Los trinos oficiales sobre la transparencia y la rendición de cuentas no gozan de la honra que demanda la sociedad dominicana. Fallan, en grados diversos, los incumbentes, la fiscalización y la justicia. Esta última en la aplicación de las sanciones condignas, cuando hay laxitud, displicencia y/o complicidad en perjuicio del Estado.
Con demasiada frecuencia se detecta a “servidores públicos” -carne de prevaricación y cohecho-, convertir en “ración del boa” valores ingentes del pueblo dominicano.
Anonada y desarma la disipación con que ciertos incumbentes disponen de recursos del Estado en la firma de concesiones y contratos -caso intrant/Transcore Latam S.R.T.- donde la transparencia y el interés nacional resultan huérfanos de dolientes.
Como agravante del perjuicio a la sociedad, y pese a que “a buen callar llaman a Sancho”, concurre la defensa cerrada de la “pulcritud” de lo contratado o concedido; defensa que no asoma a la hora de defender al Estado. Tal, un empeño indiciario de una práctica non sancta.
Es preciso ser negligente o taimado para negociar un contrato, a nombre del Estado, donde se plasme un acápite como el siguiente:
“12.1 LAS PARTES acuerdan que sin importar las razones que originen la terminación, nulidad, resolución o rescisión del presente contrato, la Entidad Contratante (el Estado dominicano, HMF) deberá saldar todas las facturas pendientes de pago, así como todos los consumos realizados con las tarjetas electrónicas; los pagos serán realizados conforme a los plazos indicados en el presente contrato” (negritas, HMF).
Aunque inconcebible, de esas tenemos en el contrato salido del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre, una transacción que supera la friolera de 1,300 millones de pesos, “ganado” por una empresa sin linaje….
Firmado en junio 2023, y suspendido en octubre del mismo año, el contrato ya dizque cuenta con un 65.4% de realización, según porfiadas declaraciones del Intrant.
Las denuncias que conducen a la Dirección General de Contrataciones Públicas a la objetivización del tinglado fraudulento y a la suspensión del atraco muestran, como a Corchuelo en El ingenioso hidalgo…, a una instancia del Estado lanzando “cuchilladas, estocadas, altibajos, reveses y mandobles”, en defensa de la “absoluta transparencia” del bochorno.
Ante el fracaso, “lágrimas quebrantan penas”. Amén.