“La política no tiene relación con la moral”. Nicolás Maquiavelo

Probablemente todos nosotros hemos aplicado u oído aplicar el adjetivo calificativo de "maquiavélico." Este adjetivo se suele emplear para indicar las acciones o actitudes de astucia, engaño y doblez que emplean algunas personas a fin de lograr un propósito específico sin importar los medios empleados para alcanzarlo. También se acostumbra a decir la frase: "El fin justifica los medios", como frase del autor de El Príncipe, aunque el sabio y humanista florentino nunca la empleó.

¿Pero sabemos cuál es el origen del calificativo de maquiavélico? A continuación, presentaré un recorrido de V siglos de historia, para conocer a la persona de quien se hace tanta referencia en la vida política contemporánea, 500 años después.

Para esto es necesario remontarnos al Renacimiento Italiano, el cual, en el sentido estricto de la palabra, es un movimiento intelectual que inicia a finales del siglo XV, se expande durante el primer cuarto del XVI y trata de desprenderse de las disciplinas intelectuales de la Edad Media, para volver a la antigüedad clásica, estudiado directamente en sus fuentes por los humanistas y no ya a través de la doctrina cristiana.

En el año 1469 nació Nicolás Maquiavelo, era florentino, descendiente de una familia acomodada. Recibió una buena educación latina, y leyó a Livio en la biblioteca de su casa. Cuando frisaba los veinticinco años, Carlos VIII de Francia entró en Italia, y los Médicis, que gobernaban Florencia, tuvieron que abandonarla. Vino entonces la República del fraile dominico Savonarola, exigente predicador, de espíritu cuasi protestante.

Maquiavelo, como diplomático, en 1498, entra a servir a la República con el cargo de secretario de la Segunda Cancillería, que más o menos trataba de asuntos internos, de la guerra, y de algunas relaciones exteriores. De este modo, Maquiavelo se vio envuelto en algunas empresas diplomáticas, de entre las que descuella su viaje a la corte de Francia (1500), donde pudo ver de cerca el funcionamiento y características de un estado absoluto, en contraste con el suyo propio.

Después de esta misión, Maquiavelo volvió a Florencia y se casó. Al poco tiempo estalló la revuelta de Arezzo contra la República florentina (1502), que estaba inspirada por César Borgia, cuya vida y destreza política han de cautivar para siempre la imaginación de Maquiavelo.

Con la llegada de Borgia, Maquiavelo perdió sus cargos, y un poco más tarde llegó a ser encarcelado por poco tiempo, además de sufrir tormento. Por influencia, salió Maquiavelo de la prisión, a los 44 años de edad, sin esperanzas políticas de ninguna clase. Se retiró a su villa de Percussina, donde su mente lúcida comenzó a meditar sobre lo visto y lo vivido, y sobre lo que seguía presenciando.

Como hombre del Renacimiento, fue un hombre de letras, uno de los más grandes que ha tenido Italia. Escribió dos piezas de teatro, una de ellas titulada "Mandragola," que es una de las más famosas de las comedias italianas.

Escribió una célebre novelita, la Novella di Belfagor arcidiavolo. Compuso poemas suficientes para llenar un volumen. Redactó una Historia de Florencia. También está su Discurso a Tito Livio, donde las pasiones humanas son inalterables, los ejemplos históricos que obtiene son relatados como sucesos que podrían haber acaecido en cualquier lugar de la Italia de su tiempo. Pero su obra de mayor influencia y trascendencia es El Príncipe (1513).

En El Príncipe, el método que Maquiavelo empleaba para explicar la vida política posee aún un carácter precientífico, y los resultados del mismo no podrían explicar, ni mucho menos, su visión de las cosas si no fueran acompañados de otros elementos, tales como su peculiar concepción de la naturaleza humana.

Maquiavelo percibe ciertas regularidades a través de la historia y de la geografía en lo que a la naturaleza humana se refiere: el hombre ha sido, y será siempre el mismo. No decae, como pretendían tantos autores clásicos, pero tampoco mejora.

Ahora bien, esa inalterable naturaleza no es ni particularmente buena ni particularmente mala. Vicios y virtudes están repartidos en la forma más desigual según los individuos. El hecho de que sean los vicios los que requieren la mayor parte de la atención de Maquiavelo en El Príncipe no contradice este aserto. Si los vicios y su análisis son tan importantes para el recto entendimiento de la política, es porque oscurecen a las virtudes tan pronto como la actividad humana se centra en torno al poder, que no es otra cosa que el dominio sobre los demás hombres.

El hecho de que Maquiavelo consiguiera adoptar una actitud neutral no deja de ser notorio, habida cuenta de que la doctrina predominante del momento decía que el hombre era un ser básicamente depravado, ya que, como Juan Calvino asevera, el hombre es un ser depravado, cuyo espíritu estaba señalado por el estigma del pecado original.

 Bibliografía.

  1. Chevallier, Jean-Jacques. 1970. Los Grandes Textos Políticos. Madrid: Aguilar.
  2. Giner, Salvador. 1982. Historia del Pensamiento Social. España: Ariel, S.A.
  3. Maquiavelo, Nicolás. 1978. El Príncipe, edición anotada. México, D.F.: Editorial Época, S.A.
  4. Thomson, David. 1977. Las Ideas Políticas. Barcelona: Labor, S.A.