Como una esperada y grata tradición, la época navideña coincide con diferentes celebraciones que anhelamos los dominicanos, desde la música que se escucha en la radio hasta el incremento de actividades como fiestas, mañanitas, aniversarios, cumpleaños y bodas, hacen que resulte más atractivo celebrar en esta época, al finalizar el año.
Es que en nuestra cultura hemos sido condicionados para que la navidad sea concebida como un tiempo que posibilita y fomenta estados emocionales positivos, como la expresión de gratitud a los demás, la búsqueda de la amistad, cercanía con compañeros de trabajo, familiares y amigos.
La tradición que desde niño se vive con los regalos, juegos y tiempo libre fuera del colegio o escuela para disfrutar de los mismos, dejan guardado en el interior de nuestro ser esa grata expectativa de que en la navidad hay que estar alegres, porque se pueden experimentar gratas sorpresas.
Sin embargo, los que trabajamos en el sector de la salud mental, sabemos que, para algunas personas, está época no se vive con una expectativa de alegría y esperanza, ya que hay personas que en esta época les puede angustiar recuerdos de seres queridos que ya no están, aniversarios que ya no pueden cumplir, razones de salud que impiden ciertas actividades de gozo o recreación y circunstancias que impiden el poder estar alegres.
Para algunos, los últimos días del año es una época en donde individuos de cualquier edad pueden hacer un balance negativo sobre logros y metas que no fueron alcanzadas y pueden llegar a ser contra sí mismos, sus más implacables críticos, ya que la valoración que experimentan sobre algunos hechos en su vida, hacen que su pensamiento les lleve a conclusiones distorsionadas e irracionales, que afectarán sus emociones, trayéndoles como consecuencia un estado de ánimo deprimido y estados de ansiedad o de angustia.
Paradójicamente hay factores socioculturales asociados a esta época, que se vive con tanta alegría, que pueden facilitar las condiciones para que las personas que no tengan una salud mental estable estén más susceptibles a estados de ánimo deprimidos, nos referimos al abundante y fácil acceso al alcohol en esta época del año.
El alcohol es una sustancia que tomada con moderación puede producir en la mayoría de los adultos un estado de relajación y alegría en una persona en buen estado de salud mental, pero para quien no goce de una salud mental estable, puede ser el detonante para conductas contraproducentes, relacionadas con la depresión mayor como la tristeza, irritabilidad, somnolencia, desesperanza, desmotivación e incluso pensamientos de muerte y es que el alcohol es una sustancia clasificada como depresora.
Por otro lado, la economía se ve comprometida en esta época más que en ninguna otra, porque al haber más activo circulando, muchos tienden a caer en actitudes de conductas consumistas y de compras innecesarias, uso de tarjetas y deudas que después pasarán factura a las emociones negativas que ellas irán generando y que se experimentan en los dos primeros meses del año.
Por tal motivo la postura más sana es esta época es estar en una actitud empática, en donde al compartir con los demás tomemos en cuenta las circunstancias que vive el otro, porque no siempre será de alegría y probablemente haya alguien muy cercano a nosotros y en nuestra comunidad que necesite compañía y afecto más que un regalo material o un trago de alcohol.
Sobre este tema continuaremos reflexionando.