Los recursos agua y electricidad son imprescindibles para el desarrollo económico y social. Sin agua no hay vida, y sin electricidad en las redes la vida es muy complicada.

Desde hace cinco décadas los gobiernos en RD no han podido garantizar en las zonas urbanas la disponibilidad de agua y electricidad las 24 horas de cada día. En estos momentos de sequia y apagones, los dominicanos son más conscientes de esta realidad.

Aunque la distribución y comercialización de la energía eléctrica es un negocio rentable que genera ingresos a los gobiernos de otros países, en RD resulta  una carga pesada en el presupuesto nacional. Además, las empresas distribuidoras necesitan que el Estado financie con endeudamiento externo la expansión del servicio y la compra de repuestos y materiales.

La solución de este problema es política. El Estado debe dejar la administración de las distribuidoras al sector privado, como está previsto en la normativa vigente, y el servicio en pocos años tendrá la calidad que muestra en las zonas turísticas del este del país, donde es administrado por el sector privado.

En el caso del agua la solución si es más complicada, pues la disponibilidad del preciado líquido no solo depende de una gestión eficiente de este recurso por parte del gobierno, sino también de la contribución de la naturaleza, que en estos  momentos nos está recordando que no hemos respetado sus leyes y, en consecuencia, estamos padeciendo una sequia que nos hace pensar seriamente cómo será la situación en el largo plazo si no cambiamos las cosas.

Debemos preguntarnos. ¿Cuál será la situación del suministro del agua dentro de veinte años, con una mayor demanda por parte del sector residencial, la industria, el comercio y la agricultura?

En RD por razones políticas y culturales, los proyectos cuya ejecución requiere la intervención de más de un gobierno, y sus beneficios se ven en el largo plazo, no son atractivos a la hora de diseñar los planes de gobierno de los partidos en épocas preelectorales, ni tampoco se toman en cuenta en los presupuestos de los gobiernos de turno.

Pero para el bienestar de la nación debemos empezar a pensar diferente, asumiendo  en los planes de gobierno la evaluación de todos los proyectos que tengan vocación de dar beneficios al país en el largo plazo, sobre todo cuando se trata de asegurar la seguridad alimentaria, energética , ambiental y sanitaria. En este artículo me referiré exclusivamente a la necesidad de considerar proyectos que contribuyan a mejorar la seguridad energética y ambiental.

Si consideramos nuestra matriz de combustibles para la generación de electricidad, en estos momentos dependemos en poco más de un 80% de combustibles importados. La energía eléctrica producida a partir de los recursos agua, viento, sol y biomasa, todavía no llega al 20 %. Sin embargo, el sol y el viento son abundantes y capaces de abastecer una proporción mucho mayor de la demanda de energía eléctrica.

En el caso de los proyectos que aprovechan el viento y el sol, la naturaleza aleatoria de estos recursos naturales requiere que se considere el uso del almacenamiento de energía con baterías, una tecnología reciente cuyos costos están descendiendo rápidamente, y su incorporación en parques eólicos y fotovoltaicos les permitiría garantizar una potencia firme que asegure la continuidad del servicio. Desde el punto de vista del inversionista, esto representa otra oportunidad de negocio, lo que  facilita la decisión de invertir en el almacenamiento.

Si consideramos los proyectos de generación de electricidad usando la biomasa proveniente de Fincas Energéticas, los beneficios para el país son aún mayores, pues crean una demanda grande de mano de obra en las plantaciones forestales, en la industria forestal que procesa la madera para producir un combustible utilizable en una central térmica, y en las propias centrales de generación, sin considerar la que se crearía como resultado de hacer disponible energía eléctrica permanente en las zonas suroeste, noroeste, y fronteriza, donde existe disponibilidad de tierra no apta para producción de alimentos, y que pueden destinarse a la producción de biomasa.

La demanda de mano de obra en estas regiones ayudaría a detener la migración de ciudadanos dominicanos de esas zonas a otras regiones del país, algo necesario para preservar la integridad nacional.

Además del beneficio de crear abundante mano de obra y las condiciones para atraer inversiones en esas regiones, por el atractivo que genera aprovechar también los incentivos a las inversiones en la frontera, las Fincas Energéticas ayudan a recuperar los recursos agua y suelo, al reforestar grandes extensiones de tierra árida. Y esto es favorable ante la crisis medio ambiental que amenaza a la humanidad, y en particular a nuestro país, ubicado en una de las regiones más vulnerables a las consecuencias del cambio climático, por lo que la idea debería ser apoyada por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Ministerio de Agricultura y las instituciones responsables del recurso agua, tan importante para la preservación de la vida. La sequia que ha estado afectando al país en los últimos meses es una señal de que debemos poner atención a la conservación del agua

El obstáculo que tiene este tipo de proyecto para ser incluido en la agenda de los partidos políticos, es que su desarrollo requiere más de un período gubernamental, especialmente por el proceso de identificación de los terrenos y  por el tiempo que requiere la formación de estos bosques artificiales. Lamentablemente, los proyectos que no pueden mostrar beneficios en el corto plazo,  que su desarrollo puede ser complejo, encuentran muchas dificultades para ser incluidos en los planes de los partidos políticos y de los gobiernos. Esa es la razón por la que recomendamos introducir en las políticas públicas, la tradición de considerar y apoyar los proyectos que resuelven problemas de seguridad nacional en el largo plazo.

El desarrollo económico y social de la frontera, la defensa de la integridad nacional, la protección del recurso agua, la disminución de la dependencia energética y la creación de abundantes oportunidades de trabajo para lograr el desarrollo de la frontera, son factores que deben  considerarse de manera conjunta al concebir y elaborar los planes de trabajo del gobierno.

Otro beneficio de las Fincas Energéticas, es que pueden ayudar a la recuperación integral de Haití, social, económica y ambiental, después del necesario proceso previo de pacificación de esa nación. El desarrollo de Fincas Energéticas, de industrias forestales y de centrales eléctricas,  tanto al interior del país como a lo largo de la frontera, ayudaría a la recuperación de esa nación, y a contener la migración de su población, por lo que esta sugerencia debería ser parte del plan de pacificación y ordenamiento de esa nación.