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Por Telésforo González Mercado

Según se sabe, la esclavitud se remonta a la Edad Antigua. Su  origen histórico proviene de la “práctica de aprovechar los cautivos de guerras como mano de obra, quienes eran considerados como bienes, cosas y objetos que eran comprados y vendidos como mercancías” (Estudios de doctorados realizados por psicólogos sociales de la Universidad de LAVAL, Quebec, Canadá, 1999- 2014).

Los datos históricos sobre la esclavitud refieren que, en el siglo XV “Grecia y Roma, fueron sociedades basadas en el esclavismo, cuyos esclavos provenían de África subsahariana”.  En tal sentido, los primeros esclavos conocidos aparecieron en la Mesopotamia y en el Antiguo Egipto (Datos históricos documentados sobre la historia de Grecia y Egipto,  editados por la Universidad de Reino Unido, Inglaterra, 1989).

Como se sabe, “a fines del siglo XVI y durante el XVII, fueron traídos a América los primeros africanos provenientes de Angola, el Congo, Mozambique y del sudeste de África, con el propósito de colonizar a la Florida y las Carolinas del Sur y del Norte de los USA”, territorios que estaban bajo el control de los españoles (Textos de historia sobre la esclavitud, Universidad complutense, Madrid, España, 1983).

Asimismo, los datos históricos refieren que, “los precios de los esclavos dependían de sus edades; mientras que los valores más altos correspondían a la franja de esclavos que oscilaba entre los 14 y los 40 años, su estado físico y, el destino que les darían sus nuevos propietarios” (Reseñas históricas sobre la esclavitud recopiladas por la Escuela de Psicología de la Universidad de Reino Unido, 1982-2004).

En tal sentido se sabe que, “los esclavos eran obligados a trabajar en las plantaciones de algodón, azúcar y tabaco, entre otras actividades agrícolas, cuyas materias primas eran enviadas desde América a Europa u a otras colonias españolas del norte controladas por los españoles”.

Según se conoce, “la esclavitud fue abolida de manera inconsistente en los siglos XVIII y XIX, iniciándose  dicho proceso por Haití en el año 1804 y, terminando en Brasil en el año 1888. No obstante, algunos países volvieron a restituir la esclavitud, pero muchos años después en el siglo XIX, las prácticas esclavistas fueron abolidas” (Reseñas históricas de los tratados de Psicología de la Universidad de Reino Unido, 2004).

Como se puede observar, “la esclavitud se basó en un régimen de engaño, crueldad, vejación y explotación, ya que los esclavos fueron tratados como mercancías, subastados y obligados a trabajar hasta morir” (Escuela de Sociología de la Universidad LAVAL, Quebec, Canadá, 2009).

Por otra parte, los estudios sobre la esclavitud realizados por las Escuelas de Psicologías de las Universidades de Cambridge y Harvard, período 1968-1999 refieren que, “al concluir la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo introdujo un nuevo método de esclavitud, promoviendo el consumo masivo de alcohol, drogas ilícitas y la prostitución” (Escuelas de Psicologías de la Universidades de Harvard y la UNAM, 2001).

Además, los estudios referidos en el párrafo anterior precisan que, “los dueños del gran capital diseñaron e introdujeron al mercado, los instrumentos tecnológicos de comunicación (teléfonos celulares, tabletas, videos juegos, redes sociales, entre otros), como estrategias para manipular, desenfocar y esclavizar a los adolescentes y los jóvenes en condición de vulnerabilidad” (Estudios realizados por estudiantes de maestrías en Psicología Social de la UNAM, período 1981-2019).

Por su parte, el uso incorrecto de los dispositivos electrónicos y las redes sociales, está fomentando la desintegración familiar, la violencia a todos los niveles, el sedentarismo, la obesidad, el consumo de alcohol y sustancias prohibidas, el robo de identidad y el fraude cibernético.

De nuestro lado, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, “las adicciones tecnológicas  inducen a nuestros hijos y nietos, a usar activamente la internet, los teléfonos inteligentes, los videojuegos y las redes sociales, cuyo diagnóstico parte del mismo principio utilizado para determinar la adicción al alcohol, a las substancias prohibidas, al sexo promiscuo y, a las pornografías.

No obstante se sabe que, el uso correcto de los dispositivos electrónicos y las redes sociales, es un avance extraordinario para la comunicación, el comercio internacional, el transporte, la navegación, la medicina, la educación, la investigación, la tecnología y la innovación.

Desde nuestro punto de vista, las adicciones a los teléfonos inteligentes, a los videos juegos y a las redes sociales, al alcohol, a las sustancias prohibidas, al sexo promiscuo y a las pornografías, es una nueva modalidad esclavista que, pone en riesgos la salud física y mental de los pre-adolescentes, los adolescentes y los jóvenes con autoestima baja de todos los estratos sociales.

Visto el contenido de este artículo, nos corresponde a los padres y a los tutores hacer conciencia sobre los impactos negativos que tiene el uso incorrecto de los instrumentos tecnológicos y las redes sociales, en las conductas, los hábitos y los comportamientos de nuestros hijos y nietos.

“La esclavitud más denigrante es ser esclavo de uno mismo” (SENECA).