Enero es un mes lleno de positivismo. La gente hace promesas, se ilusiona, sueña despierta con el año que comienza: (voy a bajar de peso, este año iré de viaje, ahorraré dinero para comprar aquel mueble que me encanto, conseguiré un trabajo nuevo en donde me paguen mejor, este año si me conseguiré el amor de mi vida y mi futuro compañero y nos vamos a enamorar de nuevo, me mudaré a un espacio más grande), y muchas cosas más.
Lo irónico del caso, es que justo el 20 de enero es declarado el día más triste del año, y nuestra mente es tan poderosa que de solo leer la noticia, nos embarga un toque de nostalgia, produciéndonos un poco de dolor en el corazón lo cual nos hace sentir triste todo el día, mezclado con un poco de melancolía.
En el transcurrir de enero, los sueños organizados desde principio del mes se van haciendo más realistas, o en buen dominicano: "aplatanando”.
Cómo tenemos la creencia de que si podemos reunir para el inicio de una casa más grande, estamos seguros que si podemos perder peso, podemos viajar, también estamos seguros que esto no va hacer con un abrir y cerrar de ojos, o para manifestarlo más claramente: hay que fajarse a trabajar para ello; tal vez no logremos esas cosas en específico, pero les aseguro que lograremos mejores. Hay que ir dejando para después, pero siempre dando por seguro que lo lograremos.
Ya el mes de enero ha llegado casi a su fin y en mi caso he logrado algo ha estás alturas y estamos a fin de mes, lo que logre adquirir el marbete de mi carro y eso que durante diez días, conveniente había olvidado renovarlo.
¡Qué poderosa es la mente humana!