El terror, miedo y espanto una vez más sacudió el Ecuador tras la muerte de otro de sus dirigentes políticos, Pedro Briones, del partido izquierda Revolución Ciudadana (RC) este pasado día 14 de agosto, justo frente a su casa situada en la provincia de Esmeraldas. El hecho de sangre, se perpetro días después del atentado que también cobrase la vida del también dirigente político Fernando Villavicencio, del partido Construye, exsindicalista y periodista que, de acuerdo con las encuestas, se situaba en el tercer lugar en las preferencias del electorado. Ambos siniestros, se suman al del alcalde de la ciudad costera de Manta, Agustín Intriago; al también candidato a la Asamblea por Esmeraldas Rider Sánchez y a una larga secuela de atentados políticos en diversas elecciones.
De igual manera, en Guayaquil otro día de incertidumbre, amenazas de muertes y atentados se escenifico cuando un grupo de reos de la cárcel regional subieron al techo del recinto con anuncios escritos en tela pidiendo el regreso de Fito, el cabecilla de una banda criminal Los Choneros, y quien es considerado ser el criminal mas peligroso en la actualidad de Ecuador. El nombrado Fito, el pasado 12 de agosto fue llevado a la cárcel de máxima seguridad La Roca en un operativo de máxima seguridad. En Guayaquil, se reporto que al menos 150 hombres en motocicletas llegaron hasta la prisión La Roca bloqueando vías principales y entre bravuconadas y amagos de violencia exigían el regreso de Fito a la cárcel regional de Guayaquil, considerada como base de operaciones de este y su organización delictiva.
Acontecimientos condenables, que atestiguan del progresivo deterioro del tejido social e institucional que asiste la nación andina en los últimos años producto de la expansión del crimen organizado, el narcotráfico, la sórdida explotación de los flujos migratorios y el aumento de la corrupción en la esfera pública. Según los indicios, la tasa de homicidios se quintuplico en el ultimo lustro al pasar de 5.8 por cada 100 mil habitantes en el 2018 a 26.7 en el 2022.
¿Como se explica este estado de cosas en el Ecuador? Tras la salida del carismático presidente Rafael Correa del poder, su sucesor Lenin Moreno básicamente traiciono la línea política implementada por Correa y pacto con los sectores oligárquicos y reaccionarios del Ecuador. Moreno en su nefasta gestión se dedico a desmantelar la estructura estatal creada por Correa durante su régimen progresista y en su lugar se erigió como un fiel seguidor de los dictámenes del FMI y los caprichos de Washington. Entre las medidas mas notorias, firmo un paquete de austeridad con cortes presupuestales que sumaron alrededor de 1.4 billones de dólares en desmedro de la población ecuatoriana, la suspensión a los subsidios de los combustibles que dispararon los precios. Además que en aras de granjearse el apoyo de Washington le retiro el asilo político a Julian Assange, fundador de WikiLeaks quien permanecía en la embajada ecuatoriana en Londres.
Las manifestaciones estudiantiles, los trabajadores, etc…fueron reprimidas de manera contundente. En el 2021, asume la presidencia un magnate multimillonario, Guillermo Lasso quien continúo profundizando los cortes al gasto social, la privatización de los bienes públicos y reencauzando la nación por el sendero neoliberal.
El descontento popular ante una gestión mediocre, carente de un programa de gobierno viable paulatinamente fue llenado por las organizaciones criminales que ante la ausencia de la materialidad del estado, el hecho mismo de una economía dolarizada, permitieron la gradual penetración del crimen organizado internacional en el lavado de dinero, tráfico de personas y narcotráfico; que han logrado en poco tiempo llenar el espacio de un estado ausente, maltrecho y un Ejecutivo carente de todo vestigio de legitimidad ante la población. Aún más, tras la firma de los Acuerdos de Paz en Colombia con la guerrilla en el 2016, la frontera entre Colombia y Ecuador paulatinamente quedo en manos de grupos criminales que empezaron a disputarse el control del trasiego de estupefacientes y otras actividades ilícitas.
Ante el aumento descontrolado de la criminalidad, la gestión de Guillermo Lasso ha incurrido en la salomónica idea de flexibilizar la normativa que rige el porte de armas, como si ello ha de ser una respuesta efectiva a la criminalidad. Este también ha torpemente decretado el estado de excepción por 60 días ante los últimos asesinatos de los candidatos Villavicencio y Briones. Con ya mas de 17 declaraciones de estado de sitio en los últimos años los amagos de Lasso representan una muestra inequívoca mas del descarrilamiento de la democracia y la suplantación de esta por el autoritarismo de derecha que hoy ostenta el mandatario.
El ejemplo ecuatoriano, debería servirnos como espejo en los demás países del área en las actuales circunstancias. En Argentina, por ejemplo, de manera sorpresiva hace unos días, gano las primarias el candidato de derecha Javier Milei. Economista de profesión, su discurso promete aniquilar “a la casta política”, promueve el fin del Estado, porte de armas, la venta legal de órganos y la dolarización de la economía para según el terminar la inflación. Este señor ha prometido que de llegar a la presidencia eliminara los ministerios de Educación, Salud y Desarrollo Social pues a su juicio, la “justicia social” es un robo que pagan los que trabajan. Otro bufón de corte producto de los ratings de televisión que similar a Trump, profiere insultos a diestra y siniestra a sus enemigos. ¿Es eso lo que necesitamos?
Necesitamos a Sandra Torres de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) en Guatemala. La ex primera dama quien aspira por tercera vez a la presidencia es representante de la oligarquía histórica guatemalteca cuyos lazos políticos familiares, de negocios han sido cómplices históricos del saqueo brutal de la nación centroamericana. Seria pertinente pues que reflexionemos sesudamente y pongamos en el espejo la experiencia actual ecuatoriana ante las alternativas posibles en cada uno de nuestros países. Queremos otro Jair Bolsonaro como sucedió en el Brasil, una Keiko Fujimori en el Perú, un José Antonio Katz en el caso chileno o un Rodolfo Hernández que felizmente perdió en Colombia.
De ahí que es menester que ponderemos seriamente las alternativas que hoy enfrentan nuestras débiles democracias para no caer en el hechizo de estos pseudo lideres que hoy pululan el escenario político de nuestro continente y que se mueven bajo la egida del autoritarismo, la narco democracia o la obediencia servil a los dictámenes del dogma neoliberal que tanto daño ha causado en nuestros países