El 21 de mayo de 1930 los poetas surrealistas René Char y Paul Éluard salieron a pasear por el bulevar Haussmann en París con la esperanza de tener un encuentro erótico con una desconocida, tal y como sucede en la novela Nadja de su amigo y líder del grupo surrealista André Breton. Les llamó la atención la belleza misteriosa de una joven que cruzó la calle frente a ellos y la invitaron a una copa. Ella aceptó con la condición de añadir al pedido dos cruasanes ya que, como casi siempre, tenía muchísima hambre. Poco después, Paul llama un taxi y la lleva a su casa. Desde entonces apenas se separan durante los siguientes 16 años. Ella se convierte en compañera, amiga, amante, esposa y musa del poeta.
Se entregó del todo a él y sus amistades, existió para ellos, se desvivió por ellos. Aunque es cierto que no tenía mucho que perder y lo que dejaba atrás eran sobre todo desgracias.
María Benz (1906-1946), apodada Nusch por su padre, dueño de un circo ambulante, creció en una época complicada. Cuando apenas tenía 8 años, estalló la Primera Guerra Mundial. Dos años después su padre la sacó de la escuela, le enseñó acrobacias y montó para ella un número de contorsionismo que se convirtió en la principal atracción y la primera fuente de ingresos del pequeño teatro familiar. A los 14 se mudó a Berlín, donde terminó posando como modelo de postales eróticas, además de prostituirse de forma ocasional.
En 1928 terminados los “locos veinte” recaló en París, trabajando como asistente de un hipnotizador en el teatro Gran Gignol especializado en espectáculos de terror, recorriendo calles de Montmartre y el Barrio Latino leyendo las cartas o la mano. Pero daba igual cuánta inventiva tuviese, su vida era sobre todo pasar adversidades y hambre todos los días.
Así que cuando Éluard la lleva a su casa, Nusch queda enamorada de él definitivamente y para siempre, mientras que él tarda un poco más en hacerlo. Claro, Paul ya tenía atrás una historia de amor apasionada e intensa con Gala, su primera esposa, que lo había abandonado por Salvador Dalí. A pesar de que estaban separados y en proceso de divorcio, nunca dejaron de escribirse, y él seguía venerándola.
En agosto de 1934, después de cuatro años de convivencia, Paul y Nusch se casaron. Un día antes de la boda, el poeta le envió una carta a Gala diciendo: “La vida, la poesía, las mujeres, los grandes viajes, los pequeños paseos, nada de eso me es posible si no puedo verte ni oír tu voz. Necesito tu desnudez para desear ver otras desnudeces”. Sin embargo, poco después le escribe de nuevo: “Creo que nunca encontraré mejor compañera. ¿Sabes? Tengo mucho miedo de estar solo”. Paul y Nusch se amaron intensamente y fueron, ante todo, cómplices en la vida y en el arte.
Fue una familia atípica. El amor libre y la rebelión contra la moral establecida eran parte de la filosofía surrealista. “El surrealismo es el punto de encuentro de los embelesos, el sueño, el alcohol, el tabaco, el éter; el opio y la morfina, pero es también rompedor de cadenas”, decía su Manifiesto.
A través de Paul, Nusch entró en el círculo del surrealismo y se convirtió en la musa inspiradora de todos los miembros. Proporcionar bienestar al escritor y al grupo se convirtió en el principal objetivo de su vida. Se esmeró en organizar comidas y vacaciones, compartir casas, afectos y parejas.
Nusch, acostumbrada a usar su cuerpo como herramienta de trabajo, posó para los fotógrafos Man Ray, Dora Maar, Lee Miller e inspiró a muchos pintores, entre ellos Henri Matisse, Joan Miró, René Magritte, Salvador Dalí.
Pablo Picasso quedó fascinado por la belleza atípica de la nueva pareja de su gran amigo Paul y la inmortalizó en varios retratos, fruto de sus numerosos encuentros.
En 1935 Nusch tuvo graves problemas de insomnio. Jacques Lacan, entonces un joven psicoanalista, le recomendó que escribiese un diario o dibujase lo que le cruzaba por la mente como forma de liberación y escape. Le respondió que no tenía ningún talento artístico y que, además “ya había un escritor en casa”. Pero tiempo después decidió experimentar con collage. Pasó una semana recortando fotografías de revistas para crear media docena de obras y logró el objetivo inicial de recuperar el sueño. Durante varias décadas los collages fueron atribuidos a Paul, hasta que en los 1970 fueron identificados de forma correcta y admitidos como piezas creativas, muestras del talento artístico negado por su propia autora.
La segunda guerra mundial obligó a la pareja a vivir en la clandestinidad. Paul, fichado por la Gestapo, transforma su poema “Un solo pensamiento”, dedicado inicialmente a Nusch, en “Libertad” que se convierte en uno de los poemas más famosos del siglo XX. Éluard explicó así el cambio: "Pensé revelar para concluir el nombre de la mujer que amaba, a la que estaba dedicado el poema. Pero me di cuenta de que la única palabra que tenía en mente era la palabra libertad. Por lo tanto, la mujer que amaba, que encarnaba un mayor deseo, se estaba confundiendo con mi aspiración más sublime". En abril de 1943 los aviones del ejército británico lanzaron miles de copias del poema sobre el territorio francés como símbolo de apoyo a la resistencia contra los nazis.
Cuando estos fueron derrotados y llegó la tan anhelada libertad, Paul Éluard fue reclamado como uno de los grandes poetas del momento y se embarcó en una gira por Europa para celebrar la victoria. Nusch no lo acompañó y el 28 de noviembre de 1946 muere sola en una calle de París a consecuencia de una hemorragia cerebral. Un año después, el poeta se despedirá para siempre de ella con un poema acompañado con fotos de Nusch hechas por Man Ray y Dora Maar:
“Veintiocho de noviembre de / Mil novecientos cuarenta y seis / No envejeceremos juntos / Ése es el día / Que sobra: el tiempo se desborda”.