La izquierda y el progresismo son dos posiciones ideológicas y políticas que coinciden en la etapa democrática, participan unidos principalmente en elecciones nacionales y locales. Sus objetivos son llegar al poder. Si se fijan, los progresistas llegan hasta el capitalismo; sin embargo, los revolucionarios profundizan y completan el tramo de la democracia, pero van más allá, lograr construir una sociedad nueva.
Se produce la unidad coyuntural entre ambas porque se necesitan al encontrarse en desventaja frente a una derecha y ultraderecha con amplias ventajas, creadas por las veces que han pasado por el poder. En ocasiones, el progresismo y la izquierda se alimentan de sectores liberales, al entrar en contradicciones políticas, saberlas aprovechar, con partidos afines.
El progresismo de la región no es homogéneo, se diferencian de acuerdo con las condiciones concretas, económicas, políticas, sociales y hasta geopolítica, sin olvidar su idiosincrasia. Tienen diferentes enfoques, muchas veces contradictorios, sobre los asuntos de gobernanza, democracia e injerencia extranjera. La nuestra, que no acaba de cuajar, no escapa a los debates políticos que se producen por esos predios.
Mientras que en los otros países el progresismo transita cosechando triunfos electorales aliados a la izquierda; por el contrario, la nuestra le huye como el diablo a la cruz; sometiéndola a todo tipo de humillaciones, desprecio y epítetos incalificables. La derecha y los corruptos son sus paños de lágrimas para saciar su sed y alcanzar sus metas personales y de grupo.
Este proceso electoral en marcha ha servido para desvelar las verdaderas intenciones de ese progresismo anti – izquierda: impedir la creación de un bloque electoral con la izquierda que tenga vocación de poder. Ha provocado un daño terrible, porque el espacio histórico, creado por la rivalidad y descrédito de la derecha, no será llenado por una nueva alternativa política.
En este berenjenal, ¿cuál ha sido el papel de la izquierda? Primero, hay un sector encabezado por el Partido Comunista del Trabajo (PCT), que estimula e impulsa, con todas las vicisitudes, el progresismo, para darle consistencia en la materialización de un instrumento unitario; por otro lado, el que celebra y le da seguimiento a los triunfos electorales de los progresistas en América Latina y el Caribe, pero rechaza su presencia en el país y por último, el liderado por el Partido Patria Para todos (PPT) y otras entidades revolucionarias.
¿Dónde reside el problema? A pesar de estar de acuerdo con la participación en el proceso electoral, no hay forma de llegar a una avenencia, sobre el progresismo, entre los integrantes de la izquierda. Por consiguientes, hay que continuar con el trabajo político y unitario realizado, teniendo presente el comportamiento extraño de algunos de los progresistas. Conservar con delicadeza los acercamientos del PCT, FR y el MPD, para que sirva de chispa unitaria en el litoral.
La izquierda no puede aprovechar el tránsito democrático en el capitalismo, tardío, atrasado y dependiente con posiciones políticas ambivalentes sobre la sociedad y su clase social dirigente, integrada por un bloque burgués oligárquico. Los partidos políticos que se alternan al poder son fieles representantes del dominio de clase; se podrán vestir de ovejas, pero lobos se quedan. Aspectos que se debe tener muy claro para evitar confusiones en la población y “mareos” en su militancia y simpatizantes. Ese trayecto es muy peligroso, cualquiera se embriaga de amor con el capital.
Después de todo, la oportunidad ha sido malograda para favorecer a la derecha y corruptos en sus disputas por el poder. No es la primera vez que ocurre. Es un espacio histórico que nos visita cíclicamente y no tuvieron la delicadeza ni la capacidad de aprovecharlo. Caer de nuevo en manos de ellos, es un error y se envía un mensaje equivocado a la población y a los revolucionarios. Quizás, no es un error, se cumple la implícita sentencia maligna de los Estados Unidos de Norteamérica, luego del derrocamiento, 1963, del profesor Juan Bosch y la Revolución Abril 1965: “Aquí no florecerá la izquierda ni el progresismo”.