La izquierda reniega de su pasado y la derecha lo hace con su futuro.

La mentira como enfermedad: así es la vida de un mitómano, artículo de Borja Negrete en el periódico El Mundo, y al que nos referiremos porque –como afirmo en  el título la política de la verdad no la defiende nadie–, ni derecha ni izquierda. Está disponible en el siguiente enlace: https://www.elmundo.es/f5/comparte/2016/12/09/58484caee2704eb4578b45b1.html

Borja Negrete define el problema como psiquiátrico: «La mitomanía es un trastorno del comportamiento. La persona que lo padece es adicta a mentir. El psicólogo Juan Moisés de la Serna, que ha tratado a varias personas con este problema, considera que "el mitómano busca con sus engaños la aceptación de los demás. Compensar sus bajos niveles de autoestima".

Pero no cualquier embustero es un mitómano. "El mitómano no tiene un plan, no va buscando nada a medio o largo plazo más que la admiración inmediata. La clave para detectarles es descifrar la intencionalidad de sus bulos", explica de la Serna. Aún no se ha determinado con exactitud el origen de la enfermedad.

"No se ha encontrado ningún gen relacionado con la mentira, por lo tanto, no se puede decir que se nazca con ello. Aunque es cierto que existen condicionantes en la niñez que pueden facilitar su aparición, especialmente la baja autoestima", señala de la Serna.

La mentira también está ligada a varias enfermedades mentales como la demencia, el trastorno límite de la personalidad, el trastorno antisocial o el trastorno bipolar.»

Como no voy a hablar de psicología o psiquiatría, les dejo con el tema de los tratamientos y terapias. Me centro, según palabras de Borja, «en los casos más graves, al mitómano le acaba sucediendo lo que a Don Quijote. Se cree sus mentiras, inventa un mundo alternativo donde es el héroe, todos le quieren, y aborrece el mundo real, del que se aleja más y más cada día, hasta que se hace casi imposible regresar.»

 

Voy al meollo de la cuestión: ¿Por qué la izquierda se mantiene con una fe en unas leyendas de  igualdad y solidaridad en un mundo que ha probado que el capitalismo es  la vía para procurar riqueza y hasta bienestar? Mientras, por el otro lado la utopía de la última fase en la que “todos recibirían según sus necesidades y se les exigirían según sus capacidades”, sólo se cumplió con «la dictadura del proletariado».

 

Para los sacrosantos nacidos con el signo del poder -por ser los definidos por qué sé yo cuál teología como los “soberanos de casta divina” hasta que resonó el grito de «egalité, liberté, fraternité»- como pueden sostener estas pseudo-verdades, se arrancan con decir mentiras absolutas que se han dado en llamar “fake news” creadas por los epítomes de Trump, Bolsonaro, Puttin y una serie de  graciosos del patio que se envanecen oyendo sus “fake news” para seguir embaucando al mundo.

 

¿Quiénes son los que tienen ese privilegio de ser los voceros de la falsa izquierda en República Dominicana? Aquellos que se apropiado mediante el “vil dinero” (tal vez en dólares o euros, porque el peso se ha erosionado por la inflación) para mancillar el partido de Manolo Tavares Justo y asociarse con lo más cultivado de la ¿Antigua Orden Dominicana?

 

Como la izquierda ha dado estos traspiés, la derecha ha seguido su ejemplo. O ¿es al revés? ¿La derecha moderada no ha sido la punta de lanza para cultivar una ultra-derechización al auspiciar una xenofobia cimentada por la  permisividad  en la mano de obra importada del vecino Haití para sustituir la mano de obra criolla en tareas agrícolas, en la industria de  la construcción y hasta en el mismo turismo con sus pueblos fantasmas en el Este del país? Todos tenemos parte de culpa si hemos sido gobierno alguna vez: nos hemos hecho de la vista gorda por presión de los empresarios del campo y la ciudad que usufructúan las ganancias del “status quo” diseñado desde la muerte del Generalísimo.

 

 

Desde entonces, la democracia ha sido asaltada como el famoso Caballo de Troya, haciéndose pasar como demócratas para carcomerla desde dentro. Un pecado colectivo de todas las sociedades humanas durante el siglo XX, luego de la  Guerra Fría.

 

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El Tercio faltante

 

Este  escribidor y testigo de este siglo XXI ha escrito innúmeras ocasiones sobre el tercio ausente en esta calificación espacial del espectro político: el Centro, los que pretenden estar en la equidistancia de la posición revolucionaria de la izquierda proletaria así como de la posición reaccionaria de la ultra derecha fascistoide. Que nadie se ofende, pero Norberto Bobbio escribió que tanto la ultra diestra como la ultra zurda son antidemocráticas; por ello es la insistencia que el centro se convierte en el polo democrático porque es dónde se entiende la política como negociación y consenso.

 

Nuestras estructuras partidarias están  llegando a negar las propias bases democráticas a base de aprovecharse del voto universal de todos: tirios y troyanos. Siempre he apostado al centro, como en el baloncesto. Pero, ¿Falta este tercio para crear este espíritu democrático y acabar esta deriva hacia un autocratismo de derecha o de izquierda? Vale retro, engendros de la falsía, la traición y la mentira en el ejercicio de las virtudes democráticas.

 

Si la falencia democrática que reconocemos hoy es por el auge de la ultra derecha-izquierda simultánea, ¿sería el «momentum» de los Estadístas en vez del hombre-masa surgido de los medios de masas epitomizado en las redes de Internet? La respuesta la encontré en un texto de Natalia Viana, «La gran Mentira se vuelve global. La vimos en Brasil», en el  enlace: https://www.nytimes.com/es/2022/11/16/espanol/opinion/bolsonaro-fraude-brasil.html

 

Pero ya he hablado mucho del tema…