Las celebraciones de Navidad se mantienen en el país con gran algarabía con música en alto volumen, baile y “bebedera” son elementos fundamentales e interdependientes. La alegría de celebrar la Navidad está mediada por estos aspectos.
El consumo de alcohol en Navidad y en todo tipo de fiesta está totalmente normalizado. En nuestro imaginario cultural la diversión siempre está acompañada de alcohol independientemente de la actividad que se desarrolle.
Esta normalización del consumo de alcohol no es una preocupación para nadie. Solo se convierte supuestamente en preocupación con respecto a la población menor de 18 años, sin embargo, se encuentra frecuentemente a una población infantil (sobre todo masculina) consumiendo alcohol desde los 12 años.
La promoción del consumo de alcohol desde la diversión está presente en todos los ámbitos con una alta permisividad. En la Navidad la mayoría de los merengues relatan situaciones vinculadas al consumo de alcohol en exceso que es “el jumo”. Así encontramos merengues que hablan de “la juma que traigo” “vamo´ a beber y a gozar” y muchas otras expresiones que describen estas situaciones como parte de la “alegría”. No se cuestiona el clima de “bebentina” que expresan.
Esto resulta contradictorio con las preocupaciones existentes en el país sobre otros géneros musicales donde se integra al consumo para el placer otras sustancias psicoactivas que son “irregulares”. Esas sustancias son las únicas consideradas como dañinas, entendiéndose en algunos casos que toda música que las mencione debe prohibirse para que no promueva su consumo.
Muchas familias son permisivas y promueven el consumo del alcohol en sus hijos (sexo masculino) menores de 15 años, sostenidas en una percepción errada de que el alcohol favorece a la “virilidad” del niño-adolescente, vinculándose así alcohol con masculinidad.
Algunas de las causas de la presencia significativa del “alcohol” en población infantil y adolescente son:
- Inducción al alcohol por personas adultas y familiares en una lógica de “probar” o de simplemente darle “un traguito”
- Débil conciencia sobre los graves daños del alcohol en las condiciones de salud física, mental, psicológica de niños, niñas y adolescentes
- Presencia de pautas culturales que establecen vínculo estrecho entre consumo de alcohol y diversión
En el ámbito familiar y vecinal existe preocupación por el consumo de marihuana, crack y cocaína, pero esto no ocurre con el alcohol. No se reconoce las graves consecuencias del alcohol en la salud y que este es también una droga, pero legal.
Los estudios realizados sobre el consumo de drogas ilícitas demuestran que inicia con las “licitas” como las bebidas alcohólicas y el cigarrillo. Las bebidas alcohólicas no solo inician, siguen formando parte de la diversidad de mezclas de sustancias adictivas (alcohol-marihuana-tabaco-crack) que generan graves daños a la salud y a la vida de nuestra niñez y adolescencia.
Las familias y las comunidades necesitan ser orientadas por los organismos de protección a la niñez sobre las consecuencias del consumo del alcohol a temprana edad, y priorizar la generación de cambios en las lógicas culturales que refuerzan este consumo.
Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY