La predisposición para ser engañado, para ser víctima del engaño, son los sueños. Una vez se sueña, el engaño toma cuerpo, el suyo. De ahí que solo lo engaña el que le vende sueños. Si usted no sueña, la posibilidad de ser engañado es mínima. Uno también se puede engañar a sí mismo, que viene siendo el peor de los males para buscar sanarse. ¿Es que todo es engaño; todos buscamos engañar a alguien? O, ¿es la naturaleza humana? No voy a añadirle una carga más a mi ser racional; tampoco decir que no he engañado a nadie. Si hay máscaras es porque hay mil maneras de engañarse a sí mismo y engañar al otro; que, de acuerdo al tipo de engaño, cómo se engaña y sus consecuencias lo pasamos por alto.

El engaño es un tema moral dependiendo del tamaño (no significa que lo nimio no sea engaño), la forma de engañar y lo que queremos hacer con el que engaña, que va desde querer pulverizarlo hasta… Con el engaño trazamos la estrategia del alejamiento, tanto el engañado como el engañador, con el descaro envuelto en papel de regalo, con su cintica bien decorada y toda la delicadeza del quien lo envuelve, que también es una manera de engaño.

Como evito tirarle piedras a nadie, veo de lejos a cualquiera que lo haga. No me dejo engañar al recoger piedras ni de quien las recoge a mi lado con fines humanitarios. ¿Así debería tratarse al engaño? ¿Engañar es ilusión, espejismo? ¿El fin de nuestras relaciones sociales y sus instituciones, con toda su aureola de santidad solo tienen el fin de engañar y ser engañadas? Como no tengo piedra cerca, no puedo tirar. Cuanto más se sospecha que alguien nos puede engañar, más se sale con la suya el engañador. Es que nos gusta que nos engañen y engañarnos nosotros mismos. Es un alimento vitaminado con fibras, orgánico, nos prolonga la vida. Nos engañan los políticos, aspiren o no a cargos; estén o no en él; porque nos gusta. Nos engañan las creencias, el más allá, para volver con más fe a creer en ellas, no por sus hechos sino por las mil maneras de engañar.

Se engaña a sí mismo cualquiera que busca trascendencia sin conocerse a sí mismo; incluyendo a nuestras mañas, malas mañas y bondades. ¿Cómo combatir el engañarse a sí mismo y evitar ser engañado cuál sea la actividad que realicemos? Señor, deje de soñar, no permita que le vendan sueños ni a plazos ni regalados, envueltos en verborrea de superación personal. Y si sueña, hágalo con las plantas de los pies. Y sí, deje que les roben sus sueños, que quien se los roba, por lejos que se vaya, siempre sus hechos les perseguirán y caerá.  Y si se deja engañar para luego engañar con intereses, ¡Felicidades!