Nuestro apoyo solidario a los pueblos de Turquía y Siria por los fallecidos y heridos que ha dejado el terremoto de 7,8 en la escala de Richter y las réplicas ocurridas recientemente. Las primeras horas son determinantes en el rescate y extracción de personas atrapadas bajo los escombros de los edificios destruidos.

Después de los 7 días hace imposible la sobrevivencia bajo las estructuras de barro, madera, concreto y acero.  Los organismos de emergencia están haciendo lo posible para rescatar a más personas. Se trata de un esfuerzo inmenso por lo cual expresamos nuestro apoyo y respeto desde el Caribe a los colegas del área de emergencia. La Unión Europea activó en esa región los mecanismos de Protección Civil y se han unido a las operaciones de respuesta.

Nos atemoriza el pensar que un terremoto de esa magnitud, o mayor, pueda ocurrir en el país. El miedo nos viene por el poder que sabemos tiene la naturaleza y la realidad del riesgo sísmico de la Isla Española con las dos naciones existentes en el territorio.

Catorce fallas internas y activas conforman el sistema, las que, unidas a las placas de Norteamérica y del Caribe, son suficiente para preocuparse y ocuparnos en la toma de medidas anticipadas de preparación.

El 29 de enero ocurrió un temblor de magnitud 4.4 en Arenoso, provincia Duarte, el cual, según los expertos, tuvo su origen en la falla Septentrional al norte del país. Y el miércoles 1 de febrero se produjo otro movimiento de magnitud 5.3 al sur del país. Sismos ocurren cada día en menor magnitud…

Varios geólogos plantean ideas disímiles respecto al último movimiento. Unos dicen estar asociado a la falla de Enriquillo; otro a la de Neyba, pero lo cierto es que ambas tocan y pasan por Haití y República Dominicana.

La Isla Española cuenta con un alto riesgo sísmico debido a ese sistema de fallas, lo cual es motivo suficiente para seguir insistiendo en la necesidad y premura de educar y preparar a la población.

El ingeniero Rafael Corominas Pepín, hombre preclaro en estos temas, antes de fallecer nos planteó en su libro: “Lecturas para la gente de un país que espera su terremoto”, varios apuntes que indican que ya estamos en el tiempo no retorno, es decir, pasado de 50 a 75 años como pronóstico para que suceda un hecho importante en materia sísmica.

Sobre los tiempos, igual hay posiciones técnicas encontradas. Los terremotos en la Isla, concretamente del lado haitiano, han hecho variar el planteamiento de los tiempos. Ya es algo normal la recurrencia de estos eventos en cualquier momento sin que se considere la proximidad o no del tiempo.

No estamos ajenos al histórico de sismos ocurridos del lado haitiano, porque de alguna manera hacen parte del conjunto, como por ejemplo los del 2010 y 2021, de magnitud 7.2, ambos, y que por su localización al occidente del país sufrimos menos daños. Hay que considerarlos.

El país tiene esa realidad sísmica que nos obliga a reflejarnos en Turquía, Siria y Haití. Es una verdad que precisa continuar invirtiendo en la organización de las instituciones de emergencias y en la población.  Fortalecernos y prepararnos bien para cuando llegue ese día.

No dejemos de hablar de sismos, llamemos la atención para que las construcciones cumplan las normas de construcción sismorresistente.

Exhortemos a las familias a que elaboren sus planes familiares de contingencia ante terremotos, y lo más determinante, promovamos sistemas de alerta temprana que nos avisen oportunamente para la evacuación.

Sabemos que lo impredecible no se puede predecir, pero se puede seguir promoviendo formas como lo están haciendo México, Japón y otros países con “Alerta Temblor”.