El pasado 27 de noviembre de 2024, el presidente Luis Abinader encabezó la 46.ª reunión del Consejo de Ministros, durante la cual se presentaron las diez grandes metas del Gobierno de cara al 2028.

Esta noticia es relevante porque reflejaría un compromiso del Gobierno dominicano de establecer objetivos claros y ambiciosos, optimizar las herramientas de seguimiento y garantizar una mayor transparencia en la gestión, todo con el fin de mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.

Entre estas metas destaca “mantener un sistema de salud que eleve la edad promedio de la población a 77 años”. Si el país logra este objetivo, avanzaría hacia esperanzas de vida mucho más elevadas que las actuales. Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué tan factible es alcanzar esta meta?

Para evaluarlo, tomando como referencia las proyecciones más recientes de las Naciones Unidas, he analizado los datos de Costa Rica y Chile, dos países de la región que han logrado avances significativos en la reducción de la mortalidad (ver Gráfico).

Se parte del valor para 2024 para República Dominicana que estima Naciones Unidas, que es de 73.9 años para ambos sexos (Al parecer el Gobierno usó una cifra no actualizada del Banco Mundial de una esperanza de vida al nacer para 2024 de 75 años).

De acuerdo a la meta del Gobierno, este valor debería subir a 77 años en 2028, es decir un aumento de 3.1 años, algo menos de un año de vida por cada año calendario. En Costa Rica y de Chile, lograr avances similares les tomó 17 años y 10 años, respectivamente (12 y 6 años, respectivamente, si se partiera de un valor de 75 años).

He calculado la esperanza de vida que se lograría eliminando toda la sobre-mortalidad masculina en edades 15-40 años, en la cual está la mayoría de las muertes por violencias y accidentes que constituye un lastre que el país quiere erradicar,  y el aumento del promedio  de vida sería de apenas de 0.6 años.

Entonces, no es que sea imposible lograr la meta de los 77 años de promedio de vida en 2028, pero es una cuesta bastante empinada, especialmente considerando que ya 2024 casi terminó y que los cambios que deben hacerse en menos de 4 años van mucho más allá del sector salud y requieren inversiones significativas en educación, seguridad pública y otros sectores, cuyos impactos no se van a notar en tan a corto plazo.

En suma, se ve muy difícil el logro de esta meta, pero es de todos modos loable que el Gobierno la haya incluido. El país tiene que dar prioridad a la salud y a las mejoras que repercutan en una esperanza de vida que avance a la par de nuestros logros en materia económica y que no haya que esperar, como lo suponen las proyecciones de Naciones Unidas, hasta el 2048 para lograrlo.