En esta última semana han pasado hechos dramáticos y declaraciones demoníacas de políticos, uno dominicano y otro argentino. Comencemos con el local. El diputado Eugenio Cedeño, de forma pública abrió sus más perversos sentimientos contra las mujeres al declarar que no debía ser delito el violar a su esposa, porque el matrimonio, al igual que la compra y venta de esclavos hasta el siglo XIX, era la adquisición del macho para poseer su hembra, su mercancía, su propiedad. Tan grosera fue su expresión que el presidente y la secretaria general del PRM convocaron a la prensa para distanciarse de sus primitivas intenciones.

En el país austral, por el contrario, el senador Juan Carlos Pagotto, del partido de Milei, propuso despenalizar la venta de los hijos por sus padres si estaban en situación de necesidad. En eso no fue original porque el presidente de dicho país en campaña lo dijo de manera explícita, que estaba a favor de que las adopciones fueran un mercado libre y no un mercado regulado por el Estado. En ese caso hay perfecta alineación entre ambos en tan criminal postura.

La extrema derecha tiene en su agenda la deshumanización absoluta de todos los hombres, mujeres, niños y ancianos, hasta convertirlos en mercancías, desechables e intercambiables, bajo el control de las minorías que tienen el poder económico y político a escala global. Que Milei se confiese seguidor de esa política a nadie le debe extrañar.

Y más perversiones se cuecen en nuestro Congreso. Volvemos a caer en el Código Penal, mientras nos entretienen con el tema de las tres causales, van colando la violencia contra los niños como método disciplinar, las violaciones en el matrimonio (defendido por el diputado del PRM mencionado) y hasta la exoneración de responsabilidad de las iglesias por los delitos cometidos por sus ministros.

Lo de las causales es una nube de humo, al fin de cuentas ni a pobres, ni a ricas, mucho menos clases medias, se les impide abortar por muchos más motivos que las causales. El debate es parte de un feminismo woke -que no termina de entender la sociología dominicana- en contrapunteo con un machismo trujillista que solo de la boca para afuera es antiabortista, que tienen amantes, aunque hayan prometido fidelidad a una sola mujer o el celibato (no todos, por favor) y los embarazos no deseados por ellos lo resuelven fácilmente.

Y no olvidemos las violaciones, que rarísima vez aparece el violador, mientras la menor es violentada nueva vez por el sistema social y los moralistas obsesivos. El problema no es el aborto, sino el control, la agresión y asesinato de mujeres. Perdieron la batalla por el matrimonio infantil (cuyos defensores activos y pasivos siguen en penumbra), pero se mantiene la prostitución infantil y juvenil, el caso Esmeralda Richiez en Higüey es una pequeña muestra del infierno que existe en nuestra sociedad.

No obstante hay esperanzas. Mientras la excrecencia de la extrema derecha se reunía en Buenos Aires, el pueblo inglés y francés votó militantemente contra lo más nefasto de la política, vulgares herederos de tiranos como Mussolini, Hitler, Franco o Trujillo. Y en Trieste, Italia, el papa Francisco, señalaba cuan importante es la democracia para la Iglesia y el mundo.

Francisco destaca dos aspectos fundamentales: 1) “la crisis de la democracia como un corazón herido. Lo que limita la participación está ante nuestros ojos. Si la construcción y la inteligencia muestran un corazón «herido», las diversas formas de exclusión social también deben preocuparnos. Siempre que se margina a alguien, todo el cuerpo social sufre” y 2) “la participación, para que la democracia se parezca a un corazón curado. Es esto: me gusta pensar que en la vida social es tan necesario curar los corazones, restaurar los corazones. Un corazón curado. Y para ello hay que ejercitar la creatividad”.

Con justeza Francisco señala que “en el mundo actual la democracia, digamos la verdad, no goza de buena salud”. Y no es solo porque en muchos países no existe el derecho a elegir mediante el voto a sus gobernantes, en un escenario competitivo y libre, sino que los nuevo canales de comunicación mediante el Internet manipula la información y se crean fake news para guiar a la sociedad a decisiones contrarias a sus intereses (el caso Trump o el Brexit), o la guerra de Ucrania y el genocidio palestino que son tan manipulados por los medios de comunicación y en las redes sociales.

Y el Papa señala cuanta ternura y compromiso hay en nuestras sociedades -y que no son noticias porque no reditúan al gran capital- “Si miramos a nuestro alrededor, vemos tantos signos de la acción del Espíritu Santo en la vida de las familias y de las comunidades. Incluso en los campos de la economía, la ideología, la política, la sociedad. Pensamos en quienes han dado cabida dentro de una empresa a personas con discapacidad; en trabajadores que han renunciado a uno de sus derechos para evitar el despido de otros; en comunidades de energías renovables que promueven la ecología integral, asumiendo incluso a familias en situación de pobreza energética; en administradores que promueven la natalidad, el empleo, la escuela, los servicios educativos, la vivienda accesible, la movilidad para todos, la integración de los inmigrantes. Todas estas cosas no caben en la política sin participación. El corazón de la política es la participación”.

Si la política no es para profundizar en la justicia y la equidad, para ser inclusivos en los beneficios del crecimiento económico, para fortalecer las acciones que garanticen salud, educación y pensiones para todos, entonces la política se convierte en el escenario de muerte y exclusión, en el enriquecimiento de grupos cada vez más reducidos, y la miseria y explotación de mayorías cada vez más amplias.

Y sintetiza su mensaje con esta defensa radical por la democracia: “Una democracia con el corazón curado sigue alimentando sueños de futuro, los pone en juego, llama a la implicación personal y comunitaria. Soñemos el futuro. No tengamos miedo. No nos dejemos engañar por soluciones fáciles. Comprometámonos, en cambio, con el bien común. No manipulemos la palabra democracia ni la deformemos con títulos vacíos que puedan justificar cualquier acción. La democracia no es una caja vacía, sino que está unida a los valores de la persona, la fraternidad e incluso la ecología integral”.