Confirma el abogado Salvador Catrain, asesor de la compañía Oceanus Investment, que en 30 días arrancarán las obras del proyecto turístico Bucanyé, frente a la hermosa playa del mismo nombre, en el pueblo Pedernales.

La sociedad había anunciado el inicio para comienzo de enero, pero -dice- lo impidió el retraso en la emisión de los títulos de propiedad de las tierras por parte de la Jurisdicción Inmobiliaria, que “ya empiezan a salir”. Ha sido la exigencia del inversor español Elías Hernández Barrera.

Confirma el director ejecutivo de Alianza Público-Privada, Sigmund Freund, que el próximo 26 de este mayo el presidente Luis Abinader viajará a ese municipio del extremo sudoeste del territorio nacional para dejar iniciada la construcción de los primeros hoteles y la readecuación del muelle de Cabo Rojo del Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales. La visita, originalmente, estaba programada para el 26 de abril.

Esas informaciones actualizadas deberían marcar el fin de la espera insufrible para los pedernalenses.

La historia de promesas de convertir a Pedernales en “una tacita de oro” y del estruendoso eslogan “Ha llegado la hora del sur” suma más de tres décadas y ha dejado en el camino una gran siembra de incredulidad en la gente del pueblo. Así que hay sobradas razones para descreer.

El proyecto Bucanyé es de factura netamente privada. Será ejecutado en unos 14 millones de metros cuadrados (1,404.44 hectáreas), una porción de la parcela 40L. En la primera fase –según la información obtenida en la empresa- construirán un hotel boutique de 80 habitaciones, 10 villas, club de playa y pueblo Bucanyé, para los empleados.  Pero el documento original plantea unas 15 mil habitaciones entre hoteleras y desarrollo inmobiliario (casas y apartamentos) en un horizonte de 20 años.

Y el de Cabo Rojo, 23 kilómetros al sureste del parque central del municipio cabecera, se ha estructurado bajo el Fideicomiso Pro Pedernales (FPP), mediante el cual –han dicho las autoridades-  el Gobierno aportaría los terrenos (no en donación) y el sector privado (cadenas nacionales e internacionales) los hoteles y amenidades.

Será edificado en 36.6 millones de metros cuadrados de la parcela 215-A (362 millones de metros cuadrados), recuperada por el Estado tras una Litis de más de 20 años.

El valor estimado de los terrenos es, conforme el Gobierno, US$719 MM (32% del costo del proyecto). Los inversionistas dispondrían de 446 millones (20% del costo). El financiamiento local previsto sería de 200 millones de dólares (9% del costo del proyecto), mientras el financiamiento internacional sería de 575 millones (25% del costo).

Al término, en diez años, habrían construido unas 12 mil habitaciones. La tasa de retorno de los inversionistas sería de 18%.

El presidente Abinader informó  que se hará en cuatro fases, con una inversión total de 2,245 millones de dólares, y en la primera etapa serán edificadas 4,700 con una inversión de US$1,300 millones.

En palabras de las autoridades gubernamentales, se trata de un proyecto de alto estándar basado en turismo sostenible y sustentable. Ha dicho el mandatario que la primera fase comenzará y no parará hasta terminar.

En el papel, lucen dos iniciativas interesantes, si se pasa “del dicho al hecho”. Reverdecerían la esperanza y activarían la vida económica de la provincia Pedernales y la región Enriquillo, hasta ahora caracterizada por el azar.

El presidente Luis Abinader debería tenerlo muy presente cuando visite la comunidad en la última semana de este mes. Como deberían tenderlo presente los dueños del proyecto Bucanyé.

En Pedernales no aguantan más posposición. Y arriesgar la credibilidad con promesas incumplidas, no es buen negocio. Los antecedentes están ahí, frescos aún.