Escribir en español, como en cualquier lengua, es un proceso complejo, por cuanto a través del escrito se revela un tipo de especificidad del sujeto histórico-social. La lengua es, definitivamente, el instrumento de comunicación que funciona en la superficie social para instruir tipos de saberes. La escritura, como han puesto de manifiesto algunos teóricos del lenguaje y la literatura, es una experiencia ilimitada; pues aceptando la lengua como sistema y relación, la práctica social se reproduce en marcas lingüísticas y comunicativas necesarias.
En el contexto de una pedagogía de la producción textual, el acto de escribir es una posibilidad fundadora, pues la huella de las actividades humanas e históricas quedan plasmadas en la escritura.
Desde el punto de vista académico y cultural escribir es una responsabilidad tanto del maestro como del alumno. Todos los maestros de las áreas estudiadas en el nivel básicos medio, universitario o postuniversitario tienen en la escritura un acto importante de vida, pero además, una práctica efectiva de conocimiento. El uso descrito en la vida pública y educativa es un mecanismo de efectividad, donde el discurso pone a prueba su unidad o des-unidad lingüística. Pero además, debe entenderse que todo acto de escribir es un acto de cultura, a través del cual, el hombre, el estudiante, la sociedad entera vive y se autodetermina.
Aún con el desarrollo tecnológico, informacional e hipermedial la sociedad civil no puede funcionar sin el escrito y sin los diversos y múltiples productos de la escritura. Los profesores de lengua española de los niveles iniciales, básicos y secundarios, deben asumir una actitud crítica y a la vez comprometida en lo concerniente a las actividades creativas del lenguaje. Una visión práctica y bien canalizada de la enseñanza del español debe tomar como elemento renovador la escritura, desde la cual el alumno incorpora su pensamiento a la producción intelectual y al desarrollo social. Escribir en la escuela y en la sociedad es un acto edificante, encaminado a construir la educación y el sujeto como parte del desarrollo escrito.
El mismo tiende no solamente a caracterizar hechos reales o imaginarios, sino a contribuir y fundar perspectivas en el orden social. El funcionamiento del escrito no niega el funcionamiento de la lectura en los niveles señalados supra.
En efecto, escribir es un acto referencial que le permite a la sociedad constituir las diversas instancias del conocimiento práctico públicamente instructivo, para los individuos que forman parte de la totalidad social. Estructurar el escrito significa dar cuenta mediante la lengua y desde el discurso, de la experiencia individual vivida y construida por el sujeto-en-la-escuela y en-la-sociedad. El periódico, por ejemplo, la revista y el libro son agentes y medios culturales que se encargan de transmitir ideas, informaciones y significados en contextos de atribución, libertad y comportamiento, siendo así que el acto L material y cultural denominado escritura se particulariza en la práctica denominada escribir.
Escribir no es ni fácil, ni difícil. Es un aprendizaje comunicador, pero también una conducta social. Lo que merece cierta atención; pues desde esa práctica nos hacemos testigos de nuestros tiempos y asistimos a la era del Homo significans, esto es, el hombre cuya experiencia se funda en el sentido de la historia y la cultura. La escuela debe constituirse en un taller permanente de lectura y escritura y el maestro en un animador-escritor dentro del aula.
Un proceso de trabajo sobre escribir y facilitar “lo escrito” en español plantea asumir y precisar el acto de escribir-leyendo y de leer-escribiendo como conexión de frases significantes y modos de textualizar desde la lengua-habla y la comprensión de fuentes: Pensamiento-Lenguaje-Realidad-Escritura como el fenómeno de actitud expresa en la enseñanza de la lengua supone actores en proceso de escritura; material de escritura, corrección insertada en el escrito; función de la escritura en sociedad-comunicación; lo que Integra la relación entre escuela activa -enseñanza activa y saber activo mediante la competencia lingüística y textual en contexto de producción escrita. Los llamados transcursos de aprendizaje significativo implican, en proceso, la socialización de la enseñanza de la lengua y la escritura.
Podemos describir las siguientes relaciones partiendo de la función Escritura-Sociedad:
Ambos procesos (1,2) particularizan la función necesaria de una pedagogía del escrito en español, tendente a desarrollar la lengua en sus variados aspectos, pero también, afirmar las relaciones cognoscitivas a través de las cuales se funda una verdadera y necesaria experiencia educativa. Creemos que los textos para la escuela deben ser producidos a partir de una relación ejemplar, entre el educando y el educador, el aula y la sociedad, y que los mismos se particularicen para unificar la producción académica en tanto que producción socializada de conocimientos.