuela segura.

La escuela segura “ofrece un entorno propicio para el aprendizaje y garantizar la educación, la salud y la seguridad de la niñez. La escuela es estructuralmente sólida y no se derrumbará durante un desastre”.  De igual manera, “es un marco humanitario y de desarrollo para que las personas tengan derecho a una educación de calidad, segura, pertinente y equitativa”.

Ese marco se aborda de forma constante desde la Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE). Se trata de un espacio que une a distintas agencias de desarrollo, organizaciones no gubernamentales, ciudadanos y países de una gran parte del mundo comprometidos con esta materia.

República Dominicana ha participado en eventos internacionales y nacionales donde se discuten los retos y avances en la aplicación de la estrategia de escuela segura.  A finales del año pasado el país fue sede del II Foro de Escuelas Seguras de la Región del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), el cual tuvo como fin: “identificar las brechas y oportunidades de políticas, estrategias y planes para reducir los riesgos y aumentar la resiliencia de la comunidad educativa”.

Las medidas de seguridad en las escuelas abarcan los contenidos de enseñanza que imparten los docentes en sus programas de clases; el personal técnico distrital y regional que supervisa, igual juega un rol importante; y los trabajadores administrativos, estudiantes, comunidad y empresas que prestan servicios a las autoridades educativas deberán cumplir con líneas generales de seguridad.

Hablar de una escuela segura es verla en una dimensión de integralidad, participación de todos los actores que inciden de una manera u otra en la sociedad, sin exclusión, conscientes del papel y la responsabilidad que desempeñan.

Los currículos se trabajan para que contengan aspectos pedagógicos que lleven a comprender la dinámica de los riesgos y las amenazas que ponen en peligro a la población. Programas bien estructurados que sirvan de guía al docente en el camino de sensibilización y aprendizaje teórico y práctico del estudiante.

Los técnicos supervisores tienen que dar seguimiento al cumplimento de los temas definidos, y sugerir mejora de adaptación cuando sea necesario. Evaluar las infraestructuras de los centros escolares, analizando los peligros estructurales con un equipo profesional habilitado para esos fines. Asimismo, hacer frente a las conductas inapropiadas que promueven el abuso y maltrato a lo interno del centro.

En la escuela el personal administrativo conoce las vulnerabilidades y fortalezas; cuenta con planes escolares de gestión del riesgo, técnicas de contingencias para terremotos, inundaciones, incendios, ataques terroristas, entre otros.  A ese esfuerzo se unen las brigadas escolares de emergencias con una composición mixta (docente, alumno, comunidad).

El profesorado y Ministerio de Educación es emplazado a ensayar cada año los protocolos de evacuación, con el propósito de enfrentar posibles emergencias que eduquen para salvar vidas. Señalizar rutas de evacuación y puntos de encuentros con la ayuda de brigadas escolares bien equipadas con botiquines de primeros auxilios básicos.

Los alumnos se introducen en la gestión integral del riesgo de desastres e instruyen sobre el qué hacer en cada momento, de forma disciplinada y metódica. Los educadores y personal de la escuela actúan conforme al diseño de planes escolares de seguridad.

Las familias, organizadas en estructuras de padres y madres, participan e interactúan con el centro educativo en la organización de los procesos de ejercicios de simulación y simulacros. La comunidad conoce los planes de emergencias del centro escolar y la escuela sabe de los planes de la comunidad. Ambos se coordinan e interactúan conjuntamente para crear un ambiente de confianza.

Los prestadores de servicios: transporte, alimentación, salud, intelectuales y otros, se rigen por los protocolos de protección que el Ministerio de Educación exija. Por ejemplo, el transporte escolar debe contar con protocolos de seguridad al momento de trasladar a estudiantes desde la comunidad a la escuela.

Los que suplen los alimentos tiene que observar medidas sanitarias adecuadas: manejo y entrega de los alimentos con los estándares de calidad.  Sobre ese aspecto, el centro debe definir medidas de respuesta rápida para enfrentar situaciones de posible intoxicación.

La Defensa Civil de República Dominicana participa de procesos de formación para las normas básicas de seguridad en la escuela, así como de la iniciativa mundial para escuelas seguras del Unicef de las Naciones Unidas. Por esa razón, promovemos una seguridad escolar integral y preventiva.

Y cuando ocurre un evento que ocasiona desastres, velamos por que el sistema educativo, en ese contexto de tragedia, pueda cumplir con el derecho a la educación de los alumnos en una emergencia.